Cada quien su Cristo. A fin de cuentas cada creyente construye (con sus prejuicios, miedos, esperanzas, odios, sabiduría e ignorancia, fobias y amores...) su propio Jesucristo. Así, los rockeros tienen su Cristo, y lo mismo pasa con los poperos, los metaleros, los reggaetoneros...
Yo imagino un concierto de rock pesado en el que Cristo -usando su característica corona de espinas, con el torso desnudo, argollas en los pezones, mostrando un tatuaje de la Guadalupana en el pecho y unas alas de ángel tatuadas en la espalda- canta estridentemente. Y a su alrededor cientos de ángeles tocan los instrumentos.
Aquí les dejo el capítulo "Música divina" del programa Esquizofrenia, que se transmite en Canal 22. Lo más interesante es la parte de los cristianos metaleros.
En este programa abordamos la religión en su vínculo con la música. Para ello repasamos los artistas que han tenido una especial vocación con el tema, es el caso de George Harrison, Madonna y Cat Stvens, entre otros. Asistimos a los rituales de los cristianos metaleros, así como a los de reggae. Participan una gran cantidad de grupos interesados en el tema y el especialista Roberto O'Farril.
The candle flame gutters. Its little pool of light trembles. Darkness gathers. The demons begin to stir.
viernes, 31 de agosto de 2012
martes, 28 de agosto de 2012
Neil Armstrong (1930-2012)
El pasado sábado, a los 82 años murió Neil Armstrong, quien fuera comandante del Apolo 11 y primer hombre en pisar la superficie lunar. Aquí algo sobre el programa Apolo.
Y pensar que abundan los pendejos que se creen la estupidez de que todo fue una farsa... Aquí puede leerse información al respecto.
Y pensar que abundan los pendejos que se creen la estupidez de que todo fue una farsa... Aquí puede leerse información al respecto.
viernes, 24 de agosto de 2012
Un programa Sensacional
¿Quién puede decir que nunca tuvo en sus manos alguna de las revistas "sensacionales"? Sensacional de Luchas, de Mercados, de Barrios, de Traileros, etc. Cuando estudiaba filosofía en la UAM Iztapalapa me hacía chaquetas mentales (soñaba, pues) con hacer una revista llamada Sensacional de Uameros, que no sería una historieta o cómic, se publicarían textos escritos por alumnos de ese plantel. También he imaginado el título (para alguna revista o blog) Sensacional de Escépticos.
En Canal 11 (Once TV México) se está transmitiendo un programa llamado Sensacional de diseño mexicano. Y la verdad es que sí es un programa sensacional. Una emisión la dedicaron a la historieta en México, otra a quienes hacen rótulos. La que transmitieron ayer la dedicaron a la gráfica de los "productos de novedad". ¿Quién diseña las imágenes de los productos "mágicos" o brujeriles como las veladoras para la buena suerte o los jabones para atraer al ser amado? Ellos mismos explican:
En Canal 11 (Once TV México) se está transmitiendo un programa llamado Sensacional de diseño mexicano. Y la verdad es que sí es un programa sensacional. Una emisión la dedicaron a la historieta en México, otra a quienes hacen rótulos. La que transmitieron ayer la dedicaron a la gráfica de los "productos de novedad". ¿Quién diseña las imágenes de los productos "mágicos" o brujeriles como las veladoras para la buena suerte o los jabones para atraer al ser amado? Ellos mismos explican:
El tema de este Sensacional son las etiquetas, las envolturas y los empaques de productos que encontramos en los mercados que prometen curarnos y salvarnos de todo: el perfume Abundancia de dinero, el jabón del Niño Fidencio, el legítimo polvo Detente enemigo, el rocío de Ofrenda de la herradura magnética, que trae fortuna y buena suerte. ¿Quién hace la gráfica, crea los nombres y produce el diseño de los "productos de novedad"?
