sábado, 30 de mayo de 2015

Pláticas con el más allá

El historiador José Mariano Leyva (autor del libro El ocaso de los espíritus. El espiritismo en México en el siglo XIX; reseña aquí) en su plática "El Espiritismo y las fronteras de la disciplina histórica".

jueves, 28 de mayo de 2015

domingo, 24 de mayo de 2015

Be Witness / Sé testigo: Jaime Maussán (16)


Imagen de Thony Huerta.

Be Witness / Sé testigo: Jaime Maussán (15)



Comento lo que dice Jaime Maussán a partir del minuto 10 (por si usted quiere evitar escuchar lo que repite una y otra vez).

¿Llegará Maussán a decir que las "diapositivas de Roswell" en realidad muestran el cuerpo momificado de un niño de dos años?, ¿o simplemente dejará el asunto con un signo de interrogación?

El barco va cambiando de rumbo. Lo digo porque poco a poco, pasito a pasito, parece ir cambiando su discurso:

De "el letrero no ha sido descifrado, eso es mentira, hay una campaña de desinformación para hacerle creer a la gente que el caso está cerrado" pasa a "pensamos que era mentira porque nosotros lo intentamos antes de la conferencia y no lo logramos, pero ya también nosotros lo hicimos". Entonces aceptó que el letrero dice "cuerpo de niño de dos años", pero que la palabra "momificado" no era clara. Después no parece estar cerrado a la posibilidad de que sí diga "momificado". Una vez que Iker Jiménez mostrara en su programa de televisión que algunos elementos que aparecen en las diapositivas (el piso, el sillón, etc.) son iguales a las instalaciones del museo de Mesa Verde, se ha puesto a investigar en ese sentido. Presionado por la información que comenzó a salir después de Be Witness, parece que está haciendo lo que debió hacer antes de la conferencia. 

Finalmente (aunque mantiene su creencia de que el cuerpo que se observa en las diapositivas es un extraterrestre) acepta que pueda tratarse de un ser humano, aunque con malformaciones (por los análisis de los "expertos"). Falta que acepte la posibilidad de que los expertos estén equivocados.

Me pregunto qué significa que "acepta su responsabilidad" más allá de decir esa frase. Si Maussán llegara a reconocer que el cuerpo no es de un extraterrestre sino de un niño momificado, aceptar su responsabilidad significaría devolver las entradas, no sólo pedir disculpas o decir "para la próxima seré más cuidadoso".

miércoles, 20 de mayo de 2015

Curar con ángeles e imanes

René Mey e Isaac Goiz Durán son un par de charlatanes. 

El primero dice comunicarse con ángeles y sanar enfermedades, su supuesto contacto con los "seres de luz" le ha permitido llenarse los bolsillos de dinero. El segundo (a quien la señora Beatriz Evangelista promueve sin vergüenza en su programa de televisión) habla del "par biomagnético", pero de ahora en adelante será su hijo David Goiz Martínez quien llevará este fraude a otras partes del mundo. 


¿Cuánto dolor y sufrimiento pueden causar sinvergüenzas y timadores en el campo de la salud? Jesús Yusuf Isa Cuevas nos ofrece su testimonio en el blog El viaje de Lonjho: Una triste historia

jueves, 14 de mayo de 2015

Be Witness / Sé testigo: Jaime Maussán (14)

El físico Robert L. Park, en el capítulo Sólo los champiñones crecen en la oscuridad o Cómo el secretismo oficial favorece a la ciencia vudú de su libro Ciencia o Vudú. De la ingenuidad al fraude científico (Grijalbo, colección Arena abierta, 2001), escribió sobre el incidente Roswell: "Un 1994, la secretaria de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, Sheila Widnall, aceptó promulgar una disposición, sin precedentes, por la que se descargaba a cualquiera que tuviera información sobre el supuesto incidente relativo a los ovnis acaecido en 1947 cerca de Roswell (Nuevo México) de la obligación de mantener dicha información en secreto. La secretaria Widnall, física e ingeniera aeronáutica de extremada sensatez, en excedencia del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), consideraba que las fuerzas aéreas tenían cosas más importantes que hacer que ir a la caza de historias de ovnis; sin embargo, el diputado por Nuevo México Steven Schiff insistía en que se realizara una completa investigación que abarcara todos los datos y testimonios disponibles. Schiff pretendía tranquilizar a la opinión pública en el sentido de que no había ninguna operación de encubrimiento por parte del gobierno. Personalmente yo no esperaba que nadie se presentara ya con información nueva, pero recordé, con cierta desazón, mi propio «incidente de Roswell»."

Park se refiere a un avistamiento nocturno que tuvo en 1954 cuando, como joven teniente de las fuerzas aéreas norteamericanas se le asignó temporalmente –para supervisar la instalación de un nuevo sistema de radar- a la base Walker, en Roswell. El “platillo volador” que le seguía mientras Park conducía su auto resultó ser el reflejo, en una línea telefónica que discurría paralela a la carretera, de los faros delanteros de su automóvil. Park afirma que aquella experiencia fue una lección de humildad: “Me había predispuesto a ver un platillo volante, y mi cerebro se encargó de ello. Ahora, cada vez que me impaciento con las personas que creen en los ovnis –cosa que me sucede con frecuencia-, trato de recordar aquella noche en Nuevo México en que, durante unos segundos, yo también creí en los platillos volantes.”


LA TRANSFORMACIÓN DE LA HISTORIA

La historia del "incidente Roswell" ha evolucionado con el tiempo. Los medios de comunicación y los ufólogos han agregado detalles hasta hacerla más compleja, Park explica:

El 14 de junio de 1947, William Brazel, capataz del Rancho Foster, situado a unos ciento veinte kilómetros al norte de Roswell, observó una amplia zona llena de escombros a unos once kilómetros de la vivienda del rancho. Dichos escombros consistían en tiras de neopreno, cinta, láminas metálicas, cartón y pedazos de madera. En aquel momento no se molestó en examinarlos más de cerca, pero unas semanas después oyó hablar de los primeros informes sobre platillos volantes y se preguntó si lo que había visto podía tener alguna relación. Regresó al lugar acompañado de su esposa, y recogió algunas de las piezas. Al día siguiente se dirigió a la cercana población de Corona para vender lana, y estando allí le «susurró en tono confidencial» al shérif de Lincoln County, George Wilcox, que era posible que él hubiera encontrado piezas de uno de aquellos «discos voladores» de los que hablaba la gente. El shérif lo comunicó a la base aérea de Roswell. El ejército envió a un oficial de inteligencia, el comandante Jesse Marcel, para que lo comprobara. Marcel consideró que los escombros parecían piezas de un globo sonda o de un reflector de radar. Pudo meterlo todo sin ninguna dificultad en el maletero de su coche. 

