viernes, 31 de mayo de 2013

Los "contactados" y sus cuentos...

¿En qué es experto Sixto Paz Wells? ¿En vida extraterrestre inteligente?, ¿en relaciones interplanetarias? ¡No! Sixto -como todos los supuestos "contactados"- es experto en el chorito mareador. Obviamente le encanta llamar la atención, que lo entrevisten. Los ufólogos, encantados, le siguen el juego. Lo presentan como "contactado por extraterrestres" y no como "presunto contactado". En fin.

Por otro lado, los conductores de los programas matutinos de revista no son nada críticos, destilan credulidad (estoy escribiendo puras obviedades, todos lo sabemos) y también lo presentan como un contactado hecho y derecho. Sixto Paz lanza sus cuentos y los conductores ni por error dudan de algo de lo afirmado. Sin ir más lejos sucedió ayer en la mañana...


Sixto está en México y anda promoviendo la conferencia que dará. 





Un "experto" en lo "paranormal", un chorero que dice ser amigo de los extraterrestres y un par de conductores crédulos


¿Cuál debería ser la presentación correcta? "Hoy nos acompaña el maestro en el choro mareador, el maestro de la mentira: Sixto Paz Wells." 

"Pronto me reuniré nuevamente con los extraterrestres"
 
En su blog, Alejandro Agostinelli se pregunta: "Si hubieses tenido un real encuentro con extraterrestres ¿aprenderías a contar tu experiencia de memoria?" En la página de Agostinelli pueden ver un video en el que se comparan dos entrevistas al mitómano, perdón, quise escribir al contactado.

Escribe Alejandro: El video consiste en la comparación de dos entrevistas (realizadas en momentos diferentes, por entrevistadores diferentes) sobre la misma experiencia. Paz Wells habla y habla y no cambia una coma del relato, al que intercala los '¡Caramba!' o los '¡Ay, mi madre!' en los momentos exactos. También son réplicas exactas sus gesticulaciones (cejas levantadas y otras expresiones faciales) y los ademanes con que ilustra movimientos, formas y reacciones contenidas en su cuento."

Pasen a ver el video del "contactado" que recita de memoria el relato de su experiencia:

http://factorelblog.com/2011/08/27/contactado-que-recita-su-relato-de-memoria/

miércoles, 15 de mayo de 2013

Sizigias y Cuadraturas Lunares

En el año 2009 el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó las “Sizigias y cuadraturas lunares…” de Manuel Antonio de Rivas. 


El texto va acompañado de fragmentos del proceso inquisitorial: la Petición de calificación y censura firmada por Fray Matías López Torrezilla, el Auto de censura firmado por Fray Francisco Larrea y Fray Nicolás Troncoso, la Solicitud de nueva calificación firmada por D. Mier, la Nueva calificación con rúbrica ilegible, la Defensa firmada por Diego Marín de Moya y el Auto de suspensión de la causa firmado por D. Mier.   

Además se anexan los siguientes documentos: una declaración dirigida al Santo Oficio en la que Fray Manuel Antonio de Armas inculpa de herejía a Fray Manuel Antonio de Rivas (“No le he visto en coro a alabar con los demás a Dios. No sé que haya oído misa desde que vive en este convento sino fue el día de la encarnación y eso fue porque Fray Nicolás Brito le dijo que le notaban en esto, y la oyó con un pie sobre otro sentado en su silla. Generalmente divide a todos con su lengua infernal con tanta voracidad en sus proposiciones…"); un texto anónimo escrito originalmente en maya y que se refería a las prácticas sexuales de algunos franciscanos, el documento se le imputaba a Rivas; el tercer y último anexo es una copia del relato original microfilmado y digitalizado. 