Todos estos artículos utilizan las emociones para venderse, y muchos de ellos también la capacidad de atraer al otro género ('Ven a mí´. Polvo especial para hacer cumplir al esposo´), en cuya publicidad están incluidos los dibujos tomados de pasquines e historietas vendidos en los puestos de periódicos de todo el país. Esto comprende, básicamente, las fotonovelas, que contribuyen con el alto índice de fascinación por el sufrimiento, el dolor y la pérdida de los mexicanos, así como su gusto por el albur y el doble sentido.
El programa está muy bueno.
Todos estos artículos utilizan las emociones para venderse, y muchos de ellos también la capacidad de atraer al otro género ('Ven a mí´. Polvo especial para hacer cumplir al esposo´), en cuya publicidad están incluidos los dibujos tomados de pasquines e historietas vendidos en los puestos de periódicos de todo el país. Esto comprende, básicamente, las fotonovelas, que contribuyen con el alto índice de fascinación por el sufrimiento, el dolor y la pérdida de los mexicanos, así como su gusto por el albur y el doble sentido.
El programa está muy bueno.
martes, 21 de agosto de 2012
EL FRAUDE DE LOS DETECTORES MOLECULARES GT-200
Presentación de Andrés Tonini durante el ciclo Pseudociencias bajo la lupa.
viernes, 17 de agosto de 2012
Pulseras biomagnéticas, tinas desintoxicadoras y otras chácharas
Presentación de Daniel Zepeda durante el ciclo Pseudociencias bajo la lupa. Jueves 2 de junio de 2011. Sala Cuicacalli de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa.
martes, 14 de agosto de 2012
¿Vale la pena luchar contra las pseudociencias?
Martín Bonfil durante su participación en el ciclo Pseudociencias bajo la lupa.
miércoles, 8 de agosto de 2012
¡¡Pseudociencias bajo la lupa, el regreso!!
Damas y caballeros, niñas y niños: ¡Al fin los videos de Pseudociencias bajo la lupa! ¿De qué hablo? Pues del ciclo de conferencias que el año pasado organicé en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana.
El lunes 30 de mayo, Adán Lerma (autor del blog Espejo Escéptico) y Martín Bonfil participaron en la mesa "Pseudociencias, ¿vale la pena combatirlas?". Aquí está la respuesta de Adán Lerma. En unos días subiré la conferencia de Martín Bonfil y, claro, las conferencias de toda la semana.
martes, 7 de agosto de 2012
¿Plagio o distracción?
Paco evilsistem, en su página en Myspace (haga click aquí para verla), ha subido algunos textos como Por las tardes..., La bruja y Sangre, dulce sangre.
El problema es que no menciona que las tres historias anteriores las tomó del primer número del fanzine Azoth, mismo que publicaba el Círculo Independiente de Ficción y Fantasía. Este número salió a la venta a principios o mediados de 1998.
Paco tampoco menciona a los autores: La bruja es una historia de Gabriela Mejía Rosas (página 7 del fanzine), Por las tardes es de Libia Brenda Castro (página 39) y bueno, no hay en dicho fanzine una historia titulada Sangre, dulce sangre, pero en realidad se trata de La sangre digna de los dioses, relato breve que escribí yo.
Paco ha sido felicitado por su forma de escribir, y la verdad no sé si esos otros textos por los que ha sido felicitado sean de su autoría o si también olvidó mencionar a sus autores y el lugar de donde los tomó. Pero sea o no autor de algunos de los textos que sube, debido a su "olvido" la gente que entra a su página puede confundirse y pensar que él es el autor de todas las historias.
Otra cosa "curiosa" es que La sange digna de los dioses es un relato sobre el encuentro entre un vampiro y una angel que termina con las siguientes palabras:
"Le besó los labios con enorme ternura y salió de la habitación por la ventana, con el cerebro latiéndole lenta y tibiamente después de aquel orgasmo; y mientras pensaba que pronto tendría que repetir el banquete, se perdió en la oscuridad de la noche de la lúgubre Ciudad de México."
Completo puede leerse aquí. Me gusta que algunos de mis cuentos se desarrollen cerca de donde vivo o en los lugares que frecuento (aquí hay una historia que retoma la idea del encuentro entre un angel y un vampiro, todo sucede en el centro de la ciudad de México; aquí hay otra que sucede cerca del metro Portales, que es donde tengo mi guarida secreta).
