Revisar discusiones de todo tipo en las redes sociales y blogs me ha llevado a darme cuenta de que cuando las personas opinan de forma distinta de inmediato aparecen acusaciones mutuas de deshonestidad o de ignorancia, es decir, de no contar con información suficiente. Es rarísimo que alguien reconozca que los demás pudieran haber llegado de forma honesta y bien informada a conclusiones distintas a las suyas.
No niego que sea algo natural. Si cada uno piensa que ha dedicado el tiempo suficiente a analizar los datos más relevantes de alguna cuestión, es lógico concluir alguna de estas cosas de quienes tienen una opinión contraria: a) No tienen la información suficiente. b) No le han dedicado el tiempo necesario a la reflexión. o c) Son mentirosos.
De igual forma, es más fácil pensar que los otros son víctimas de sesgos cognitivos, que reconocer que a todos nos pueden afectar por igual.
A la hora de discutir solemos estar más ocupados en tratar de demostrar que tenemos la razón o en señalar los defectos argumentativos de los demás que en reflexionar sobre las causas o motivos de nuestros puntos de vista.
Por ello es que ahora me pregunto si escribir ficción puede ayudarnos a desarrollar la empatía. ¿Qué debemos entender por ésta? En la wikipedia señalan que la empatía cognitiva es "la capacidad de comprender el punto de vista o estado mental de otro/a."
Si nos cuesta trabajo ser críticos con nuestros propios pensamientos, ¿podríamos al menos dejar de acusar de deshonestidad o de ignorancia a quienes no piensan como nosotros? Obviamente hay gente deshonesta e ignorante, eso es indudable, pero ¿cuántas veces habremos sido injustos al emitir nuestro juicio sólo porque -como decía más arriba- es dificil aceptar que alguien pueda haber llegado de forma honesta e informada a una conclusión o a un punto de vista contrario al nuestro?
Y aquí es donde entra al rescate la escritura. Quien intenta escribir cuentos, relatos o novelas tiene que hacer un esfuerzo al crear personajes con puntos de vista distintos a los suyos.
En el apartado dedicado a la ficción criminal basada en las investigaciones policiales sobre un crimen, del libro Escribir novela negra, H.R.F. Keating explica:
John Wainwright a menudo llama al trabajo policial bobbying (de bobby, el típico policía inglés). Y lo que este término comporta es algo que, si uno tiene pensado escribir este tipo de novela, debe comprender y absorber hasta lo más profundo de su ser. Llegados a este punto nos preguntaremos: "¿Seré capaz de retratar ese mundo aunque yo no sea policía?" Pues sí porque, como el mismo John Wainwright, lo que uno debe ser no es policía, sino escritor. Una de las cualidades absolutamente necesarias de cualquier escritor de ficción es la de poseer empatía, tener esa capacidad de ver la vida a través de unos ojos muy diferentes a los nuestros. Si uno tiene ese don o consigue cultivarlo, entonces escribirá obras de procesos policiales mejor que cualquier policía que tuviera mucha experiencia en el terreno pero que no poseyera esa cualidad.
Ahora revisemos el libro Cómo escribir ciencia-ficción y fantasía de Orson Scott Card. La segunda parte aborda la creación de mundos, en el apartado acerca de la evolución de éstos (Los mundos no brotan de la nada. Como quiera que sean las cosas, solían ser de otra forma, y de algún modo evolucionaron hasta aquí.), dice refiriéndose a la historia que deseamos crear:
Incluso cuando trabaje únicamente con sociedades humanas, una parte fundamental de la creación de su escenario es conocer la historia de las comunidades que forman parte de la trama. Puede limitarse a poner a un predicador demagogo en su ciudad, dirigiendo a una turba de santurrones en una enloquecida quema de libros; el resultado es invariablemente una caricatura. En su lugar, tómese el tiempo para imaginar por qué esa gente sigue al predicador, por qué confían en él o le creen.
No dé por sentada la respuesta más cómoda, tampoco; «porque son una panda de estúpidos intolerantes» no basta para crear una ficción honesta. Pueden estar actuando como una horda en el clímax de la historia, pero hasta entonces todos son individuos, distintos unos de otros, y cada uno seguirá al predicador por sus propias razones.
Una de ellas puede ser que es carismático. Pero ¿qué queremos decir con «carisma»? Pensemos en algunos sucesos específicos que puedan haberse producido. Por ejemplo, la razón por la que Mick y Janna seguirían al reverendo Bucky Fay hasta el infierno es que cuando su bebé enfermó, él fue a su casa, miró al bebé a los ojos, tomó su cabeza entre sus manos y dijo: «Te veo hace sólo unas semanas, cuando te marchaste del lado de Jesús porque él te envió a este mundo con una tarea importante. Satán ha enviado la enfermedad a tu cuerpo, pero eres un espíritu tan fuerte que tienes el poder de expulsarle… si quieres. Pero no puedo pedirte que te cures a ti mismo, no señor. Puedes sentir todo el mal del mundo, y eres tan bueno y puro que no te culpo si decides no seguir viviendo aquí un segundo más. Pero te suplico que te quedes. Te necesitamos».
El bebé murió pocos días después, pero en lugar de culpar a Bucky Fay por no curarle, Mick y Janna se sintieron seguros de que su bebé era tan bueno que simplemente no podía soportar vivir en este horrible mundo. Le contaron a otros su historia, y como hablaron con tal fervor y seguridad, hubo quienes les creyeron. La mitad de su identidad como personas se cimenta en el hecho de que Dios les escogió una vez para ser los padres de una de sus más perfectas criaturas; si en alguna ocasión dudaran de las capacidades espirituales de Bucky Fay, sería como si profanaran la tumba de su bebé perdido.
Es posible que ni siquiera utilice ese incidente en su historia. Pero usted lo conoce, y forma parte de la historia de esa ciudad. La gente que conforma esa turba ya no son extraños para usted, no son marionetas que ejecutan las acciones que usted les ordena. Han cobrado vida, tienen alma, y su historia será más rica y verosímil gracias a ello.
Ponernos en el lugar de los extraños, de quienes viven de forma distinta a la nuestra, que tienen opiniones diferentes o que toman decisiones que nosotros jamás tomaríamos es un ejercicio inevitable al escribir ficción. Por ello es que creo que la escritura puede ayudarnos a desarrollar la empatía cognitiva.
A manera de final: por lo anteriormente expuesto me sorprende encontrar escritores de ficción que muestran una falta extraordinaria de empatía con respecto a quienes consideran "extraños" (al grado de diagnosticarles trastornos de la personalidad).
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