El asunto podía haber terminado ahí, pero al día siguiente la oficina de relaciones públicas del Campo de Aviación del Ejército de Roswell envió un confuso informe a la prensa, diciendo que el ejército «se había apoderado de un disco volante gracias a la cooperación de un ranchero local y de la oficina del shérif». El ejército publicó inmediatamente una rectificación, describiendo los escombros como pertenecientes a un receptor de radar estándar. Pero ya era demasiado tarde. Había nacido el «incidente de Roswell». Con el paso de los años, la rectificación de aquella nota de prensa inicial acabaría pareciendo cada vez más una tapadera. 

Cuando, unos años después (1954), me enviaron a Roswell para que instalara el nuevo radar, el Campo de Aviación del Ejército de Roswell había pasado a denominarse Base de la Fuerza Aérea Walker, y acogía una fuerza de bombarderos de largo alcance B36. La Unión Soviética tenía la bomba, y Estados Unidos estaba preparando un rápido aumento de sus fuerzas estratégicas. Cuando llegué, los alojamientos para los oficiales solteros le la base estaban repletos, de modo que hube de alquilar una habitación en el pueblo, en una enorme casa de huéspedes situada en una tranquila calle flanqueada por hileras de álamos.

Los otros residentes de la casa de huéspedes, todos nacidos en Roswell, eran mucho mayores que yo. Eran casi como una familia, aunque se esforzaron para que también yo me sintiera como en casa, regañándome en tono amistoso por todos los «secretos» que había en Walker. Una cálida tarde de julio en la que estábamos hablando en el porche, la conversación giró en torno a las historias de platillos volantes. Sabían de los escombros hallados en el Rancho Foster en 1947: la noticia se había publicado en el Roswell Daily Record, Ni uno solo de ellos creía en las explicaciones que había dado el gobierno sobre globos sonda o receptores de radar; todos parecían estar de acuerdo en que los escombros tenían que proceder de algún proyecto secreto del gobierno o, quizás, de algún tipo de aeronave experimental rusa. No recuerdo que nadie sugiriera que procedían del espacio exterior.

No fue hasta 1978, treinta años después de que William Brazel observara los escombros en su rancho, cuando empezaron a aparecer cuerpos de extraterrestres en los relatos del «accidente». Con los años, la historia del comandante Marcel cargando trozos de madera, cartón y láminas metálicas en el maletero de su coche había crecido hasta convertirse en una importante operación militar para recuperar toda una nave espacial extraterrestre, que fue transportada secretamente a la Base de la Fuerza Aérea Wright-Patterson, en Ohio. A pesar de que el número de personas que podían recordar los acontecimientos sucedidos treinta años atrás disminuían, diversas fuentes de segunda y tercera mano empezaron a añadir nuevos e increíbles detalles: no había habido un solo accidente, sino dos o tres; los alienígenas eran pequeños, con grandes cabezas y vasos de succión en los dedos; un extraterrestre había sobrevivido durante un tiempo, pero el gobierno le había mantenido oculto; y así sucesivamente. 

Como un gigantesco aspirador, la historia había incorporado informes acerca de accidentes de aviación sin ninguna relación con el caso y experimentos realizados con paracaídas desde una gran altitud utilizando maniquíes con forma humana, a pesar de que, en algunos casos, estos hechos habían tenido lugar varios años después y a muchos kilómetros de distancia. Varios «investigadores» sobre ovnis lograron juntar fragmentos de tales informes para crear el mito de un encuentro con extraterrestres, un encuentro que había sido ocultado por el gobierno. Según estos creyentes, la verdad era demasiado espantosa para divulgarla. 

Si las piezas no encajaban, se retocaban para que encajaran; y si no se podía lograr que lo hicieran, se omitían. Para llenar las enormes lagunas que quedaban, los fieles especulaban. Con el tiempo, la distinción entre hecho y especulación se desvaneció. Se generó toda una serie de libros muy rentables y luego, toda una serie de respuestas escépticas por parte del escritor Philip Klass, especializado en temas aeroespaciales. Sin embargo, en el negocio editorial es un hecho demostrado que la seudociencia siempre vende más libros que la auténtica ciencia que la desenmascara.

Park afirma que los dudosos relatos sobre el incidente Roswell fueron explotados en diversos programas de televisión (como Unsolved Mysteries y magacines como Larry King Live). El punto culminante llegó cuando la cadena Fox TV exhibió en 1995 la famosa "autopsia extraterrestre". Cuenta Park: "Cuando los índices de audiencia de Alíen Autopsy empezaron a descender, tres años después, la Fox anunció que había contratado a sus propios expertos para que examinaran la película. Utilizando sistemas de ampliación de vídeo de alta tecnología, «como los de la NASA», éstos revelaron la escandalosa verdad: la película era una estafa. ¿Se disgustó la Fox por haber sido engañada? En absoluto. Lo que hizo fue jactarse de haber descubierto «uno de los mayores montajes de todos los tiempos». Con gran publicidad, se emitió un programa especial que describía como se había falsificado la película de la autopsia. Con ello, la Fox había logrado obtener beneficios de todo el ajetreo que rodeaba al incidente de Roswell."


EL PROYECTO MOGUL

Mientras tanto, sin embargo, y para asombro tanto de los creyentes como de los escépticos, la investigación de los archivos de las fuerzas aéreas en busca de información sobre el incidente de Roswell puso al descubierto un programa del gobierno de la década de 1940, que todavía seguía siendo secreto y que recibía el nombre de «proyecto Mongol». Realmente, pues, había una operación de encubrimiento, aunque no de una nave espacial extraterrestre.