Pero don Paco evilsistem modificó el lugar en el que sucede la acción:
Pues ahí queda...
Actualización (8 de agosto): Hace unos momentos me percaté de que este señor no sólo le metió mano a mi historia (cambiando el título y el lugar en el que sucede), también lo hizo con la de Libia Brenda Castro, el personaje de Por las tardes se llama Alicia y no Constanza.
El problema es que no menciona que las tres historias anteriores las tomó del primer número del fanzine Azoth, mismo que publicaba el Círculo Independiente de Ficción y Fantasía. Este número salió a la venta a principios o mediados de 1998.
Paco tampoco menciona a los autores: La bruja es una historia de Gabriela Mejía Rosas (página 7 del fanzine), Por las tardes es de Libia Brenda Castro (página 39) y bueno, no hay en dicho fanzine una historia titulada Sangre, dulce sangre, pero en realidad se trata de La sangre digna de los dioses, relato breve que escribí yo.
Paco ha sido felicitado por su forma de escribir, y la verdad no sé si esos otros textos por los que ha sido felicitado sean de su autoría o si también olvidó mencionar a sus autores y el lugar de donde los tomó. Pero sea o no autor de algunos de los textos que sube, debido a su "olvido" la gente que entra a su página puede confundirse y pensar que él es el autor de todas las historias.
Otra cosa "curiosa" es que La sange digna de los dioses es un relato sobre el encuentro entre un vampiro y una angel que termina con las siguientes palabras:
"Le besó los labios con enorme ternura y salió de la habitación por la ventana, con el cerebro latiéndole lenta y tibiamente después de aquel orgasmo; y mientras pensaba que pronto tendría que repetir el banquete, se perdió en la oscuridad de la noche de la lúgubre Ciudad de México."
Completo puede leerse aquí. Me gusta que algunos de mis cuentos se desarrollen cerca de donde vivo o en los lugares que frecuento (aquí hay una historia que retoma la idea del encuentro entre un angel y un vampiro, todo sucede en el centro de la ciudad de México; aquí hay otra que sucede cerca del metro Portales, que es donde tengo mi guarida secreta).
Pero don Paco evilsistem modificó el lugar en el que sucede la acción:
Pues ahí queda...
Actualización (8 de agosto): Hace unos momentos me percaté de que este señor no sólo le metió mano a mi historia (cambiando el título y el lugar en el que sucede), también lo hizo con la de Libia Brenda Castro, el personaje de Por las tardes se llama Alicia y no Constanza.
lunes, 6 de agosto de 2012
Otra para el "Semanario de lo insólito"
En el apartado dedicado a "lo insólito" del libro Memorias de la capacitación electoral en el Distrito Federal. Proceso electoral local 2000 -y que mencioné la anterior entrada- la Instructora electoral (del distrito XV) Aída Rosa Aguilera Lozano cuenta lo siguiente:
Fui al departamento del señor César Augusto Cerisola Trejo, para entregarle su reconocimiento. Toqué el interfón varias veces, hasta que me contestó una señorita; le dije el motivo de mi visita y a quién buscaba, y ella me abrió la puerta. Subí al departamento y toqué varias veces el timbre, hasta que llegó la portera y me preguntó cómo había entrado al edificio.
Le expliqué cómo, y ella me dijo sorprendida que el señor César vive solo, no hay nadie más en el departamento, y que tenía rato que había salido a trabajar; que no es la primera vez que le dicen que una mujer les contesta, y a la hora de entrar al edificio y tocar en ese departamento, no hay nadie. Yo le dije que probablemente me equivocé al tocar el timbre, pero me dijo que no sirve el interfón, y que nadie me podría contestar y menos abrir la puerta.
jueves, 2 de agosto de 2012
Lo que la gente cuenta... en el IEDF
Mi primer contacto con el Instituto Electoral del Distrito Federal fue en el año 2000. Mi hermana trabajó como Instructora Electoral aquel año. Posteriormente regresó a las andadas: creo que ha trabajado en dicho instituto en cuatro ocasiones. Por mi parte, he trabajado en el IEDF en tres procesos electrorales: 2003, 2006 y 2012. Primero fui Instructor Electoral, después Asistente electoral y por último Asistente Instructor Electoral.