 
Veamos sólo uno de los pasajes que se sometieron a calificación: 

Onésimo Dutalón, protagonista de la historia escrita por Rivas, llega a la Luna y se encuentra con sus habitantes. Dutalon está hablando con los anctítonas cuando pasan cientos de ministros infernales, quienes explican: “Conducimos el alma de un materialista, que en el punto de la separación del cuerpo fue arrastrada a la puerta del infierno en donde no quiso recibirlo Luzbel diciendo que estaba informado por sus esbirros que rodean toda la tierra que es un espíritu inquieto, turbulento, enemigo de la sociedad racional y de la espiritualidad del alma. Que en su opinión la madre que le parió no era de mejor condición que el zorro, el puerco espín, el escarabajo y otro cualquier vil insecto de la tierra cuya alma muere con el cuerpo. Que no quería aumentar el desorden, la confusión y el horror que eternamente habita en su república, tal cual ella es, con el establecimiento de un impío. Y que luego luego escoltado por un destacamento de cuatrocientos demonios, fuese llevado a aquel gran pirofilacio, el sol.” Los anctítonas se sorprenden y Dutalon explica que –según cierto anglicano- el demonio fijó su trono en medio del Sol. 

¿El pasaje mencionado es contrario a la doctrina? Fray Diego Marín de Moya, en la defensa afirmó: 

“La existencia del infierno y la eterna o interminable duración de sus penas, son dos puntos decididos por las Sagradas Escrituras y propuestos como de fe por nuestra Santa Madre la Iglesia; pero acerca de su situación local, o sobre el lugar determinado en que se halla, todavía no tenemos decidida cosa segura, determinada y positiva, porque lo único que se nos dice y creemos es que el infierno está en un lugar obsucuro y profundo, a donde el modo de ir es descendiendo o cayendo. Esto se saca de las expresiones de los profetas y demás autores sagrados del ofertorio que puso la Iglesia en la misa por los difuntos. Pero si este lugar es en el centro de la tierra o en alguna de sus partes, ni la Iglesia ni los autores sagrados nos lo dicen. Y mismo silencio que se ve sobre este punto en la sagrada escritura nos debiera enseñar a los cristianos a no ser curiosos en semejante materia. Pero es de decir que en la hipótesis copernicana, en que el sol está en el centro del mundo y la tierra se mueve alrededor del mismo sol como planeta, el sol estaría en el punto más bajo de todo el universo, como en lo más alto el empíreo. Y así, por consecuencia de doctrina, quien adopte un tal sistema debe decir que quien desde la tierra va al empíreo, asciende, sube o va a lo más alto y quien va al mismo sol desde la tierra, va a lo profundo, desciende o baja. Y esta es una de las consideraciones que indujeron al anglicano Svvidin, a colocar el infierno en el hermoso cuerpo del sol y contra éste (por la razón indicada) sería argumento de poca fuerza lo que en el ofertorio de la misa por los Difuntos asienta nuestra Santa Madre la Iglesia, puesto que las mismas expresiones de descenso o de caída al profundo apoyan el sentir del tal filósofo.” 

Fray Diego Marín de Moya dice que es su sentir “que las expresiones que se anotan no contienen cosa alguna contra la doctrina sana ni merecen teológica censura, y que la exposición o declaración del reconvencido autor de ellas es natural, clara, propia y nada violenta y que, en la suposición de que como manifiesta bien el contexto, escribió como un apólogo, pudo valerse muy bien de la hipótesis del movimiento de la tierra, de la colocación del infierno en el globo del sol, como burlándose de la invención moderna del inglés al modo que se han burlado algunos de los mayores filósofos del sistema cartesiano varios apólogos y señaladamente con el del viaje del mundo de Descartes.” Así, el auto de suspensión de la causa se firma el 14 de julio de 1777. 

 Dos estudios preceden los textos mencionados. 

1. “Viaje fantástico y escolástica inquisitorial: el derrotero lunar del fraile Manuel Antonio de Rivas” de Carolina Depetris. 

Depetris explica que “El cuento incomoda a la Inquisición, no por el fondo herético que podía esconderse en un entusiasta de la ciencia moderna, sino por aquellos hechos de ficción (de “fábula” dice el autor) que no encuentran correlato en el macizo aparato doctrinal. Los inquisidores asumen como real lo imaginado por el fraile y discuten sobre si es verdad o mentira que el infierno se encuentre en el Sol, que existan dos infiernos y si los astros y el ambiente influyen en el ‘temperamento de las personas’ y les trastocan el juicio. Los inquisidores,  apelando a la autoridad de la Biblia y de los padres de la Iglesia, declaran falsas y erradas las declaraciones de Rivas en su cuento: Sizigias y cuadraturas es un escrito repleto de supuestos heréticos.” 