En el verano de 1947 la Unión Soviética todavía no había hecho detonar su primera bomba atómica, pero ya resultaba evidente que sólo era cuestión de tiempo, y para Estados Unidos era imperioso estar al corriente cuando eso sucediera. Entonces se Exploraron diversos sistemas para detectar la primera prueba nuclear soviética. El Proyecto Mongol era una tentativa de utilizar micrófonos acústicos de baja frecuencia, colocados a gran altitud, con el fin de poder «oír» la explosión. La zona de interacción entre la troposfera y la estratosfera crea un «conducto» acústico que puede propagar las ondas sonoras a todo el mundo. Así, se enviaron a unos doscientos metros de altitud varios trenes de globos sonda con sensores acústicos para captar la explosión, reflectores de radar y otros instrumentos. 

Los trenes de globos se lanzaron desde Alamogordo (Nuevo México), a unos ciento sesenta kilómetros al oeste de Roswell. Uno de los científicos que habían participado en el proyecto Mongol y que aún vivían, Charles B. Moore, profesor de física jubilado, recuerda que al vuelo número 4, lanzado el 4 de junio de 1947, se le pudo seguir la pista hasta menos de treinta kilómetros del lugar en donde William Brazel observaría los escombros diez días después. En aquel punto se perdió el contacto. Los restos hallados en el Rancho Foster coincidían con los materiales utilizados en los trenes de globos. Actualmente las fuerzas aéreas han llegado a la conclusión de que, más allá de cualquier duda razonable, el accidente del vuelo número 4 desencadenó la extravagante serie de acontecimientos conocida como «incidente de Roswell». Si el proyecto Mongol no hubiera sido alto secreto, desconocido Incluso para las autoridades militares de Roswell, todo el episodio podía haber terminado en julio de 1947.


Desde la perspectiva actual resulta difícil comprender siquiera por qué el proyecto Mongol era secreto. De hecho, se abandonó antes de que los soviéticos probaran su primera bomba atómica, marginado por otras tecnologías de detección más prometedoras. No había nada en el proyecto Mongol que pudiera haber proporcionado a los soviéticos otra cosa que diversión y, sin embargo, se ha mantenido en estricto secreto durante casi medio siglo; incluso su nombre clave era secreto. Y lo seguiría siendo de no haber sido por las investigaciones iniciadas por el diputado Schiff. Parece ser que el secretismo simplemente forma parte de la cultura militar, y ha producido una montaña de materiales secretos. 

Nadie conoce realmente el tamaño de esta montaña de documentos, pero, a pesar de los periódicos esfuerzos de reforma, actualmente hay más documentos clasificados de los que había en el apogeo de la guerra fría. El gobierno estadounidense ha calculado el coste directo de mantenerlos en unos 2.600 millones de dólares anuales; pero el verdadero coste en términos de erosión de la confianza pública resulta incalculable. En un desesperado intento de poner el sistema bajo control, en 1995 el presidente Clinton promulgó una orden ejecutiva por la que, a partir del año 2000, se desclasificarían automáticamente todos los documentos que tuvieran más de veinticinco años, lo que, según estimaciones, equivale a más de mil millones de páginas.

Si todavía hay un misterio que rodea al: incidente de Roswell, es el de por qué la revelación del proyecto Mongol, en 1994, no puso fin al mito ovni. Parece haber varias razones, todas ellas relacionadas con el hecho de que la verdad llegó casi medio siglo tarde. Lejos de debilitar el mito ovni, los creyentes se aferraron al proyecto Mongol como prueba de que todo lo que el gobierno estadounidense había dicho anteriormente era mentira, y no había razón para creer que aquella no era simplemente una mentira más. Así, actualmente se mofan de todos los desmentidos del gobierno. 

Las fuerzas aéreas estadounidenses recopilaron cualquier posible fragmento de información relativo al incidente de Roswell, en el contexto de un amplio estudio, con la esperanza de poner fin a la historia. La enorme labor de localizar y cribar viejos expedientes, así como de localizar a los testigos supervivientes, se había iniciado ya antes de que el diputado Schiff pidiera que se hiciera pública toda la información. Para el personal del cuartel general de las fuerzas aéreas, en el Pentágono, responder a las exigencias de los autodenominados «investigadores de ovnis» —que aducían la Ley de libertad de información— se había convertido en una pesada carga, y estaban ansiosos por quitarse de encima el incidente de Roswell. La publicación de «El informe Roswell: caso cerrado» dio lugar a la conferencia de prensa más concurrida que se recuerda de todas las convocadas por el Pentágono.

Aunque las personas implicadas insistieron en que no se había planeado así, el informe de las fuerzas aéreas se terminó precisamente cuando estaba a punto de celebrarse el quincuagésimo aniversario del descubrimiento, por parte del William Brazel, de los escombros relacionados con el proyecto Mongol. En julio de 1997, miles de entusiastas de los ovnis acudieron a Roswell —convertido ahora en un popular destino turístico— con el fin de celebrar aquellas peculiares «bodas de oro». Compraban muñecas extraterrestres y camisetas conmemorativas, y se llevaban todos los libros que podían encontrar sobre ovnis y alienígenas. El único libro que apenas se vendió fue el extenso informe de las fuerzas aéreas. Después de todo, ¿quién se iba a tomar en serio al gobierno? Fox TV siguió emitiendo su película sobre la autopsia del extraterrestre a su agradecida audiencia. Diversos sondeos recientes indican que el número de personas que creen que existe una presencia real de extraterrestres, y que el gobierno la está ocultando, sigue aumentando. 

Sin embargo, resulta fácil atribuir una trascendencia excesiva a los datos relativos a la difusión de la creencia en los ovnis y en las visitas de alienígenas a la Tierra. Carl Sagan veía en el mito de los extraterrestres del espacio un equivalente moderno de los demonios que obsesionaron a la sociedad medieval; y para algunas personas influenciables constituyen una terrible realidad. Sin embargo, para la mayoría de la gente no parece tratarse de creencias profundamente arraigadas. Los ovnis y los extraterrestres constituyen únicamente una forma de añadir un toque de emoción y de misterio a la monotonía de sus vidas; y en Estados Unidos proporcionan, además, una buena excusa para meterse con el gobierno. 

