lunes, 20 de diciembre de 2010

Día Mundial del Escepticismo y Contra el Avance de las Pseudociencias
(Recordando a Carl Sagan)


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¿Cómo distinguir entre ciencia y pseudociencia?, ¿entre conocimiento auténtico y simple fraude?

Para contestar estas preguntas recurramos al filósofo Mario Bunge y al médico Ruy Pérez Tamayo.


Ciencia

En Seudociencia e ideología (Alianza) Mario Bunge nos dice que: la ciencia está integrada por una comunidad de investigadores que se comunican entre sí; para la ciencia el universo está gobernado por leyes naturales que no admiten excepciones; busca la verdad y no datos que confirmen dogmas; descansa sobre la lógica; pone al día su información; resuelve las disputas mediante la experimentación; las hipótesis científicas pueden demostrarse falsas; sus métodos son analizables, criticables y justificables; los científicos admiten su ignorancia y la necesidad de hacer más investigaciones; consideran que su campo está lleno de lagunas y solicitan críticas a sus colegas.

Por su parte, Ruy Pérez Tamayo -en Acerca de Minerva (el número 40 de la colección La ciencia para todos) y en Cómo acercarse a la ciencia (del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes)- da la siguiente definición de ciencia: actividad humana creativa cuyo objetivo es la comprensión de la naturaleza, y cuyo producto es el conocimiento.

Pero no se queda ahí, nos menciona algunas de sus características: La ciencia es una empresa esencialmente social. Sus observaciones y teorías deben ser conocidas, discutidas y aceptadas por sus colegas más cercanos, luego por el sector interesado de la sociedad científica de su país, y finalmente por la comunidad científica internacional. Mientras más amplio sea el consenso alcanzado por las ideas de nuestro investigador solitario, mayor será su contribución al conocimiento científico y su influencia en el desarrollo de la ciencia en general (...) El consenso generalizado es un carácter necesario e indispensable de la ciencia, pero no es suficiente.

Las proposiciones científicas son tentativas y aproximadas, aceptadas condicionalmente a pruebas cuyos resultados deciden si se conservan o modifican, y que además no afirman nada categórico sino siempre como un nivel de probabilidad.

¿En dónde radica la fuerza de la ciencia? En que funciona, trabaja, y nos permite hacer predicciones sistemáticas sobre la manera como se comportará X en las condiciones Y y comprobar tales predicciones cada vez que se hace la prueba.

La ciencia está basada en tres elementos que surgieron en tiempos diferentes, y que se refieren a dar la espalda o renunciar a ciertas posturas filosóficas:

1) Renuncia a las explicaciones sobrenaturales de los fenómenos propios de la naturaleza.
2) Renuncia a la búsqueda de respuestas a las grandes preguntas, como por ejemplo, ¿cuál es el destino del hombre?
3) Renuncia al intento de contestar cualquier pregunta (grande o pequeña) sobre la naturaleza por medio exclusivo de la razón.

Pérez Tamayo también se refiere al papel importante que tienen en la adquisición del conocimiento científico la experiencia, las observaciones, los experimentos y la verificación objetiva.


Pseudociencia

En el mencionado libro de Bunge encontramos las siguientes características de la pseudociencia: está integrada por una comunidad de creyentes, no de investigadores; busca datos que confirmen sus dogmas y suprime o tergiversa los datos desfavorables; no siempre respeta la lógica y los modelos matemáticos son la excepción; descansa sobre la autoridad; sus métodos no son contrastables ni justificables; sus hipótesis no pueden demostrarse falsas; no contiene leyes propiamente dichas; aprende poco de otros campos de conocimiento y contribuye poco o nada a ellos; los pseudocientíficos no admiten lagunas en sus respectivos campos y tampoco admiten la crítica.

Bunge, en su libro La investigación científica (Siglo XXI editores), anota: “la pseudociencia ocupa en la cultura urbana popular contemporánea una posición análoga a la que ocupa la ciencia en la cultura superior.”

Cuatro características de la pseudociencia son:

1. Se niega a fundamentar sus doctrinas (de hecho, no puede hacerlo).

2. Se niega a someter a contraste sus doctrinas mediante experimentación (gran parte de la pseudociencia es incontrastable).