Poniendo algo de orden en mi librero, encontré el libro Memorias de la capacitación electoral en el Distrito Federal. Proceso electoral local 2000. Se pidió a los instructores que escribieran sus experiencias durante dicho proceso electoral. Los instructores tenemos la tarea, primero, de visitar en su domicilio a los ciudadanos que resultaron seleccionados para participar en las Mesas Directivas de Casilla (como presidentes, secretarios o escrutadores). Despés los capacitamos tanto en su domicilio como en centros fijos. El trabajo suele ser bastante ordinario, pero de vez en cuando suceden cosas dignas de contarse. Así, la obra está dividida en los siguientes apartados: lo divertido, lo estimulante, lo dramático, lo insólito, lo desagradable, el método y relatos completos.
En relatos completos, el instructor José Mercado Jiménez nos cuenta algo insólito:
LA ANCIANA EN LA LLUVIA
Era una noche de viernes lluviosa. Tan lluviosa que apenas podía ver donde iba en las oscuras y desiertas calles de la colonia Doctores, pero aún no podía volver a casa. Como Instructor del Instituto Electoral del Distrito Federal, tenía que cumplir con las metas que nos habían fijado, a pesar de la hora y la lluvia. Confié en mis conocimientos de la zona y repasé mentalmente la dirección que buscaba, cerciorándome de que caminaba por la calle indicada. Hice un esfuerzo por mirar la numeración de las viejas casas que se mezclaban con unidades construidas a raíz del sismo del 85.
Veintisiete... veinticinco. Es del otro lado, pensé. Veinte... dieciséis... catorce... doce... ¡diez! Aquí es. Toqué la puerta en espera de respuesta, pero al darme cuenta de que se encontraba abierta y daba paso a un patio, penetré esperando ver a alguien en la oscuridad mientras saludaba.
-¡Buenas noches! -grité sin que nadie me contestara.
-¡Buenas noches! -insistí, tratando de aguzar el oído para captar cualquier ruido del interior de los cuartos. Estaba a punto de darme por vencido y salir, cuando a mis espaldas escuché la voz de una anicana que contestó mi saludo desde uno de los cuartos.
-Buenas noches, ¿qué se le ofrece?
-Busco a Josefina García. Vengo del Instituto Electorla del Distrito Federal -dije con voz amable.
-Soy yo -dijo la mujer- pero pase por favor, que se está mojando.
Entré al cuarto que estaba escasamente alumbrado, notando de inmediato un ligero pero penetrante olor a quemado. Los muebles eran antigüos y en una cama yacía el cuerpo de una niña del que, por un momento, me pareció que salía humo.
-Es mi nieta que duerme -aclaró la anciana, que representaba algunos años menos de los setenta que según su clave de elector pronto cumpliría. Su aspecto era dulce, aunque su mirada un poco extraña.
Le expliqué que el motivo de mi visita era porque había sido seleccionada para participar como funcionario de casilla y me enviaban a capacitarla, para ejercer el cargo que más adelante le darían. Ella aceptó e invitó a sentarme. Cerca de la puerta me quité el impermeable, dejándolo en el respaldo de una vieja silla de madera y luego me senté en un sillón. La señora me ofreció café y acepté con la esperanza de que la bebida me proporcionara un poco de calor. Mientras lo preparaba, busqué el material dentro de mi mochila, aprovechando también para echarle una ojeada al lugar. El cuarto se apreciaba limpio y ordenado, agradable, a pesar de lo viejo de los muebles. En las paredes colgaban varios retratos, sobresaliendo uno retocado que seguramente presentaba a la anciana cuando era joven. En la pared, justo en la cabecera de la cama donde descansaba la niña, había un altar con muchas imágenes de diferentes santos frente a los que ardían dos veladoras a punto de extinguirse, una de ellas peligrosamente cerca de la orilla. La habitación olía a "guardado", aunque seguía percibiéndose en el ambiente un ligero pero penetrante olor a quemado.