El coste real del incidente de Roswell se debe medir en términos de pérdida de confianza pública. En nombre de la seguridad nacional, todos los gobiernos de este agitado mundo se sienten obligados a arrogarse la autoridad de mantener secretos oficiales. Quienes acceden al poder se aficionan rápidamente al secretismo. Éste permite al gobierno controlar lo que el público escucha.: las malas noticias se retienen; las buenas se dejan escapar. A la larga, sin embargo, episodios como el de Roswell dejan al gobierno prácticamente impotente a la hora de tranquilizar a sus ciudadanos frente a las inverosímiles teorías de conspiración o a la basura seudocientífica. 

La publicación de «El informe Roswell: caso cerrado», el 24 de junio de 1997, tuvo lugar sólo tres meses después de que en San Diego se encontraran los cadáveres de treinta y nueve miembros de una secta que rendía culto a los ovnis, denominada «La Puerta del Cielo». Se habían suicidado en grupo, en la creencia de que un gigantesco ovni, que seguiría al cometa Hale-Bopp, los recogería para llevarles al «siguiente nivel».

lunes, 11 de mayo de 2015

Be Witness / Sé testigo: Jaime Maussán (13)

¡¡LOS EXTRATERRESTRES GRISES COMEN NIÑOS!!
Por Dañel Muñiz
(estudioso de todos y cada uno de los misterios que la ciencia oficial mira con asco y desprecio; experto en todos los aspectos del misterio, lo insólito y lo paranormal, nadita de nada se me escapa)

Ni una semana había pasado de “Be Witness”, la conferencia del licenciado Jaime Maussán, cuando quien esto escribe leyó en varios sitios en internet que algunos interesados en el fenómeno ovni habían descifrado el cartel que aparece a los pies del extraterrestre de Roswell.

“Cuerpo momificado de niño de dos años”.

Tragué saliva y con gran preocupación continué analizando aquella información (que el amable lector puede encontrar aquí y aquí). “¡Dios mío!, ¿será posible que el médico cirujano naval José de Jesús Zalce Benítez esté equivocado?”.

Al terminar de leer aquellos artículos limpié el sudor de mi frente con un pañuelo y traté de contener el llanto. Me levanté de la silla y caminé de un lado a otro por toda la habitación.

¿Tendríamos que retractarnos todos aquellos que siempre defendimos que se trataba de la evidencia irrefutable del caso Roswell? Por unos instantes pensé que en cualquier momento abriría los ojos y me encontraría en mi cama. “Sí, es sólo una pesadilla.”, me repetí una y otra vez.

Me dirigí a la cocina. Tomé un poco de agua y entonces acepté que no estaba soñando. Tendría que asumir todas las consecuencias, como escribió el ex miembro del "Dream Team" Anthony Bragalia (la información aquí y aquí).

“Tendré que organizar una conferencia de prensa para explicarlo todo y pedir perdón a mis seguidores”, concluí con amargura.

Me fui temprano a la cama, pero pude conciliar el sueño hasta poco después de las dos de la mañana.

Las pesadillas no dejaron de atormentarme. Ray Santilli, el muñeco de la autopsia extraterrestre y la momia de las diapositivas se tomaron de las manos en círculo y comenzaron a girar como en los juegos infantiles. Se reían de todos los que habíamos creído en ambos casos. Maussán, el “dream team”, Daniel Muñoz y yo, con lágrimas en los ojos, suplicábamos que terminara el tormento...

El tormento llegó a su fin hasta que desperté.

Prendí mi computadora para ponerme al día en el asunto de las diapositivas.

El alma me regresó al cuerpo cuando vi lo que Maussán había respondido a lo que se decía sobre la supuesta tarjeta museográfica.

“No es clara la palabra MOMIFICADO, podría decir Similar a el cuerpo de un Niño de Dos Años”.


Nunca una frase tan corta había logrado mejorar mi estado anímico en toda mi vida.

Reí de alegría. Sólo era cuestión de ignorar la palabra “momificado” para inventar frases que no contradijeran nuestra verdad: las diapositivas muestran un extraterrestre reptiliano.

La frase podría ser en realidad: “EBE (Entidad Biológica Extraterrestre) que se comió el cuerpo de un niño de dos años.”

En cuanto esta frase se me ocurrió, corrí a mi biblioteca. Busqué el libro “La amenaza extraterrestre” de Salvador Freixedo. Antes de tomar el libro, limpié en mis ropas el sudor de mis manos. Estaba realmente emocionado.

La obra del ex jesuita demostraba contundentemente (es decir, irrefutablemente) que la frase que tenía en mente era correcta.

Llegué al capítulo seis: EBEs muertos y EBEs vivos. Encontré lo que buscaba.

"Tendrían que pasar muchos años para que descubriésemos el por qué del secreto y del nerviosismo de las autoridades: en el ovni de Roswell no sólo iban varios 'grises', sino que descubrieron también cuerpos humanos y, lo que es peor, cuerpos desmembrados y no por el impacto de la caída. Se pudo llegar a la certeza de que ya habían comenzado a 'procesarlos' en la misma aeronave de camino a su base."

“¡Eureka! Ya nadie podrá desmentir lo afirmado por Maussán. No hay peor ciego que el que no quiere ver. La verdad será evidente para todo aquel que tenga la mente abierta... La verdad os hará libres. La verdad no peca pero incomoda. Entre broma y broma, la verdad se asoma. Cuando se enojan las comadres salen las verdades. Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.”, reflexioné y regresé a la computadora.

¿De qué sirve hacer un gran descubrimiento si no se pone a disposición de la humanidad? Sin siquiera haber desayunado comencé a redactar estas líneas.

La verdad, es necesario hacer énfasis en ella, es que en el letrero o tarjeta museográfica, tal como afirmó Maussán, lo único legible es “cuerpo de niño de dos años”.

Pero eso es sólo parte de la verdad, la otra parte la descubrí yo (por lo que debo llevarme si no todo, sí la mayor parte del crédito): el letrero dice: “EBE (Entidad Biológica Extraterrestre) que se comió el cuerpo de un niño de dos años.” Y esa verdad (que descubrí yo), la vemos confirmada en el libro de Freixedo. Los EBEs procesan seres humanos para su sana y equilibrada alimentación.