3. Carece de mecanismo autocorrector. Anota el autor: “no puede aprender nada ni de una nueva información empírica (pues se la traga sin digerirla), ni de nuevos descubrimientos científicos (pues los desprecia), ni de la crítica científica (pues la rechaza con indignación). La pseudociencia no puede progresar porque se las arregla para interpretar cada fracaso como una confirmación, y cada crítica como si fuera un ataque. Las diferencias de opinión entre sectarios, cuando tales se producen, dan lugar a la fragmentación de la secta, y no a su progreso.”

4. Su objetivo no es establecer, contrastar y corregir sistemas de hipótesis (teorías) que reproduzcan la realidad, “sino influir en las cosas y en los seres humanos: como la magia y como la tecnología, la pseudociencia tiene un objetivo primariamente práctico, no cognitivo, pero, a diferencia de la magia, se presenta ella misma como ciencia y, a diferencia de la tecnología, no goza del fundamento que da a ésta la ciencia.”

Menciona y analiza tres ejemplos: la rabdomancia, la parapsicología y el psicoanálisis. Sobre estas pseudociencias sólo mencionaré que Bunge señala que sus tesis y técnicas no están fundamentadas en el conocimiento científico, las propuestas que hacen no son contrastables, los experimentos que realizan son metodológicamente inaceptables, algunos de esos experimentos son irrepetibles, aplican mal la estadística, ignoran las evidencias en contra de sus propuestas, etc.

Bunge ha dedicado parte de su carrera como filósofo al estudio de las pseudociencias, ¿por qué?, ¿es importante hacerlo? Ese estudio puede ayudar a las ciencias jóvenes a eliminar creencias pseudocientíficas, también puede ayudar a la gente a ser crítica, y puede servir al estudio interno de la ciencia (metaciencia).

¿Por qué otras razones estudiarlas? Porque podría haber algo de verdad en ellas, y también porque podríamos comprender la actitud social ante ellas: “¿cuáles son los mecanismos psíquicos y sociales que han permitido sobrevivir hasta la edad atómica supersticiones arcaicas, como la fe en la profecía y la fe en que los sueños dicen la verdad oculta? ¿Por qué no se desvanecen las supersticiones y sus exuberantes desarrollos, las pseudociencias, en cuanto se demuestra la falsedad de su lógica, de su metodología demasiado ingenua o maliciosa, y de sus tesis, incompatibles con los mejores datos y las mejores teorías de que dispone la ciencia?”


Conocimiento e ignorancia

Para finalizar mencionemos lo que la visión científica nos recomienda hacer frente a nuestro desconocimiento, es evidente que ignoramos la respuesta a una gran cantidad de fenómenos. ¿Qué hacer ante esa ignorancia?

Para Pérez Tamayo existen dos opciones: la más antigua, la tradicional y la más popular ha sido y sigue siendo inventa lo que no sabes, adivina lo que ignoras, rellena tu ignorancia con fantasía. La respuesta minoritaria ha sido y sigue siendo: detente ante lo desconocido, confiesa tu ignorancia, vive en la realidad de la incertidumbre. Pérez Tamayo nos dice que sus simpatías se inclinan más al lado minoritario.

Difícilmente contaremos siempre con los datos necesarios para analizar y llegar a comprender todos los fenómenos que nos interesan, sin embargo, no por ello nos comprometeremos con “explicaciones” que recurran a la magia o a lo sobrenatural. En palabras de Ruy Pérez Tamayo:

La filosofía de la ciencia enseña que las decisiones racionales siempre deberán hacerse sin información completa, que nuestro destino en la Tierra es adivinar la conformación más probable del sector de la naturaleza cuya estructura nos interesa y trabajar incansablemente en averiguar hasta dónde nuestra imaginación realmente corresponde a la realidad. El resultado de este doloroso proceso es lo que llamamos conocimiento. Y nada más.


Reflexión final

El escepticismo es una herramienta para protegernos a nosotros mismos: proteger nuestra salud (muchas veces nuestras vidas), nuestra integridad y nuestro dinero. No consiste -como algunos creen- en negar a priori cualquier afirmación de conocimiento. Consiste en evaluar críticamente dichas afirmaciones: ¿qué es lo que se está proponiendo?, ¿hay evidencia al respecto?, ¿de qué tipo?, ¿podría haber una explicación más sencilla?

Desgraciadamente los medios de comunicación se vuelven cómplices de los charlatanes al no presentar información completa, al no presentar visiones equilibradas, al promover la credulidad. Por otro lado, los científicos no suelen desenmascarar charlatanes (Sagan sí se ocupaba de esa tarea). Así que la responsabilidad está en nosotros. Debemos aprender a ser críticos con lo que tratan de vendernos.

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