Al regresar la mujer con el café, le pregunté si no se estaba quemando algo, y ella contestó que al salir de la cocina había apagado todos los quemadores y que no me preocupara. Después del primer sorbo de café, olvidé el asunto y continué con mi trabajo, llenando la cédula a conciencia. Doña Josefina me informó que en su juventud había estudiado una carrera comercial y que ahora se dedicaba a coser ropa ajena para sobrevivir en compañía de su nieta. Al enterarme de que no había recibido por correo su convocatoria para particiar, le entregué una forma personal pidiéndole que firmara el talón al calce, lo cual hizo estampando un garabato ilegible con mano firme, mirando a través de la parte baja de sus anteojos bifocales. Recorté el talón y lo guardé en una de las bolsas de la mochila; enseguida, le impartí la capacitación, notando en ciertas ocasiones que de ella también emanaba ese penetrante olor a quemado. Sin embargo, su mirada dulce me producía una inexplicable sensación de que comprendía todo cuanto le decía y perdonaba mi intromisión en su privacidad. Al terminar, mientras conversábamos de otros temas, busqué en mi mochila una guía para darla a la viejecita, cayendo en la cuenta de que se me habían terminado, por lo que quedé de llevarla al día siguiente. Después me despedí, agradeciendo el café y la atención que doña Josefina había puesto a mi exposición.
-Vuelva pronto -dijo con un tono casi de súplica-; casi nadie me visita y para mí es agradable conversar con alguien.
-Mañana vengo -prometí-, si tiene dudas se las aclaro y me invita otro café.
Me coloqué el impermeable y salí rápidamente a la lluvia con intención de ir a casa, pensando que después de todo era inútil seguir visitando personas sin llevarles la necesaria guía; por lo demás, la hora hacía impropia cualquier visita. Al llegar a mi habitación y desvestirme pude percibir que el olor a quemado había quedado impregnado en mi ropa.
Un intenso y cálido sol convirtió el sábado en un hermoso día que invitaba a la actividad y atraía a las calles. En el Distrito XVI, platicando con los compañeros olvidé el incidente de la noche anterior hasta que me dispuse a pedir el material para salir a reanudar mis visitas a los ciudadanos. Al hacer un recuento, dentro de mi mochila encontré el talón con la firma de Doña Josefina, notando que al reverso presentaba unas extrañas huellas de unos dedos infantiles llenos de tizne. Sin tratar de explicarme esto, recordé que le debía su Guía a la dulce anciania, por lo que solicité una de más. En vista del compromiso con la anciana, decidí visitar primero esa zona. Al llegar a la calle que visité la noche anterior, todo parecía diferente. Reconocía algunas vecindades que había visto la víspera, pero al buscar el número 10 no pude encontrar la casa de la viejecita. En el lugar que correspondía se encontraba un terreno baldío resguardado por una barda metálica. Nuevamente recorrí la numeración de ambos lados de la calle, regresando siempre neciamente al mismo lugar. Desconcertado pregunté por la anciana a dos vecinas que platicaban animadamente acompañadas de algunos niños.
-¿Doña Jose? No. La única Josefina García que ha vivido por aquí falleció hace cinco años. Su casa estaba ahí donde está el baldío. -dijo la mujer mientras señalaba con la mano la barda metálica.
-¡Ay! Es la señora que murió junto con su nieta cuando se incendió su casa, ¿verdad? -preguntó la otra mujer dirigiéndose a la primera.
-Sí. Era la señora que cosía ropa, ¿se acuerda? Dicen que una veladora cayó a la cama de su nieta y ella no quiso salir para salvarse cuando vio a la niña muerta -contestó la primera.
Me alejé pensativo dejándolas con su plática mientras miraba fijamente el talón con la firma que la ancianita había estampado, del que emanaba un ligero olor a quemado, y al pasar junto a la barda, por una rendija alcancé a observar restos de muebles quemados. Correspondían a los muebles que el día de ayer había visto en casa de Doña Josefina. No pude menos que pensar que el padrón necesitaba urgentemente ser actualizado. Después me encogí de hombros y me dispuse a dar mi mejor cara en la siguiente visita.
Poniendo algo de orden en mi librero, encontré el libro Memorias de la capacitación electoral en el Distrito Federal. Proceso electoral local 2000. Se pidió a los instructores que escribieran sus experiencias durante dicho proceso electoral. Los instructores tenemos la tarea, primero, de visitar en su domicilio a los ciudadanos que resultaron seleccionados para participar en las Mesas Directivas de Casilla (como presidentes, secretarios o escrutadores). Despés los capacitamos tanto en su domicilio como en centros fijos. El trabajo suele ser bastante ordinario, pero de vez en cuando suceden cosas dignas de contarse. Así, la obra está dividida en los siguientes apartados: lo divertido, lo estimulante, lo dramático, lo insólito, lo desagradable, el método y relatos completos.
En relatos completos, el instructor José Mercado Jiménez nos cuenta algo insólito:
LA ANCIANA EN LA LLUVIA
Era una noche de viernes lluviosa. Tan lluviosa que apenas podía ver donde iba en las oscuras y desiertas calles de la colonia Doctores, pero aún no podía volver a casa. Como Instructor del Instituto Electoral del Distrito Federal, tenía que cumplir con las metas que nos habían fijado, a pesar de la hora y la lluvia. Confié en mis conocimientos de la zona y repasé mentalmente la dirección que buscaba, cerciorándome de que caminaba por la calle indicada. Hice un esfuerzo por mirar la numeración de las viejas casas que se mezclaban con unidades construidas a raíz del sismo del 85.
Veintisiete... veinticinco. Es del otro lado, pensé. Veinte... dieciséis... catorce... doce... ¡diez! Aquí es. Toqué la puerta en espera de respuesta, pero al darme cuenta de que se encontraba abierta y daba paso a un patio, penetré esperando ver a alguien en la oscuridad mientras saludaba.
-¡Buenas noches! -grité sin que nadie me contestara.
-¡Buenas noches! -insistí, tratando de aguzar el oído para captar cualquier ruido del interior de los cuartos. Estaba a punto de darme por vencido y salir, cuando a mis espaldas escuché la voz de una anicana que contestó mi saludo desde uno de los cuartos.
-Buenas noches, ¿qué se le ofrece?
-Busco a Josefina García. Vengo del Instituto Electorla del Distrito Federal -dije con voz amable.
-Soy yo -dijo la mujer- pero pase por favor, que se está mojando.
Entré al cuarto que estaba escasamente alumbrado, notando de inmediato un ligero pero penetrante olor a quemado. Los muebles eran antigüos y en una cama yacía el cuerpo de una niña del que, por un momento, me pareció que salía humo.
-Es mi nieta que duerme -aclaró la anciana, que representaba algunos años menos de los setenta que según su clave de elector pronto cumpliría. Su aspecto era dulce, aunque su mirada un poco extraña.
Le expliqué que el motivo de mi visita era porque había sido seleccionada para participar como funcionario de casilla y me enviaban a capacitarla, para ejercer el cargo que más adelante le darían. Ella aceptó e invitó a sentarme. Cerca de la puerta me quité el impermeable, dejándolo en el respaldo de una vieja silla de madera y luego me senté en un sillón. La señora me ofreció café y acepté con la esperanza de que la bebida me proporcionara un poco de calor. Mientras lo preparaba, busqué el material dentro de mi mochila, aprovechando también para echarle una ojeada al lugar. El cuarto se apreciaba limpio y ordenado, agradable, a pesar de lo viejo de los muebles. En las paredes colgaban varios retratos, sobresaliendo uno retocado que seguramente presentaba a la anciana cuando era joven. En la pared, justo en la cabecera de la cama donde descansaba la niña, había un altar con muchas imágenes de diferentes santos frente a los que ardían dos veladoras a punto de extinguirse, una de ellas peligrosamente cerca de la orilla. La habitación olía a "guardado", aunque seguía percibiéndose en el ambiente un ligero pero penetrante olor a quemado.
Al regresar la mujer con el café, le pregunté si no se estaba quemando algo, y ella contestó que al salir de la cocina había apagado todos los quemadores y que no me preocupara. Después del primer sorbo de café, olvidé el asunto y continué con mi trabajo, llenando la cédula a conciencia. Doña Josefina me informó que en su juventud había estudiado una carrera comercial y que ahora se dedicaba a coser ropa ajena para sobrevivir en compañía de su nieta. Al enterarme de que no había recibido por correo su convocatoria para particiar, le entregué una forma personal pidiéndole que firmara el talón al calce, lo cual hizo estampando un garabato ilegible con mano firme, mirando a través de la parte baja de sus anteojos bifocales. Recorté el talón y lo guardé en una de las bolsas de la mochila; enseguida, le impartí la capacitación, notando en ciertas ocasiones que de ella también emanaba ese penetrante olor a quemado. Sin embargo, su mirada dulce me producía una inexplicable sensación de que comprendía todo cuanto le decía y perdonaba mi intromisión en su privacidad. Al terminar, mientras conversábamos de otros temas, busqué en mi mochila una guía para darla a la viejecita, cayendo en la cuenta de que se me habían terminado, por lo que quedé de llevarla al día siguiente. Después me despedí, agradeciendo el café y la atención que doña Josefina había puesto a mi exposición.
-Vuelva pronto -dijo con un tono casi de súplica-; casi nadie me visita y para mí es agradable conversar con alguien.
-Mañana vengo -prometí-, si tiene dudas se las aclaro y me invita otro café.
Me coloqué el impermeable y salí rápidamente a la lluvia con intención de ir a casa, pensando que después de todo era inútil seguir visitando personas sin llevarles la necesaria guía; por lo demás, la hora hacía impropia cualquier visita. Al llegar a mi habitación y desvestirme pude percibir que el olor a quemado había quedado impregnado en mi ropa.
Un intenso y cálido sol convirtió el sábado en un hermoso día que invitaba a la actividad y atraía a las calles. En el Distrito XVI, platicando con los compañeros olvidé el incidente de la noche anterior hasta que me dispuse a pedir el material para salir a reanudar mis visitas a los ciudadanos. Al hacer un recuento, dentro de mi mochila encontré el talón con la firma de Doña Josefina, notando que al reverso presentaba unas extrañas huellas de unos dedos infantiles llenos de tizne. Sin tratar de explicarme esto, recordé que le debía su Guía a la dulce anciania, por lo que solicité una de más. En vista del compromiso con la anciana, decidí visitar primero esa zona. Al llegar a la calle que visité la noche anterior, todo parecía diferente. Reconocía algunas vecindades que había visto la víspera, pero al buscar el número 10 no pude encontrar la casa de la viejecita. En el lugar que correspondía se encontraba un terreno baldío resguardado por una barda metálica. Nuevamente recorrí la numeración de ambos lados de la calle, regresando siempre neciamente al mismo lugar. Desconcertado pregunté por la anciana a dos vecinas que platicaban animadamente acompañadas de algunos niños.
-¿Doña Jose? No. La única Josefina García que ha vivido por aquí falleció hace cinco años. Su casa estaba ahí donde está el baldío. -dijo la mujer mientras señalaba con la mano la barda metálica.
-¡Ay! Es la señora que murió junto con su nieta cuando se incendió su casa, ¿verdad? -preguntó la otra mujer dirigiéndose a la primera.
-Sí. Era la señora que cosía ropa, ¿se acuerda? Dicen que una veladora cayó a la cama de su nieta y ella no quiso salir para salvarse cuando vio a la niña muerta -contestó la primera.
Me alejé pensativo dejándolas con su plática mientras miraba fijamente el talón con la firma que la ancianita había estampado, del que emanaba un ligero olor a quemado, y al pasar junto a la barda, por una rendija alcancé a observar restos de muebles quemados. Correspondían a los muebles que el día de ayer había visto en casa de Doña Josefina. No pude menos que pensar que el padrón necesitaba urgentemente ser actualizado. Después me encogí de hombros y me dispuse a dar mi mejor cara en la siguiente visita.
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