Pero, diría Don Raúl Velasco, aún hay más.

Si se confirmara que sí aparece la palabra “momificado”, tampoco habría problema. En ese caso podríamos decir que la tarjeta dice: “EBE que se comió el cuerpo momificado de un niño de dos años.”

De hecho, tal vez sea la interpretación correcta (en tal caso también me debo llevar la mayor parte del crédito). Freixedo dice que los seres humanos encontrados en la nave estrellada en Roswell ya habían comenzado a ser procesados. ¿A qué se refiere Freixedo con "ser procesados"?, ¿tal vez a momificarlos? Es una posibilidad que no podemos descartar.

Para finalizar, dejo al lector la siguiente pregunta para que la reflexione profundamente los próximos días: ¿Las Entidades Biológicas Extraterrestres grises comen cuerpos humanos momificados y lo confirma el letrero de las diapositivas de Roswell?

Misterios y más misterios.

Para leer el artículo en el que explico la verdad sobre el "astronauta de Palenque", dar click aquí.

viernes, 1 de mayo de 2015

La ciencia moderna en la Nueva España

Una parte importante del libro "Los orígenes de la ciencia moderna en México (1630-1680)" de Elías Trabulse la ocupa Fray Diego Rodríguez. Veamos lo que al respecto explica el historiador. Con las siguientes líneas deseo comenzar a poner en contexto las "Sizigias y cuadraturas lunares" de Fray Manuel Antonio de Rivas (proyecto del que ya he escrito anteriormente, al final aparecen los enlaces correspondientes).

LAS TERTULIAS

Fray Diego Rodríguez ocupó en 1637 la primera cátedra de astrología y matemáticas que se impartió en la Real y Pontificia Universidad. Se le designó catedrático propietario. La asignatura era obligatoria para los estudiantes de la Facultad de Medicina y para los de Artes. Los cursos comenzaron a ser impartidos en latín, posteriormente se impartieron en castellano. Dice Trabulse que “Varias generaciones de médicos, astrónomos, matemáticos, ingenieros y agrimensores fueron beneficiarios de sus enseñanzas y del giro moderno que supo imprimirle a su cátedra. Su influencia se dejó sentir a todo lo largo del siglo.”

En sus clases “fue donde por primera vez se expusieron en México las teorías astronómicas de Copérnico, Kepler y Ticho Brahe, las físicas de Gilbert, Stevin y Galileo o las matemáticas de Cardano, Tartaglia, Bombelli y Neper. Fue una cátedra de alto nivel y abierta a las novedades, es decir, hacia el futuro, lo que provocó confrontaciones con los partidarios de la tradición. Fue en el aula universitaria donde, entre 1637 y 1668 –año de su muerte-, fray Diego inició el cambió, la transición del viejo al nuevo paradigma científico (…) logró desvincular definitivamente a las ciencias exactas de la metafísica y de la teología, tal como aparecían en el paradigma escolástico-medieval profesado en la Universidad, y aunque no hay duda de que esta impedimenta teológica perduró todavía muchos decenios en los estudios de filosofía que se realizaron en la Nueva España —basta recordar las sátiras de Gamarra, Moziño o Alzate en el último tercio del siglo XVIII—, es indiscutible que a partir de la apertura de la cátedra de matemáticas en el año de 1637 gran parte de la ciencia colonial fue hecha por individuos alejados de esas viejas preocupaciones metafísicas, tales como ingenieros, astrónomos o naturalistas que laboraron en sus investigaciones al margen de la Universidad y de los prejuicios escolásticos que la paralizaban. Por otra parte, toda esta actitud revela que la Colonia aceptó las nuevas tendencias antes que lo hiciera la metrópoli. En efecto, es un hecho que la comunidad científica novohispana, encabezada por el padre Rodríguez, aceptó los postula-dos de la ciencia moderna —primeramente en su versión hermética y después en la mecanicista— dos o tres decenios antes que los novatores lo hicieran en España.”


El padre Rodríguez –quien también realizó actividades administrativas dentro de la universidad- redactó escritos sobre matemáticas, astronomía y física.

Por otro lado, sus amplios conocimientos técnicos (hidráulica, agrimensura y construcción de aparatos de medición) prueban su concepción moderna del carácter experimental y cuantitativo del conocimiento científico.

Las obras públicas de la época (como el desagüe de la ciudad de México) requerían de conocimientos técnicos alejados de la visión escolástica de la ciencia. Esos conocimientos técnicos aparecieron en una obra titulada Relación Universal, Legítima y Verdadera del sitio que está fundada la muy noble y leal ciudad de México. Esta obra, aparecida en 1637, muestra los estudios y las discusiones en torno al desagüe de la ciudad, misma que sufrió una inundación de 1629 a 1635. Ingenieros, alarifes y arquitectos fueron convocados por el virrey para presentar proyectos para prevenir otra inundación similar. Fray Diego Rodríguez estuvo entre los participantes.

Una vez que se aprobó cómo se haría el desagüe, se tuvieron que hacer cálculos (volumen de tierra a mover, presión de las aguas, etc.). Así fue como la física aristotélica chocó contra la realidad.

Fray Diego distinguió entre física verbalista, apriorística y deductiva de los aristotélicos, y la nueva física experimental, inductiva y cuantificable. La primera sólo confundía, para Rodríguez un solo experimento podía invalidar argumentos probables y hasta lógicos. Sus trabajos prácticos (las obras de desagüe y sus tareas en la Catedral de México, para estas últimas fray Diego construyó aparatos de madera para mover pesadas campanas, desgraciadamente de esos aparatos no tenemos ninguno de los diagramas trazados por el científico) le llevaron a estudiar –usando matemáticas- hidráulica y mecánica. Así, usó matemáticas para resolver problemas técnicos.

Como geómetra fue solicitado para resolver problemas de agrimensura. Señaló los problemas en la medición de tierras, y propuso soluciones a los mismos.