Sobre la defensa dice: “Esta defensa es interesante porque se sustenta en el carácter imaginario del cuento y en las características del género apologético. Con la misma retórica escolástica que los acusadores y obliterando como ellos la filosofía moderna que se esconde en el cuento de Rivas, Marín de Moya se concentra en hacer valer el uso didáctico de la fantasía en los apólogos, tal como aparece en la Biblia y en una prolongada lista de autoridades, tanto gentiles como cristianas.” 

Termina su texto con las siguientes palabras: 

“Si Sizigias y cuadraturas resulta ser, por desbordar las normas habituales de acercamiento al mundo y abrir la realidad de lo conocido, el primer cuento fantástico escrito en Hispanoamérica, habría que ver, en el origen del género, dos cosas. Primero, los principios de la ciencia moderna asumidos por el pensamiento ilustrado mexicano en la segunda mitad del siglo XVIII y, consecuentemente, una crítica a los modos del pensamiento escolástico inquisitorial. Ya desde el último tercio del siglo XVII, sor Juana y Carlos Sigüenza y Góngora sostenían que la razón, la experimentación y el método eran principios epistemológicos suficientes de saber. Con esto comenzaban una rebelión frente a la escolástica que retomarían años después los jesuitas y franciscanos ilustrados de Nueva España. Los jesuitas fueron expulsados en 1767, y los franciscanos, por enseñar física experimental, fueron especialmente perseguidos por la Inquisición. En el marco de esta persecución habría que ver el nacimiento del género en América.

“Segundo, una historia de la literatura de corte fantástico nos llevaría, tal como enseña la defensa del fraile Rivas, a un origen estrechamente ligado a la actitud crítica, satírica y pedagógica de la fábula. El viaje a la Luna de Manuel Antonio de Rivas, como toda fábula, despliega en el plano de la fantasía una crítica a los hombres de la Tierra. Ni sus acusadores ni su defensor advirtieron en la ficción el peligro verdaderamente herético de esta realidad desdoblada.” 

2. “Los viajes lunares de Cyrano de Bergerac y del padre Manuel Antonio de Rivas” de Adrián Curiel Rivera. 

¿Pueden inscribirse las Sizigias y cuadraturas lunares dentro de la ciencia ficción? Es lo que el autor trata de responder. Para ello comienza revisando algunas de las definiciones de este género, claro, sin dejar de señalar la dificultad de encontrar una buena definición. Pero si escritores, críticos y teóricos no coinciden en una definición de lo que es la ciencia ficción, sí coinciden en señalar que el género nació con Frankenstein de Mary Wollstonecraft Shelley.  Pero, ¿hubo ciencia ficción antes de la mencionada obra?, ¿puede hablarse (sin caer en flagrante anacronismo) de la existencia de obras de ciencia ficción antes de 1929, cuando Hugo Gernsback empleó el término por vez primera?

El autor sostiene que “por lo menos dos textos anteriores a Shelly, los cuales relatan sendos viajes a la Luna, constituyen vigorosos ejemplares de ciencia ficción.” Se refiere a Historia cómica e imperios de la Luna (1657) de Savinien de Cyrano de Bergerac y a las Sizigias y cuadraturas lunares.  

“Las similitudes son asombrosas”, dice Adrián Curiel. Y después de explicar lo que sucede en ambas obras, añade que algunas similitudes son evidentes: “la común nacionalidad de los protagonistas, el idéntico argumento de la travesía hacia la Luna, las asambleas selenitas, la participación de personajes secundarios demonios, los disparatados dispositivos voladores.”

