Me encantan mis lecturas para los siguientes días: Los cuarenta y uno: novela crítico-social de Eduardo A. Castrejón y Safari en la Zona Rosa de Gonzalo Martré.
En el primer trimestre del año 2010, en la UAM-I, llevé como optativa Narrativa mexicana del siglo XX. Un curso que disfruté mucho, leímos a Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, Elena Garro, Joaquín Hurtado, Eduardo Antonio Parra y Nadia Villafuerte, entre otros autores. De la novela de Eduardo A. Castrejón (que se publicó en 1906), el profesor, cuyo nombre no recuerdo, dijo que era de baja calidad literaria, pero que si teníamos curiosidad podía prestárnosla. Yo no se la pedí, no volví a verlo después de ese curso.
Encontré la novela en la biblioteca Vasconcelos, la publicó la UNAM en el 2010, incluye un estudio crítico de Robert McKee Irwin y el prólogo de Carlos Monsiváis. Al fin sabré si es tan mala como nos dijo el profesor.
Robert McKee Irwin dice que Eduardo A. Castrejón es el seudónimo del general Mariano Ruiz Montañés (1846-1932), quien se dedicó a la milicia y a la política. Otros de sus escritos son "Leyenda histórica del territorio de Tepic" (1914), "Reminiscencias históricas" (1926) "Leyenda histórica de los estados de Michoacán, Jalisco y Nayarit" (1927) y varios poemas (uno de éstos lo dedicó a Porfirio Díaz).
Aquí más sobre "el baile de los 41".
El único Safari que conocí en Zona Rosa fue el Cabaretito Safari, pero no es sobre ese lugar del que trata la novela de Martré.
Martré narra en esta novela lo que vio en el Club Safari. Sobre eso platicó acá.
Cabaretito Safari, digo, Safari en la Zona Rosa, publicada por vez primera en 1970, incluye, en la edición de Nitro Press, el prólogo de Carlos Gómez Carro.
Entre otras cosas, dice:
Es una novela de tema homosexual, pero con un tratamiento inusual, al menos en nuestro medio. En el 64, Miguel Barbachano Ponce había incursionado con una novela de tema análogo, El diario de José Toledo. La relación amorosa entre dos hombres es su tema, no obstante, tanto en esta novela como en otros relatos que aparecen por aquella época -la novela El norte de Emilio Carballido; los cuentos "Los amigos" (1962), de Juan Vicente Melo, "El viaje de Berenice" (1962), de Jorge López Páez, y "A la víbora de la mar" (1964), de Carlos Fuentes- se puede percibir que se trata de un asunto escabroso, hay una mirada culpable, lo mismo que en la incursión autobiográfica que emprendiera Salvador Novo, La estatua de sal (concluída en 1945, pero publicada hasta 1998). (...) Lo que inaugura la obra de Martré no es, entonces, el tema, sino su tratamiento. No lo ubica como un asunto clandestino o encubierto por la sordidez culpable, sino por un sentido carnavalesco: la obra marteana anula cualquier sentimiento de culpa causada por las relaciones homosexuales de sus personajes masculinos, y lésbicas, de parte de los femeninos. (...) No hay culpabilidad ni castigo, estamos lejos de Sodoma y Gomorra, lo que no deja de ser uno de los afortunados hallazgos de una obra habitada por una cofradía de libertarios de todo género, habitantes de ese Safari, antes que libertinos.
Y se pregunta el prologuista: "¿Por qué una novela como El vampiro de la colonia Roma (1979), de Luis Zapata, se vuelve una obra especialmente difundida, y que trata el tema de la homosexualidad de una manera abierta y desenfadada -muchos la consideran una obra precursora en este sentido-, a través de su personaje Adonis García (quien deambula por algunos de los mismos pasajes de Safari en la Zona Rosa), lo mismo sucede con El beso de la mujer araña (1976), de Manuel Puig, cuyos personajes también logran trascender las fronteras de la diferenciación hetero y homosexual -incluso política- y no la obra de Martré que las precede?"
La respuesta del prologuista descúbrala usted y también descubra el mundo que revela Martré en esta novela, como haré yo en los próximos días.
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