La creación de la cátedra universitaria de matemáticas propició que se formara una tertulia científica. Reuniones de interesados sobre todo en las matemáticas y la astronomía, mismas que se llevaban a cabo en las casas de sus miembros. Escribían textos sobre cometas, eclipses y fenómenos meteorológicos. Elaboraban almanaques y lunarios. Estudiaban los procesos metalúrgicos y construían aparatos de medición. Empleaban el lenguaje semisecreto de las doctrinas herméticas. Discutían lecturas en las que discutían la cosmovisión jerarquizada de los aristotélicos y –como ya se mencionó- la jerarquización de la sociedad.

La imprenta de la familia Calderón fue un apoyo económico y moral para los tertulianos. Las obras de los más notables científicos que trabajaron de 1640 a 1700 salieron de ésta. En general, los comerciantes de libros que tenían imprentas apoyaron la publicación de libros científicos, aunque, a decir de Trabulse, ninguno alcanzó los niveles de calidad y excelencia de los Calderón Benavides.

No todos los libros y almanaques aparecen en las memorias que los libreros entregaron a la inquisición.

En 1647 se emitió un edicto en el que se ordenaba someter a censura los pronósticos, lunarios y almanaques, ya que –al rozar la astrología judiciaria- se les consideró subversivos. A varios de los contertulios de Diego Rodríguez se les prohibió publicar.

Tanto Rodríguez como otros autores, ocultaron sus escritos de los inquisidores. Sin embargo, varios contertulios fueron acusados de heterodoxia científica o de practicar la astrología judiciaria. Se les abrieron procesos y sus bibliotecas fueron confiscadas (un caso mencionado por Trabulse es el de Melchor Pérez de Soto, cuya biblioteca contenía numerosos volúmenes a favor y en contra de la astrología judiciaria; además de obras herméticas, de astronomía –Copérnico y Kepler están entre los autores de esta materia-, matemáticas, cosmografía, náutica, física, y de construcción de aparatos como relojes solares, telescopios y cronómetros).

Los científicos o intelectuales se defendieron argumentando que en materia científica no hay autoridad reconocida ni debe existir censura eclesiástica. Expresaron que una era la astrología judiciaria y otra la racional, misma que comprende la astronomía y la meteorología.

Las autoridades civiles y eclesiásticas se percataron de lo subversivas que podían ser las aparentemente inocuas tertulias de los científicos criollos (algunos de ellos tenían ya ideas independentistas). Así, las autoridades identificaron “a los astrólogos con conspiradores encubiertos y las tertulias con focos de disidencia política.”


FRAY DIEGO RODRÍGUEZ

Trabulse habla de dos etapas en cuanto a la recepción y difusión de la ciencia moderna en la Nueva España. Y en ambas etapas hay una figura relevante o emblemática:

1) De 1630 a 1670. Fray Diego Rodríguez. 2) De 1670 a 1700. Carlos Sigüenza y Góngora.

Ambos personajes tuvieron cosas en común: eran criollos, clérigos, catedráticos universitarios de matemáticas, interesados en las ciencias exactas y llegaron a ser astrónomos consumados.

Sobre las diferencias, Trabulse indica que “Fray Diego fue un científico puro y dedicó toda su vida a investigaciones y tareas estrictamente científicas sin desviarse nunca hacia otros temas. En cambio, Sigüenza fue lo que se denomina un polígrafo, ya que sus intereses desbordaron a menudo los temas científicos para incursionar en áreas como la poesía o la historia. Sin embargo, cada uno fue en su momento la figura central de un reducido núcleo de hombres de ciencia.”

La obra de Fray Diego –en palabras de Trabulse- forma el corpus científico más vasto producido por un solo hombre de ciencia durante el siglo XVII, y es uno de los más valiosos testimonios del cultivo de las ciencias exactas en México de toda la época colonial.”

Fray Diego fue autor de seis manuscritos (tres son de matemáticas, dos de astronomía y uno está dedicado a la construcción de aparatos científicos) y un impreso de 1652 sobre el cometa que apareció aquel año. Además escribió un tratado sobre logaritmos y sus aplicaciones, esta obra se extravió. Sus tablas logarítmicas de funciones trigonométricas –con uso práctico en astronomía- fueron las primeras en su género hechas en el mundo hispánico del siglo XVII. Su tratado sobre ecuaciones es, a decir de Trabulse, “posiblemente el trabajo más elaborado y más completo de toda su obra matemática.”

Trabulse especula que el escrito de fray Diego Rodríguez sobre logaritmos no fue editada debido a los altos costos de impresión, a la escasez de papel y al reducido número de personas interesadas en estos temas. Por otro lado, el historiador señala que las imprentas carecían de los caracteres tipográficos especiales que este tipo las obras de álgebra y trigonometría requerían y que no existían en México. Agrega que “Como en España y otros países europeos, en México la transición del manuscrito científico al libro impreso fue gradual, parcial y se prolongó por un periodo considerable hasta prácticamente el final de la dominación española, y esto debió más que a la censura inquisitorial cuya actuación en este sentido ya hemos evaluado, al hecho de que los científicos siempre fueron pocos en número lo que obligada a realizar tirajes reducidos que le resultaban incosteables al editor. Ello explica también que dichos libros sean de gran rareza y no pocas veces hayan escapado a las pesquisas de los bibliógrafos más sagaces y acuciosos.”

Fray Diego Rodríguez mantuvo correspondencia con intelectuales peruanos y españoles.

En su obra matemática, fray Diego distingue entre matemáticas puras y matemáticas impuras o aplicadas. En la parte dedicada a las matemáticas puras escribió sobre geometría, álgebra, aritmética y trigonometría. En la parte dedicada a las matemáticas impuras escribió sobre gnómica, mecánica, arquitectura, cosmografía, geografía, prosopografía, geodesia, magnetismo, hidrostática y cronología.

Además, Rodríguez hizo reflexiones acerca de la naturaleza de las matemáticas. Aquí, nuestro científico vio las matemáticas desde las doctrinas herméticas y neoplatónicas.