Pero hay otras, alguna son el “contraste entre los avances del conocimiento científico y la atroz superstición institucionalizada (…) la cuestión específica de cómo puede respirar el hombre en otra atmósfera (…) los motivos por los cuales los personajes deciden acometer la aventura al espacio exterior (…) El relumbrón de la Luna y sus sociedades ejerce una influencia tan poderosa que sus visitantes infieren que ése debe ser el paraíso habitado por Adán antes de su pecaminoso destierro (…) el uso paródico de los prejuicios de distintos colectivos, recurso con que se resalta lo infundado de las preconcepciones de todos (…) la naturaleza híbrida, notoriamente moderna, de ambas propuestas. Suerte de utopías y feroces pronunciamientos contra la hipocresía y el conformismo de los convencionalismos, morales y mentales.”   
  
En ambas historias la sociedad de los selenitas es mejor que la de los habitantes de la Tierra, “quienes aspiran a un mundo distinto y crean esa alegoría de sí mismos al representarse en otro contexto planetario. Metáforas que abren la mente a nuevas realidades, espejos contrapuestos que tienden a moverse. La idea de cambio, sin lugar a dudas, permea ambas narraciones.” 

Al final, el autor afirma que así como Historia cómica ridiculiza el pensamiento geoantropocéntrico, Sizigias y cuadraturas “relativiza el pensamiento escolástico medieval y expone la supina ignorancia que se esconde detrás de su abigarrado aparato conceptual. No sólo se ensaña con dogmas religiosos tenidos por artículos de ciencia, como el de la existencia del infierno y su puntual ubicación. También hace hincapié, por medio de los experimentos preparatorios de Dutalón, en la importancia de la observación y el método empírico como pasos imprescindibles para la comprobación racional de cualquier hipótesis. Actitud que dista lo suyo, en la Nueva España del último cuarto del XVIII, de los procedimientos auspiciados por el Santo Oficio, siniestro ‘científico’ de sus verdades doctrinales.”

viernes, 10 de mayo de 2013

NUEVO IRRACIONALISMO. Postmodernidad y Anticiencia.

Mario Méndez Acosta

Son demasiado optimistas las expectativas que anuncian la inminencia de una nueva época de Ilustración global. Por el contrario, la actual corriente multidisciplinaria que se hace llamar “postmodernidad” muestra aspectos oscurantistas militantes que en verdad deben ser motivo de preocupación para quienes consideran que en el conocimiento de la naturaleza y del universo se encuentra el camino hacia un estado de mayor bienestar para nuestra especie. 

El resentimiento en contra de la ciencia muestra dos vertientes: por un lado, están quienes sostienen ideologías y opiniones surgidas a través de un proceso formativo y educativo muy basado en las ciencias sociales y humanistas, que en especial le envidian a la ciencia su capacidad de obtener conocimientos certeros y sobre todo verificables y que consideran a la capacidad de la ciencia de modificar hasta sus concepciones más bien establecidas, como una muestra de su relativismo social y temporalidad inevitable. Para estos la ciencia no es más que una estructura de origen sociocultural y sus conocimientos simples apreciaciones de un grupo de privilegiados. 


La otra vertiente del rechazo social a la ciencia la representan quienes consideran que los hechos sobre la naturaleza que están documentados, atentan contra las concepciones mágicas y sobrenaturales que constituyen la fe religiosa y las aspiraciones de trascendencia de diversos grupos e individuos. En este caso, la comunidad científica es considerada como partícipe de una conspiración maligna para acabar con la fe de las personas y los valores morales o bien como una especie de nueva inquisición, dedicada a perseguir y a excomulgar a esos herejes que llegan a postular alguna idea que se oponga de entrada a las leyes de la naturaleza, a las que en ocasiones califican de no ser otra cosa que simples paradigmas temporales. 


En los casos más extremos, quienes sostienen esta visión anticientífica no sólo descalifican a la ciencia como medio para conocer el mundo, sino que desconocen la propia realidad como algo que exista en forma independiente de nosotros los seres humanos. De hecho, una de las características más notables de la llamada New Age –nueva era-, que constituye la filosofía más distintiva del neomodernismo es la noción de que cada persona puede mágicamente crear su propia realidad y alterarla según su gusto y necesidades. 

Se dan la mano los filósofos del relativismo social y los místicos mercachifles de fin de milenio. Sus discursos son intercambiables. Feyerabend, Imre Lakatos y Robert Anton Wilson le niegan la validez a la ciencia como vía legítima y especial para llegar al conocimiento, y abren las puertas a quienes no tienen nada que ofrecer al ser humanos más que palabras e ilusiones peligrosas. 

Sin embargo la reacción de la ciencia no es generalmente de preocupación. A la comunidad científica no le ocupan y menos le preocupan las actividades de quienes niegan su validez. Esto por un lado es explicable. Estamos en medio de una explosión tecnológica que alterará la vida –hasta hacerla irreconocible- de todo aquél que viva en el mundo dentro de apenas 50 años. En comunicaciones, entretenimiento, información, educación, cultura y empleos se basará una revolución económica sin paralelo desde la invención de la agricultura. Se da por descontado que la ciencia resolverá los problemas más amenazantes, como la producción de los alimentos, el agua potable y la protección del medio ambiente; pero esto de ninguna manera es algo seguro, para alcanzarlo se requiere de mucha investigación, la cual demanda recursos económicos y humanos bien capacitados y aquí es donde los científicos pueden sufrir los efectos del avance del sentimiento anticiencia, que se traduce cada año en todos los países en un número creciente de reducciones a los presupuestos de apoyo a la investigación, en la cancelación de los programas de investigación pura y avanzada y en el deterioro de la actividad académica en este ámbito. El futuro puede alcanzar a los científicos más rápido de lo que se imaginan y más les vale asumir una actitud más militante en la tarea de combatir la anticiencia, tanto en su variedad intelectual como en su faceta mágico-religiosa. 

Estas son las voces de quienes deploran la existencia misma de la ciencia: 

“No existe la tal verdad objetiva. Nosotros hacemos nuestra propia verdad. No hay tal cosa como la realidad objetiva. Nosotros hacemos nuestra propia realidad. Hay caminos espirituales, místicos e internos para obtener conocimiento. Si una experiencia parece real, es real. Si una idea se siente correcta, es correcta. Somos incapaces de adquirir conocimientos sobre la verdadera naturaleza de la realidad. La ciencia en sí es irracional o mística. Es sólo otra fe o sistema de creencias o mito, sin más justificación que cualquier otro. No importa si tus creencias son verdaderas o no mientras tengan sentido para ti”. Resumen de creencias de la Nueva Era, por Theodore Shick y Lewis Vaughn. 

“La ciencia es más como una iglesia que como una actividad racional y sus teorías no están más cercanas a la verdad final que los mitos y los cuentos de hadas”. “Si los contribuyentes creen en cosas como la astrología, herbolaria china, cosmología hopi, parapsicología, curación por la fe, acupuntura, creacionismo, vudú o las danzas de la lluvia, entonces estas teorías deben ser enseñadas en las escuelas públicas.” El Antimétodo de Paul Feyerabend. 

Un historiador del futuro o de otro planeta, que llegase a la Tierra y que tuviese acceso a todo lo que se publica o se difunde en nuestra sociedad contemporánea llegaría a la conclusión de que tenemos viaje espacial cómodo, rápido y barato, que tenemos contacto cotidiano con multitud de especies extraterrestres y que manejamos habitualmente poderes mágicos como la psicoquinesis, la telepatía, la clarividencia, la teleportación, etc. Todos los medios de difusión o entretenimiento manejan versiones ficticias o supuestamente reales que aseguran que tales prodigios son algo común. 

Pero la verdad es distinta; lo que ocurre diariamente en nuestras ciudades y campos está lejos de parecerse a esa visión de pacotilla, cuyo efecto real es narcotizar a grandes sectores de la población que pasan sus existencias en una especie de limbo nebulosos en donde resulta impensable hacer algo para modificar la situación social. 

Esos grupos sociales bajan su guardia crítica y están dispuestos a aceptar todo lo que se les diga. Recientemente, se difundió en la radio que observar el eclipse de luna del pasado mes de septiembre causaría daños a las personas y bebés en gestación. Numerosos sectores se abstuvieron así de disfrutar el fenómeno y manifestaron ciertos temores irracionales. De igual forma, corrió el rumor de que habría pronto un oscurecimiento planetario de varios días debido a una cortina de fotones que pasaría por el planeta. En forma deliberada algunos charlatanes impulsaron esta versión en los medios, sin que nadie expresara alguna duda. Lo que en verdad iba a ocurrir es el recrudecimiento normal de la actividad de las manchas solares. 

Estas reacciones de credulidad ante patrañas absurdas revelan el efecto reblandecedor que tiene en la opinión pública la visión anticientífica y aniquilan el pensamiento crítico.

La sociedad mexicana ha reaccionado en forma muy enérgica y positiva ante los alarmantes avances de esa otra faceta del postmodernismo que es la doctrina económica neoliberal y ha generado numerosas organizaciones no gubernamentales que defienden los intereses de grupos que no se sienten representados por las autoridades que legalmente tienen el deber de ver por sus intereses. 

Desde este punto de vista, la defensa de la perspectiva científica y racional acerca del universo que nos rodea se convierte en parte inseparable de la labor de defensa social que hacen los organismos ciudadanos y, en buena parte, las escuelas públicas de educación superior. Estos sectores a su vez no deben olvidar este hecho y necesitan incorporar la defensa del pensamiento crítico y la divulgación del conocimiento científico como parte esencial de su tarea de protección de los derechos del ciudadano. 

Resulta en especial deplorable cuando sectores contestatarios que reconocen la necesidad de la acción ciudadana en contra de la injusticia social y hasta de la violencia estructural prevalente en nuestros países, deciden recoger y defender algunas doctrinas mágicas o supersticiosas y abiertamente anticientíficas como parte de su postura de rebelión contra un sistema opresor, dentro del que ubican a la ciencia moderna; en especial, por ejemplo, a la medicina científica, contra la que oponen a las llamadas medicinas alternativas como una supuesta opción “revolucionaria”. Lo mismo ocurre con diversas sectas y cultos pretendidamente “orientalistas” o “aztequistas” que proponen soluciones mágicas a los problemas sociales. Ni las demenciales teorías sobre la energía “orgónica” de William Reich ni las de la genética leninista de Trofim Lysenko se hacen más verdaderas o justas por el hecho de que sus promotores hayan sido marxistas. 

Es también el doble patrón moral de los que sostienen la posición anticientífica y el relativismo del conocimiento de la realidad; por un lado, demandan libertad total de expresar sus creencias y, sobre todo, la de lucrar con ellas –no hay que olvidar que detrás de cada pseudociencia existe un próspero negocio, sostenido por el público consumidor engañado- sin embargo, se oponen y tratan de obstaculizar la difusión de las opiniones que les son críticas. Tratan deliberadamente que al público no se le dé a conocer la voluminosa información que demuestra claramente la falacia y lo engañoso de sus afirmaciones. En México al menos, es un delito en potencia publicar críticas contra las creencias de algunas religiones ya que en teoría pueden “ofender” la fe de ciertos grupos. Estas disposiciones, como las que sancionan la blasfemia en otros países, deben ser derogadas y para ello se requiere movilizar a una opinión pública realmente poco preocupada por estos hechos.

La postmodernidad se ha convertido en una serie de posturas, rituales, modas, estilos estéticos y doctrinas económicas y políticas que se caracterizan por su blandenguería y su profunda y tediosa vulgaridad. Desde la música “New Age”, incapaz de despertar ningún sentimiento fuera del letargo, hasta los colores pastel pálido de una arquitectura que regresa a estilos de períodos históricos que lograron la hazaña de no dejar ninguna huella en la historia del arte, el postmodernismo sólo busca adormecer las mejores cualidades críticas y la curiosidad del ser humano. 

Por supuesto, hay fuerzas económicas que tarde o temprano vendrán a restaurar el equilibrio y la vocación de progreso material, cultural y científico; pero siempre es conveniente ayudar a esas fuerzas históricas. No puede nuestra especie caer en un estado de parálisis cultural, como el que afectó a Egipto por tres mil años y a China por más de cuatro mil. 

En este momento están vivos más del 80% de los grandes científicos de toda la historia. Se ha reducido diez veces el plazo entre un descubrimiento y su aplicación; sin embargo, cada día se abandonan más y más tareas de búsqueda y difusión o se han cancelado en todo el mundo grandes proyectos como el del superacelerador de partículas que quedó a medio construir en una llanura tejana y con el cual se hubieran resuelto las cuestiones más misteriosas del comportamiento de las partículas elementales. Se canceló hace poco también, por falta de recursos el proyecto de George Bush de viajar al planeta Marte en 2017. 

Cada día se descartan más y más proyectos de gran importancia para el avance de nuestro conocimiento y de ello es en parte culpable el sentimiento anticientífico y oscurantista que prohija la postmodernidad. 

La ciencia es detestada porque destruye ilusiones de trascendencia espiritual de los individuos, y porque relega al ser humano a una posición muy secundaria como figura dentro del universo. Eso atenta contra el ego de muchos individuos, pero también la ciencia nos responsabiliza de nuestro futuro: no contaremos nunca con ayudas sobrenaturales ni extraterrestres para salvar nuestra civilización. Nos demuestra también que somos libres, y que si no asumimos esa libertad alguien nos va a dominar y a explotar toda nuestra vida. 

Nos demuestra la ciencia que no somos inmortales; pero al mismo tiempo permite la eventual realización tecnológica de ese ideal. Compite ya la ciencia con las ofertas consoladoras de las religiones y los mitos, y como lo hace leal y eficazmente, es detestada. Sus enemigos no descansan, y quienes llevan a cabo las tareas de investigación ni siquiera saben que están en la mira. Es necesario movilizar a la opinión pública culta –que ha sido capaz en México de detener una guerra- para que la defensa de la ciencia y la difusión de sus hallazgos y de su visión del mundo se haga parte de esa defensa social. 


Publicado en el número seis de “Razonamientos. Revista del Pensamiento Humanista”, correspondiente al tercer trimestre de 1996.   

miércoles, 1 de mayo de 2013

INFORMES CON ALTO GRADO DE EXTRAÑEZA


Héctor Escobar Sotomayor

OVNIS FOTOGRAFIADOS


Generalmente se ha supuesto que una buena evidencia de la existencia de los OVNI lo constituye una fotografía. No es cierto. Una fotografía generalmente proporciona muy poca información. A menudo, y en esto están de acuerdo la mayor parte de los ufólogos, es muy sencillo falsificar una fotografía y los métodos para hacerlo pueden ser infinitos. Por ejemplo es posible fabricar maquetas, como el caso de las famosas fotos de Billy Meier, es posible arrojar objetos al cielo y fotografiarlos, es posible manipular los negativos, etc. Aparte podemos tomar una amplia variedad de casos en que la persona se ha confundido y fotografiado un objeto común creyendo que es un OVNI. Igualmente es muy posible que las películas muestren defectos que harán aparecer posteriormente un OVNI invisible. ¿Qué podemos obtener en limpio de este tipo de evidencias? Primeramente es necesario hacer una depuración del catálogo y eliminar aquellos casos que tienen una explicación evidente, y aquellos de los cuales poseemos datos insuficientes como para llevar a cabo un análisis satisfactorio. Igualmente es necesario eliminar aquellos casos en los que sólo se ven luces y cosas similares pues proporcionan muy poca información. 

De este modo se eliminan una gran parte de los mismos y quedan sólo algunos pocos casos de interés. 


El caso Cocoyoc

Sin duda uno de los casos fotográficos más impresionantes que han ocurrido en México es el famoso caso Cocoyoc, que apareció publicado por vez primera en el número 11 de la revista Contactos Extraterrestres en un artículo de Fernando Téllez titulado “OVNI tentacular fotografiado en Cocoyoc”.


Los hechos ocurrieron durante la tarde del domingo 3 de noviembre de 1973, cuando el matrimonio Jiménez (pseudónimo) se dirigía a la ciudad de México después de haber pasado el día en el balneario de Cocoyoc, Morelos. En el automóvil viajaban los esposos Jiménez, su hijo de pocos meses y la niñera del mismo. Aproximadamente a las 16:45, la Sra. Jiménez indicó a su esposo la presencia de un helicóptero de raro aspecto, que parecía acercarse a la carretera. 

 
El Sr. Jiménez decidió detener el coche para ver mejor y entonces relata lo siguiente: “Al bajar, pude ver un extraño objeto en forma de pera invertida con cinco tentáculos colgándole”. El testigo no está muy seguro pero calcula que el objeto se encontraría a unos 100 metros de altura. Al ver lo raro del objeto, la Sra. Jiménez y la niñera se pusieron muy nerviosas y querían marcharse, pero el Sr. Jiménez decidió ir por su máquina fotográfica que se encontraba en la parte trasera del coche. Con esta máquina comenzó a fotografiar al objeto pudiendo obtener una primera fotografía en los momentos en que el objeto empezaba a alejarse. Luego colocó a la cámara un teleobjetivo y pudo obtener dos tomas más. Para entonces se percataron de que no se trataba de un objeto sino de dos. Un segundo objeto volaba a ras de los árboles y posteriormente se ocultó detrás de los mismos. En ese momento, el primer objeto aterrizó a lo lejos y a él se acercaron unos niños que se encontraban en los alrededores. Jiménez decidió esperar a ver si ocurría algo más, pero no fue así por lo que decidieron volver al vehículo. 

 
Según los testimonios, el objeto era de color verde oscuro, mate y se le calcularon unos 12 metros de altura por unos ocho metros de diámetro. La duración total del avistamiento sería de unos ocho minutos. 

Las fotografías fueron examinadas por el Sr. Roberto Padilla, director de servicios especiales de Kodak Mexicana, quien mediante varias pruebas como continuidad de grano y otras, concluyó que los negativos eran auténticos y no habían sido manipulados. Esto no descarta otras posibles formas de truco. 

 
La cámara utilizada fue una Minota SRT 101, la primera fotografía se tomó con lente normal de 50 mm. En tanto que la segunda y la tercera se lograron con telefoto de 135 mm. Las tres tomas fueron logradas con película Kodacolor ASA 200 din. 

 
Probablemente una de las características más peculiares del caso Cocoyoc  sean las características físicas del objeto, muy poco comunes en el grueso de la casuística. Por lo anterior, llama la atención encontrar unos años después, también en México, una observación de un objeto de características similares. 

El 24 de agosto de 1978, aproximadamente a las 18:00, el joven Luis Alfonso González Luna, que en ese entonces contaba con 14 años de edad, se encontraba paseando a su perro en la avenida Río Churubusco, en la parte este de la ciudad de México, cuando, al voltear hacia el cielo, llamó su atención un objeto en forma de trompo color gris con unas tenazas que sobresalían de sus costados. 

El objeto era absolutamente silencioso y avanzaba con rumbo oeste-este y luego cambió su dirección hacia el sur. El joven González se encaminó rápidamente a su casa a fin de poder observar el objeto con ayuda de unos binoculares o tratar de fotografiarlo. Al llegar a su casa, todavía era visible, pero al salir con los binoculares y la cámara ya no pudo volver a localizarlo. 

 
Al parece el mismo objeto fue observado por el Sr. Federico Jiménez, quien dio informe de su avistamiento en una carta dirigida a Contactos Extraterrestres y que apareció publicada en el No. 97. 

Ese mismo día, aproximadamente a las 18:00, el Sr. Jiménez viajaba en un automóvil en compañía de un amigo cuando pudo ver un objeto cónico de aspecto metálico que reflejaba la luz del sol. La parte inferior del objeto era oscura y en ella se podía distinguir un círculo. El objeto fue ocultado por las nubes y ya no lo volvieron a ver. 

 
Hasta el momento, el caso Cocoyoc permanece como no identificado; es decir, no se han hecho las pruebas pertinentes que determinen la autenticidad de las fotos. Dadas las características de las mismas, parecen corresponder a un objeto sólido, tridimensional y situado a bastante distancia del observador. Sin embargo, a fin de dar un avance mayor se requeriría de un análisis más amplio, cosa que por el momento parece imposible pues se ha perdido todo contacto con los testigos. 

Fragmento del libro "500 Años de ovnis en México II" de Héctor Escobar Sotomayor.