Veamos el contenido de su “Breve tratado de las elementales disciplinas matemáticas” (proemio de su “Tractatus Proemiabium Mathematices y de Geometría”):

1) De la Matemática en general. Qué cosa es la Matemática y en qué medida y razón se distingue de la física y de la metafísica. Cómo se distinguen sus principales ramas entre sí. 2) De la división de las disciplinas matemáticas en puras y en impuras y de sus definiciones. 3) De la prestancia y de la utilidad de la geometría especulativa. 4) De la división de la Geometría y de los Elementos de Euclides. 5) Qué cosa es teorema, qué problema, qué proposición y qué lema, para los matemáticos. 6) Cuáles son los principios de las Matemáticas.

Para fray Diego, las matemáticas son la base del conocimiento, ya que permiten comprender el cosmos regido por leyes numerables inmutables y armónicas. A su vez, consideraba que la geometría (a la que definía como la ciencia de las magnitudes, de las proporciones y de las figuras) es la base de cualquier otro saber matemático (para apoyar su tesis recurre a argumentos de Euclides, Platón y Procio). Escribió sobre las aplicaciones prácticas de la geometría (como la geodesia y la agrimensura, como ya se mencionó) y sobre la relación entre la geometría y la arquitectura. Es pertinente aclarar que interpretaba la arquitectura desde el hermetismo. Estudió la relación de la aritmética y la geometría con la música.

Fray Diego define la astronomía como la ciencia de los cielos y las estrellas y sus movimientos y efectos. La astronomía busca las elevaciones, diferencias y distancias de los astros, estudia su comportamiento para posteriormente deducir los teoremas astronómicos que los gobiernan. Los movimientos y efectos de los astros están apoyados en razones o principios geométricos y aritméticos que están, a su vez, relacionados con la música.

Trabulse explica que fray Diego era un kepleriano: Los teoremas astronómicos “no son otros que los que rigen las armonías musicales del movimiento de los planetas según ya habían sido establecidos por Kepler, primeramente en su Mysterium Cosmographicum, obra en que relacionó los cinco sólidos perfectos de Euclides, también llamados "cuerpos platónicos", a saber, cubo, tetraedro, octaedro, dodecaedro e icosaedro, con los radios de las esferas de los planetas; y posteriormente en su Harmonices Mundi donde atribuyó al movimiento de estos últimos un comportamiento musical concertado, en el cual cada planeta, como en la polifonía, sigue su propia partitura. El movimiento de las esferas celestes es pues un "concierto perenne" cuyos sonidos solamente son audibles por la razón geométrica. La música polifónica es sólo un reflejo de la música de las esferas en la cual Dios es el artista.”

Así, para nuestro científico, toda la naturaleza –microcosmos y macrocosmos- era una obra de arte que podía ser interpretada mediante las matemáticas. En palabras del propio fray Diego: “El volumen del mundo, es decir del universo todo con sus orbes y esferas musicales, sólo puede ser concebido y conocido como imagen nuestra.”

Fray Diego –al ser kepleriano- aceptaba la tesis heliocentrista.

En cuanto a la metodología científica, Fray Diego era un empirista convencido, refiriéndose a los cometas escribió que “nada convence con tanta apacibilidad como las demostraciones que son patentes a los sentidos (…) el astrónomo, no debe dejarse llevar por la imaginación y afirmar a priori hipótesis indemostrables. Sólo los paralajes y demás mediciones astronómicas hechos con un profundo conocimiento de la trigonometría esférica permiten describir una realidad determinada.”

A lo anterior Trabulse concluye: “En suma, solamente la experiencia unida a una precisa cuantificación del fenómeno que se observa, puede permitir emitir un juicio sobre la naturaleza de dicho fenómeno. Congruente con este modo de, pensar, es lógico que fray Diego haya sido un acucioso y riguroso observador. Las mediciones astronómicas que realizó fueron siempre de admirable precisión.”

Fray Diego, como muchos otros científicos de aquella época, construyó sus aparatos de medición. Con ellos elaboró muchas tablas astronómicas, mismas que muestran que dichos aparatos fueron construidos con minuciosidad y cuidado. De otra forma no podrían explicarse la precisión de sus cálculos y mediciones (precisión mayor a la de las mediciones hechas por otros años más tarde). Algunos de sus escritos versan sobre las bases teóricas de los instrumentos de precisión que se utilizan en las matemáticas y en la astronomía, además de otros para la pedagogía. Y aunque no contamos con alguno de esos instrumentos, lo que se tiene son sus diagramas y explicaciones de uso. No hay suficientes datos para afirmar que construyó los telescopios que empleó en sus estudios, lo más probable es que los mandara a hacer con hábiles artesanos o que los haya mandado traer de Europa. Algunos de sus escritos describen la construcción de relojes solares, construyó varios pero sólo ha llegado uno hasta nuestros días.

Trabulse también se refiere a las cualidades pedagógicas de fray Diego, labor que realizó por 31 años. Veamos lo que el propio fray Diego escribió al respecto: “En la enseñanza de cualquier ciencia debe comenzarse por los principios más claros, fáciles y ele-mentales ya que éstos se comprenden fácilmente y hacen que se deduzcan y demuestren varias y admirables razones de aquellos desprendidas. Esto enseña, además, a que nadie dé una prueba como verdadera si no es que antes la hubiese confirmado con cierta y evidente razón.”

Recomendaba comenzar por los principios más claros, fáciles y elementales, y explicar con palabras sencillas y fácilmente inteligibles para que el alumno pudiera ir ascendiendo en sus estudios.

Fray Diego escribió también acerca de cómo hacer demostraciones en matemáticas: “un verdadero matemático aborda cualquier problema, eliminando los obstáculos que se le oponen y que parecen contradecir sus razonamientos; para posteriormente demostrar, comprobar y confirmar, firme e infatigablemente su proposición, eliminando absolutamente todas las dudas del intelecto.”

En otra parte anotó: “Hay que razonar con firme e infalible intelecto que disipe las dudas y elimine las fugaces tinieblas, descubriendo la verdad. La perseverancia y la finísima razón son el precio de la misma.”


LA ASTRONOMÍA DE FRAY DIEGO RODRÍGUEZ

Los escritos astronómicos de fray Diego nos permiten captar su modernidad científica.

Su Doctrina general repartida por capítulos de los eclipses de Sol y de Luna –uno de los textos astronómicos más importantes de toda la época colonial- además de contener sus observaciones astronómicas, contiene sus reflexiones acerca del sistema del mundo. Esta obra se divide en ocho capítulos, los temas son: astronomía teórica, astronomía práctica y cosmología. Es en dos capítulos de la tercera parte en la que aborda el tema del sistema del mundo: "Doctrina de las Tres Tablas puestas de la latitud de los Tres planetas superiores Júpiter, Saturno y Marte según cálculo de Copérnico" y "Doctrina de la precedente Tabla de la latitud de Venus y de la siguiente de Mercurio, según los antiguos y Copérnico".

En su Discurso Etheorológico también aparece su visión de la forma del cosmos. Su otro texto astronómico es el Modo de clacular qualquier eclipse de Sol y Luna.

Fray Diego puso en duda la autoridad de Aristóteles: rechazó la existencia de las esferas celestes en las que supuestamente estaban incrustados los planetas, ya que los cometas recorrían libremente esos espacios y que los cielos (la región supralunar) fueran incorruptibles: “y lo que Aristóteles quitó de los cielos para que fuesen incorruptibles, eso mismo hemos de poner para que (no) lo sean (…) El haber cielos sólidos, fluidos o un purísimo ether no es de fe (…) No son aquellos cielos papel batido donde Dios escribe pronósticos felicísimos a los hombres con letras resplandecientes.”.

Negó las doctrinas aristotélicas, pues conocía las observaciones de Galileo sobre las lunas de Júpiter y las teorías de Kepler sobre la naturaleza ultralunar de los cometas. La obra astronómica de fray Diego incluye la observación y el cálculo de paralaje de los cometas. Mediante observaciones y cálculos de paralajes del cometa de 1652, Rodríguez probó que el cometa estaba situado “de la Luna para arriba.”

Para fray Diego no podemos saber el origen y naturaleza de los cometas, negó que causaran males (algunos han sido considerados buenos augurios): “hay cometas también plácidos, alegres, músicos y cantores, amigos de festines, y que son correos y portadores de buenas nuevas.”

Sobre las órbitas de los cometas y de los planetas, Rodríguez escribió: “se mueven por un círculo máximo tan indefectiblemente como los mismos astros, orden solo del cielo, y no de la región del aire, que ni aun rapto se les debe conceder; muévense al principio veloces y después tardos circularmente, y sin alguna excentricidad, y no con movimiento rectilíneo como quiso Juan Kepler, no admitido en la naturaleza.”

Por otro lado, fray Diego desarrolló, a partir de las ideas de William Gilbert, su hipótesis acerca de la gravitación. En su De magnete, Gilbert decía que existía un campo de fuerza con virtudes magnéticas alrededor de la Tierra. Usando la hipótesis copernicana, Gilbert generalizó esta idea a todo el sistema solar para explicar los movimientos de los planetas y la rotación de la Tierra. Fray Diego aceptó esta hipótesis: “Hay algunas virtudes en el cielo tan fuertes y eficaces (y más si son cercanas al cometa, y de su propia naturaleza) que llaman al cometa a aquella parte como la piedra imán al acero.”

Sobre sus ideas acerca del sistema del mundo, Trabulse escribe: “En los dos últimos capítulos de su Doctrina fray Diego desarrolló ampliamente su credo heliocentrista al fijarle a la Tierra la tercera órbita alrededor del Sol y al estudiar las distancias respecto de nuestro planeta de Marte, Júpiter y Saturno por una parte y de Mercurio y Venus por la otra, todo ello apegándose siempre a la ‘hipó-tesis copernicana’. Incluso en el último capítulo de dicha obra comparó los sistemas ptolemaico y copernicano y se decidió sin titubeos por el último pues era el que, según él, mejor representaba la realidad física del cosmos. Una lectura de ese texto nos convence más allá de toda duda que nuestro mercedario traspuso el umbral de la heterodoxia. Incluso en su obra impresa, el Discurso Etheorológico, que recibió la aprobación del ordinario, llega a afirmar que los cinco planetas mencionados giran alrededor del Sol.”

Fray Diego escribió que los planetas Júpiter, Saturno, Marte, Venus y Mercurio (como Tycho y otros mencionan), así como los cometas se mueven alrededor del Sol. No menciona a la Tierra. Trabulse considera que de esa manera fray Diego salvó su ortodoxia religiosa, pero que con toda probabilidad era un copernicano en secreto (era la teoría astronómica que mejor se ajustaba a sus observaciones astronómicas y a su concepción general del cosmos, recordemos su hermetismo).

Fue durante el segundo tercio del siglo XVII cuando en la Nueva España se comenzó a sustituir –lentamente- la física aristotélica por los principios modernos, la lucha entre ambas concepciones duró hasta finales del siglo XVIII.

En este cambió jugaron un papel importante tanto los ingenieros y constructores de máquinas –como se explicó más arriba- y fray Diego y sus discípulos.

Sin embargo, Trabulse señala que aunque elogiado después de su muerte, acaecida en 1668, pronto su obra fue olvidada “salvo esporádicas alusiones a su cálculo de la longitud geográfica de la ciudad de México.”

Algunos de sus manuscritos quedaron en el Convento grande de la Merced de México, otros llegaron a manos de Carlos Sigüenza y Góngora (no se tiene certeza del cómo).

En 1668, fray Ignacio Muñoz ocupó, a la muerte de fray Diego, la catedra de astrología y matemáticas. Sin embargo, fray Ignacio partió a España a principios de 1672, ocupó entonces la cátedra el bachiller Luis Becerra Tanco. Pocos días después falleció y la cátedra pasó a Carlos de Sigüenza y Góngora.

Enlaces:

De los conocimientos que permitieron que Onésimo Dutalon llegara a la Luna o Newton, Descartes y el primer cuento mexicano de ciencia ficción (primera y segunda parte).

El cuento de Fray Manuel Antonio de Rivas frente al Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España.

Un estudio sobre las "Sizigias y cuadraturas lunares".

La Filosofía Natural en la Nueva España y las "Sizigias y cuadraturas lunares".

Sizigias y cuadraturas lunares. Publicado en el año 2009 por el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM.