miércoles, 29 de diciembre de 2010

Negocio
Puso a trabajar a la morena el mismo día que le cosió las alas...

“El negro” había perdido la paciencia. Por ello se deshizo de la otra, de la rubia.

Pero la güerita sí era natural. Un ángel de los de verdad. Era hermosa, de rasgos infantiles y cuerpo escultural. Sabía que de tenerla entre sus filas sería un rotundo éxito, el mejor negocio de su vida. Por ello es que se las ingenió para atraparla.

Pero no pudo obligarla.

Argumentos y madrazos fueron insuficientes para convencerla.

La chica encontró su destino el día que fue encerrada para que le hiciera un trabajito al “loco”, uno de los clientes frecuentes. Fingió acceder a la petición del loco y de una mordida le arrancó la verga.

El pobre diablo salió tambaleándose de la habitación con las manos en lo que le quedaba de genitales, tratando inútilmente de detener la hemorragia. Entró a la oficina del negro.

“¡No mames, cabrón! ¡Mira lo que me hizo tu putita. ¿Qué vas a hacer? ¡La pendeja me desgració! Tú y ella me la van a pagar...”, dijo lloriqueando.

El negro se levantó de su escritorio.

"¡No te quedes ahí parado como imbécil, llama una ambulancia!", ordenó el loco angustiado. El dolor le impidió permanecer de pie.

El negro sacó la pistola que llevaba en el cinturón y sin pensarlo disparó. Las muchachas veían todo desde afuera.

Algo así podía provocar la ruina de su negocio. No podía arriesgarse a la venganza de un hombre al que le han desgraciado la vida en un putero clandestino. Por ello es que se vio obligado a matar al loco.

“Avísenle al Pancho para que limpié este desmadre.”, dijo y se dirigió a la habitación donde momentos atrás el loco había sido despojado de su miembro.

Tampoco podía pasar por alto la rebeldía de una de las chicas, si no le daba un castigo ejemplar quién sabe qué ideas podrían pasar por la mente de las otras.

“Reinita chula, sabes lo que acabas de hacer, ¿verdad?”, espetó y la tomó de los cabellos. La sacó del cuarto para que todas vieran lo que estaba a punto de hacer.

Jamás había golpeado a alguien de forma tan brutal, nunca había recurrido a ese grado de violencia. Pero ninguna se atrevió a decir algo. Algunas lloraron, otras desviaron la mirada...

“Te hubiera ido muy bien, de verdad. Podrías haber sido la princesa de este lugar. Eres superior a todas. ¡A todas! ¡¡Ellas son basura junto a ti!!”, sabía que las chicas se sentirían ofendidas con sus palabras, pero también sabía que eran incapaces de levantar un dedo para protestar.

Sacó nuevamente la pistola. Pancho intentó decir algo, pero guardó silenció ante la mirada amenazante que el negro le lanzó.

“Reinita chula, tú lo quisiste”.

Disparó. Sólo una vez. A la cabeza.

Todos tuvieron una sensación de angustia, incluyendo al negro... Pero no había lugar para el arrepentimiento.

“Pancho, trae una navaja.”

El joven obedeció.

“Córtale las alas”.

El joven titubeó.

El negro sabía que no sería obedecido, no porque Pancho tuviera los suficientes tamaños para rebelarse. “Dame la navaja, tienes los güevos tan chiquitos que jamás te atreverías a hacerlo, ¿verdad?... ¡Maricón de mierda!”

El negro se arrodilló y le cortó las alas.

“Deshazte del cadáver, eso sí lo puedes hacer, ¿no?”

Pancho asintió con la cabeza.

Sosteniendo las alas el negro se aproximó a sus muchachas y las comenzó a examinar con detenimiento.

Se detuvo ante la nueva, una niña de 17 años que aún era virgen; apenas la habían traído –con engaños, claro- el día anterior. El negro le ordenó que lo siguiera a la oficina.

Y es que el negro sabía cómo hacer para cobrar más por ella. No por nada era el rey de los prostíbulos...

Sí, ya lo dije, la puso a trabajar el mismo día que le cosió las alas a la espalda.

martes, 28 de diciembre de 2010

Chavarría, el escéptico

A principios de los años ochenta (y después de 145 números) desapareció la revista Contactos Extraterrestres, la primera publicación mexicana especializada en el "fenómeno ovni". En 1991 Nino Canún revivió el interés por este asunto, algo que nada tendría de malo de no ser porque dicho interés se comenzó a caracterizar por su irracionalidad. Es decir, a la gente no le interesaba pensar, reflexionar y analizar los casos que se iban generando; lo que la gente buscaba y aplaudía era el sensacionalismo disfrazado de ciencia (escuelas patito que realizaban supuestos análisis por computadora de videos de ovnis y ufólogos sensacionalistas que usaban términos pseudocientíficos que se sacaban de la manga como "ovnis plasmáticos hechos mediante bio-ingeniería-genética").

Como sea, el tema captó mi atención, y así llegué a las conferencias mensuales que organizaban los escépticos. Y ahí estaba Héctor Chavarría.

Comencé a tratar a Héctor a principios de 1998. Mi interés en la ciencia ficción me llevó a integrarme a un taller que encabezaba Chavarría (además de escéptico, Héctor es escritor de ciencia ficción). Durante un tiempo las reuniones se realizaron en el legendario Café Oriente (ubicado en la colonia Roma, en la Ciudad de México), posteriormente nos trasladamos a las instalaciones de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), en su última etapa el taller se llevó a cabo en la Casa de Cultura del Periodista.

A Héctor le hice una entrevista, misma que pueden leer aquí. Si les interesa una versión crítica sobre el despertar ufológico de los noventas, pueden encontrar material interesante aquí y aquí. Algo más sobre Chavarría aquí.

Y todo este choro viene a cuento porque encontré el siguiente video:

He aquí un video en el que Michael Shermer habla sobre los objetivos de quienes participan en la revista Skeptic.

lunes, 27 de diciembre de 2010

La oveja eléctrica es un programa de divulgación científica (se transmite por canal 22), lo conducen José Gordon y Kelly Aro. También participan Manuel López Michelone (alias la Morsa) y Myriam Moscona. Es un programa que se disfruta bastante. La siguiente emisión la dedicaron a la física de los superhéroes:

viernes, 24 de diciembre de 2010

La caja (no tan) idiota

¿Cuánta ciencia puede encontrarse en la televisión? No mucha. En cambio, los programas pseudocientíficos abundan. También abundan los programas de revista con segmentos dedicados a la divulgación de la superstición y la promoción de la credulidad.

Carl Sagan anotó lo siguiente en El mundo y sus demonios:

Un ser extraterrestre recién llegado a la Tierra –si hiciera un examen de lo que presentamos principalmente a nuestros hijos en televisión, radio, cine, periódico, revistas, cómics y muchos libros- podría llegar fácilmente a la conclusión de que queremos enseñarles asesinatos, violaciones, crueldad, superstición, credulidad y consumismo. Insistimos en ello y, a fuerza de repetición, por fin muchos de ellos quizá aprendan. ¿Qué tipo de sociedad podríamos crear si, en lugar de eso, les inculcáramos la ciencia y un poco de esperanza?

Fácil es invitar a charlatanes a hablar de "niños índigo", "fantasmas" y "posesiones de demonios"; difícil es divulgar la ciencia de forma interesante y divertida.

He aquí una muestra de buena divulgación científica para niños, un programa que me encantaba:

martes, 21 de diciembre de 2010

Ayer fue el día mundial del escepticismo y contra el avance de las pseudociencias.


La siguiente es una lista con algunos de los blogs en los que se escribió al respecto:

proyecto sandía

El viaje de Lonjho

alerta religión

El Tachiblog

Los negros sueños del cuervo

La ciencia es bella

Ungoliante blog

El detractor


Si quiere usted leer lo que se publicó el año pasado, revise el siguiente enlace:

Primer día del escepticismo

lunes, 20 de diciembre de 2010

Día Mundial del Escepticismo y Contra el Avance de las Pseudociencias
(Recordando a Carl Sagan)


Si está usted interesado en saber lo que le sucederá el próximo año no dude en adquirir la Guía astrológica 2011 de Giovanna. Si lo que le interesa es saber de las actividades de las distintas civilizaciones extraterrestres que visitan nuestro planeta, adquiera de inmediato su boleto para asistir a una de las conferencias del "periodista" Jaime Maussán. Pero si lo suyo es saber de su "vida pasada", pues hágase una regresión hipnótica. O tal vez le interese contactar con su ángel de la guarda, o bajar de peso usando calzado con imanes...

¿Cómo distinguir entre ciencia y pseudociencia?, ¿entre conocimiento auténtico y simple fraude?

Para contestar estas preguntas recurramos al filósofo Mario Bunge y al médico Ruy Pérez Tamayo.


Ciencia

En Seudociencia e ideología (Alianza) Mario Bunge nos dice que: la ciencia está integrada por una comunidad de investigadores que se comunican entre sí; para la ciencia el universo está gobernado por leyes naturales que no admiten excepciones; busca la verdad y no datos que confirmen dogmas; descansa sobre la lógica; pone al día su información; resuelve las disputas mediante la experimentación; las hipótesis científicas pueden demostrarse falsas; sus métodos son analizables, criticables y justificables; los científicos admiten su ignorancia y la necesidad de hacer más investigaciones; consideran que su campo está lleno de lagunas y solicitan críticas a sus colegas.

Por su parte, Ruy Pérez Tamayo -en Acerca de Minerva (el número 40 de la colección La ciencia para todos) y en Cómo acercarse a la ciencia (del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes)- da la siguiente definición de ciencia: actividad humana creativa cuyo objetivo es la comprensión de la naturaleza, y cuyo producto es el conocimiento.

Pero no se queda ahí, nos menciona algunas de sus características: La ciencia es una empresa esencialmente social. Sus observaciones y teorías deben ser conocidas, discutidas y aceptadas por sus colegas más cercanos, luego por el sector interesado de la sociedad científica de su país, y finalmente por la comunidad científica internacional. Mientras más amplio sea el consenso alcanzado por las ideas de nuestro investigador solitario, mayor será su contribución al conocimiento científico y su influencia en el desarrollo de la ciencia en general (...) El consenso generalizado es un carácter necesario e indispensable de la ciencia, pero no es suficiente.

Las proposiciones científicas son tentativas y aproximadas, aceptadas condicionalmente a pruebas cuyos resultados deciden si se conservan o modifican, y que además no afirman nada categórico sino siempre como un nivel de probabilidad.

¿En dónde radica la fuerza de la ciencia? En que funciona, trabaja, y nos permite hacer predicciones sistemáticas sobre la manera como se comportará X en las condiciones Y y comprobar tales predicciones cada vez que se hace la prueba.

La ciencia está basada en tres elementos que surgieron en tiempos diferentes, y que se refieren a dar la espalda o renunciar a ciertas posturas filosóficas:

1) Renuncia a las explicaciones sobrenaturales de los fenómenos propios de la naturaleza.
2) Renuncia a la búsqueda de respuestas a las grandes preguntas, como por ejemplo, ¿cuál es el destino del hombre?
3) Renuncia al intento de contestar cualquier pregunta (grande o pequeña) sobre la naturaleza por medio exclusivo de la razón.

Pérez Tamayo también se refiere al papel importante que tienen en la adquisición del conocimiento científico la experiencia, las observaciones, los experimentos y la verificación objetiva.


Pseudociencia

En el mencionado libro de Bunge encontramos las siguientes características de la pseudociencia: está integrada por una comunidad de creyentes, no de investigadores; busca datos que confirmen sus dogmas y suprime o tergiversa los datos desfavorables; no siempre respeta la lógica y los modelos matemáticos son la excepción; descansa sobre la autoridad; sus métodos no son contrastables ni justificables; sus hipótesis no pueden demostrarse falsas; no contiene leyes propiamente dichas; aprende poco de otros campos de conocimiento y contribuye poco o nada a ellos; los pseudocientíficos no admiten lagunas en sus respectivos campos y tampoco admiten la crítica.

Bunge, en su libro La investigación científica (Siglo XXI editores), anota: “la pseudociencia ocupa en la cultura urbana popular contemporánea una posición análoga a la que ocupa la ciencia en la cultura superior.”

Cuatro características de la pseudociencia son:

1. Se niega a fundamentar sus doctrinas (de hecho, no puede hacerlo).

2. Se niega a someter a contraste sus doctrinas mediante experimentación (gran parte de la pseudociencia es incontrastable).

3. Carece de mecanismo autocorrector. Anota el autor: “no puede aprender nada ni de una nueva información empírica (pues se la traga sin digerirla), ni de nuevos descubrimientos científicos (pues los desprecia), ni de la crítica científica (pues la rechaza con indignación). La pseudociencia no puede progresar porque se las arregla para interpretar cada fracaso como una confirmación, y cada crítica como si fuera un ataque. Las diferencias de opinión entre sectarios, cuando tales se producen, dan lugar a la fragmentación de la secta, y no a su progreso.”

4. Su objetivo no es establecer, contrastar y corregir sistemas de hipótesis (teorías) que reproduzcan la realidad, “sino influir en las cosas y en los seres humanos: como la magia y como la tecnología, la pseudociencia tiene un objetivo primariamente práctico, no cognitivo, pero, a diferencia de la magia, se presenta ella misma como ciencia y, a diferencia de la tecnología, no goza del fundamento que da a ésta la ciencia.”

Menciona y analiza tres ejemplos: la rabdomancia, la parapsicología y el psicoanálisis. Sobre estas pseudociencias sólo mencionaré que Bunge señala que sus tesis y técnicas no están fundamentadas en el conocimiento científico, las propuestas que hacen no son contrastables, los experimentos que realizan son metodológicamente inaceptables, algunos de esos experimentos son irrepetibles, aplican mal la estadística, ignoran las evidencias en contra de sus propuestas, etc.

Bunge ha dedicado parte de su carrera como filósofo al estudio de las pseudociencias, ¿por qué?, ¿es importante hacerlo? Ese estudio puede ayudar a las ciencias jóvenes a eliminar creencias pseudocientíficas, también puede ayudar a la gente a ser crítica, y puede servir al estudio interno de la ciencia (metaciencia).

¿Por qué otras razones estudiarlas? Porque podría haber algo de verdad en ellas, y también porque podríamos comprender la actitud social ante ellas: “¿cuáles son los mecanismos psíquicos y sociales que han permitido sobrevivir hasta la edad atómica supersticiones arcaicas, como la fe en la profecía y la fe en que los sueños dicen la verdad oculta? ¿Por qué no se desvanecen las supersticiones y sus exuberantes desarrollos, las pseudociencias, en cuanto se demuestra la falsedad de su lógica, de su metodología demasiado ingenua o maliciosa, y de sus tesis, incompatibles con los mejores datos y las mejores teorías de que dispone la ciencia?”


Conocimiento e ignorancia

Para finalizar mencionemos lo que la visión científica nos recomienda hacer frente a nuestro desconocimiento, es evidente que ignoramos la respuesta a una gran cantidad de fenómenos. ¿Qué hacer ante esa ignorancia?

Para Pérez Tamayo existen dos opciones: la más antigua, la tradicional y la más popular ha sido y sigue siendo inventa lo que no sabes, adivina lo que ignoras, rellena tu ignorancia con fantasía. La respuesta minoritaria ha sido y sigue siendo: detente ante lo desconocido, confiesa tu ignorancia, vive en la realidad de la incertidumbre. Pérez Tamayo nos dice que sus simpatías se inclinan más al lado minoritario.

Difícilmente contaremos siempre con los datos necesarios para analizar y llegar a comprender todos los fenómenos que nos interesan, sin embargo, no por ello nos comprometeremos con “explicaciones” que recurran a la magia o a lo sobrenatural. En palabras de Ruy Pérez Tamayo:

La filosofía de la ciencia enseña que las decisiones racionales siempre deberán hacerse sin información completa, que nuestro destino en la Tierra es adivinar la conformación más probable del sector de la naturaleza cuya estructura nos interesa y trabajar incansablemente en averiguar hasta dónde nuestra imaginación realmente corresponde a la realidad. El resultado de este doloroso proceso es lo que llamamos conocimiento. Y nada más.


Reflexión final

El escepticismo es una herramienta para protegernos a nosotros mismos: proteger nuestra salud (muchas veces nuestras vidas), nuestra integridad y nuestro dinero. No consiste -como algunos creen- en negar a priori cualquier afirmación de conocimiento. Consiste en evaluar críticamente dichas afirmaciones: ¿qué es lo que se está proponiendo?, ¿hay evidencia al respecto?, ¿de qué tipo?, ¿podría haber una explicación más sencilla?

Desgraciadamente los medios de comunicación se vuelven cómplices de los charlatanes al no presentar información completa, al no presentar visiones equilibradas, al promover la credulidad. Por otro lado, los científicos no suelen desenmascarar charlatanes (Sagan sí se ocupaba de esa tarea). Así que la responsabilidad está en nosotros. Debemos aprender a ser críticos con lo que tratan de vendernos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El día de ayer asistí a la presentación de una antología teatral mexicana en la que participa Aldo M. Alba. Ésta tuvo lugar en el Centro Cultural Universitario (allá en la tierra bendita que es Ciudad Universitaria). Se presentaron fragmentos de las obras que componen la antología.

Aldo M. Alba es un cienciaficcionero que colaboraba en la versión mexicana de la revista Asimov, ciencia ficción en español. Tenía a su cargo la sección de cine, así, el ratón cinéfilo Tomi nos mantenía al tanto de las novedades cinematográficas del género.

Una de las historias de Aldo puede leerse en Las patillas de Asimov (mi anterior blog). Sólo hay que hacer click aquí para leer la mezcla de realidad virtual, sexo y religión de Aldo Tomi Alba.

Aldo me firmó su libro CUENTOS DEL ALBA, mismo que contiene escritos que ha publicado en diferentes revistas (Asimov, Ciencia y Desarrollo, Entorno Universitario, Umbrales, Azoth).


Aquí van tres mini-ficciones para que se den una idea de lo que se puede encontrar en su antología (que incluye palabras de Blanca Martínez, Salomón Bazbaz y Ricaro Guzmán Wolffer):


Teoría

-...Las causas de exticióm pudieron haber sido: un cambio brisco en la temperatura del palneta, agotamiento total de los recursos naturales, epidemias a nivel mundial, elevación de los niveles de la D-Aletrina, estupidez pura... Podríamos seguir hablando de teorías, pero nunca lo sabremos a ciencia cierta.

Explicaba la cucaracha paleontóloga al examinar los cráneos humanos que sostenía en sus patas.


CYBERPARTY

Anoche junto con mi novio entramos en una fiesta virtual, nuestros cuerpos enfermos fueron transformados.
Yo, una voluptuosa diosa de seis brazos y tres lenguas.
Mi compañero, un Apolo de grandes virtudes fálicas.
Pero... el fluido eléctrico se interrumpió.
Cuando volvimos a mirar nuestros cuerpos, una terrible náusea se apoderó de los dos.


Historia muy contada

Y durante un lapso imposible de medir, el cybernauta viajó, libró terribles guerras, usó armas con poder destructivo total, conoció formas de vida sorprendentes, amó a la reina de la Tierra gemela.
Agotó nuestra galaxia en busca de nuevas aventuras.
Hasta que se dio cuenta de que el tiempo otorgado por Viajes y fantasías virtuales había terminado.
Pagó. Y salió a las calles a vivir su miserable vida de siempre.


Bueno, basten las tres anteriores ficciones para antojárlos a leer el libro (que cuenta con ilustraciones de BEF, Osvaldo Cortés, Jesús García y Martín López, entre otros) de Aldo, publicado por Grupo Resistencia.


martes, 7 de diciembre de 2010

Grafitis en la UNAM 2

Ni modo, ya quitaron los grafitis que se estaban exhibiendo a un costado de la Facultad de Derecho (el jueves pasado fui a la Biblioteca Central). Aquí va otra muestra de ellos...





martes, 30 de noviembre de 2010

En el semanario de la uam (órgano informativo de la Universidad Autónoma Metropolitana) apareció una nota sobre mi conferencia Lo sagrado en la ciencia ficción (para leer la nota basta con dar click en la imagen y hacer un acercamiento).


domingo, 7 de noviembre de 2010

Grafitis en la UNAM 1

Los siguientes grafitis pueden verse a un costado de la Facultad de Derecho, en la parte que da hacia "las islas". Se trata del proyecto Mural efímero: grafiteros a cien (más datos aquí).












miércoles, 3 de noviembre de 2010

La muerte en la ciencia ficción, un ejemplo

Porque los vivos saben que han de morir,
pero los muertos no saben nada,
y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria.
Tanto su amor como su odio, como sus celos,
ha tiempo que pereció,
y no tomarán parte nunca jamás en todo lo que pasa bajo el sol.
Eclesiastés


Orson Scott Card es el autor de El juego de Ender (1985), La voz de los muertos (1986), Ender el Xenocida (1991), Hijos de la mente (1996) y Consejera de inversiones (1999).

Las novelas mencionadas (la última es una novela corta) son protagonizadas por el mismo personaje: Ender Wiggin, sin embargo, el tipo de ciencia ficción es diferente en cada texto; la primera historia es una novela militar, la segunda es una novela antropológica y la tercera es de especulación metafísica. A decir del mismo Scott Card: “Me atrevería a decir que no existe ninguna serie de novelas con el mismo protagonista cuyos volúmenes sean tan distintos entre sí en tema, historia y género.”

¿Cómo nació el ciclo de Ender? Para encontrar la respuesta debemos remontarnos a 1967. Scott Card tenía 16 años cuando leyó la trilogía Fundación de Isaac Asimov, y como la guerra de Vietnam estaba en todo su apogeo, su mente estaba atiborrada de cuestiones militares. Entonces se planteó un problema: ¿cómo entrenarías a unos soldados para que lucharan en el espacio tridimensional? Escribe Scott Card: “Y me di cuenta de que el problema en gravedad cero se vería enormemente complicado por la falta de un arriba y un abajo definidos. Los viejos hábitos de la vida basada en la gravedad tendrían que ser erradicados de los soldados. El resultado de mis pensamientos fue la sala de batalla, un cubo de cien metros de espacio en gravedad cero con varios obstáculos que había que superar, y en el cual equipos de reclutas realizarían falsas batallas en trajes espaciales que les mostrarían dónde y cómo un soldado era herido por el fuego ‘enemigo’.”



Al escritor le pareció una buena idea, pero carecía de historia y personajes. Años después pensó que los reclutas de la sala de batallas podían ser niños. En el universo que comenzaba a imaginar Scott Card los niños con aptitudes militares eran separados de sus padres para ser entrenados y enviados a la guerra. Así, en agosto de 1977 la revista Analog le publicó una historia llamada El juego de Ender.

Años después Scott Card se encontraba trabajando en otro proyecto llamado La voz de los muertos. La historia tomó forma sólo hasta que descubrió que el protagonista tenía que ser el mismo Ender. Así, para continuar escribiendo La voz de los muertos tuvo que darle forma de novela a su texto El juego de Ender.



Posteriormente vendrían Ender el Xenocida e Hijos de la mente. Explica Scott Card: “A través de los cuatro volúmenes, el personaje de Ender Wiggin luchaba por resolver dilemas personales y morales que se arrastraban de libro en libro. Estos dilemas resultaban resueltos al final del cuarto libro.”




Para cuando escribió Consejera de inversiones el autor de ciencia ficción consideraba que la historia de Ender ya estaba terminada, aunque tenía la intención de explorar el mismo universo a través de otros de sus personajes.


De héroe a villano

¿Qué dilemas personales y morales arrastra Ender a lo largo de la serie? Entre ellos, el peso de la destrucción de una especie.

Niños-soldados –entre ellos el pequeño Ender- se enfrentan a los insectores y logran vencerlos. Para la humanidad esos niños eran auténticos héroes. Pero aquella opinión fue modificándose poco a poco. Y el cambio fue provocado en gran parte por el mismo Andrew/Ender...



Una vez que los insectores fueron derrotados ¿qué sucedió con Ender y cos sus compañeros de guerra? Scott Card cuenta en Consejera de inversiones (todas las transcripciones son de esta novela corta):

Más tarde, la mayoría de ellos volaron a otros mundos, mientras Ender servía como gobernador-niño de una colonia en uno de los mundos colonia conquistados a los insectores. Llegó a la madurez en aquel ambiente bucólico y, cuando estuvo preparado, fue guiado al encuentro con la última reina de la colmena superviviente, que le contó su historia y le suplicó que la llevara a un lugar seguro, donde su pueblo pudiera ser restablecido. Él le prometió que lo haría, y como primer pasó hacia crear un mundo seguro para ella escribió un corto libro sobre ella titulado La reina de la colmena. Lo publicó anónimamente..., a sugerencia de Valentine. Lo firmó “El portavoz de los muertos”.

No tenía ni idea de lo que ese libro iba a hacer, cómo iba a transformar la percepción de la humanidad sobre La Guerra de los Insectores. Fue ese libro el que lo transformó del niño-héroe al niño-monstruo, de la víctima en la Tercera Guerra de los Insectores al Xenocida que destruyó otra especie de forma completamente innecesaria. No fue que lo demonizaran desde un principio. Fue un proceso gradual, paso a paso. Primero sintieron piedad hacia el niño que había sido manipulado para que se usara su genio para destruir a la reina de la colmena. Luego su nombre empezó a ser usado para designar a cualquiera que hacía cosas monstruosas sin comprender lo que estaba haciendo. Y luego su nombre –popularizado como Ender el Xenocida- se convirtió para designar a alguien que hace lo desmedido a una escala monstruosa. Andrew comprendía cómo había ocurrido, y ni siquiera lo desaprobaba. Porque a nadie podía culparle más de lo que él se culpaba a sí mismo. Sabía que no había conocido la verdad, pero sabía que hubiera debido conocerla, y aunque no hubiera tenido la intención de que las reinas de las colmenas fueran destruidas, toda la especie de un solo golpe, ése había sido pese a todo el efecto de sus acciones. Hizo lo que hizo, y tenía que aceptar su responsabilidad.
Lo cual incluía el capítulo en el cual la reina de la colmena viajaba con él, seca y envuelta como una reliquia de la familia...


Ritos funerarios

Después de La reina de la colmena, Andrew escribió el libro El Hegemon, también lo firmó como El portavoz de los muertos.

Andrew tenía dos hermanos: Valentine (una exitosa historiadora y escritora) y Peter, el desalmado. Andrew escribió su segundo libro con la finalidad de comprender a Peter. Sin embargo, esta obra dio como resultado el nacimiento de una nueva costumbre funeraria:

Andrew nunca se había sentido cómodo con la forma en que su seudónimo, “Portavoz de los Muertos”, había sido tomado por otros y convertido en el título de un casi clérigo de una nueva religión que proclamaba la verdad. No había doctrina, así que la gente de casi cualquier fe podía invitar a un portavoz de los muertos para que tomara parte en unos servicios funerarios regulares, o para dar una charla separada después –a veces mucho después- de que el cuerpo hubiera sido enterrado o incinerado.

Ese actuar como portavoz de los muertos no surgió sin embargo de su libro La reina de la colmena. Fue el segundo libro de Andrew, El Hegemon, lo que trajo a la existencia esa nueva costumbre funeraria. Andrew y el hermano de Valentine, Peter, se habían convertido en hegemones tras las guerras civiles y a través de una mezcla de hábil diplomacia y fuerza bruta que había unido a toda la Tierra bajo un único y poderoso gobierno. Demostró ser un déspota ilustrado, y estableció instituciones que compartirían la autoridad en el futuro; y fue bajo el gobierno de Peter que se emprendió el importante asunto de la colonización de otros planetas. Sin embargo, desde su infancia, Peter había sido cruel y poco compasivo, y Andrew y Valentine le temían. De hecho, fue Peter quien arregló las cosas de modo que Andrew no pudiera regresar a la Tierra tras su victoria en la Tercera Guerra de los Insectores. Así que resultaba difícil para Andrew no odiarle.

Por eso había investigado y escrito El Hegemon: para intentar hallar la verdad del hombre detrás de las manipulaciones y las masacres de los horribles recuerdos infantiles. El resultado fue una implacablemente justa biografía que medía al hombre y no ocultaba nada. Puesto que el libro estaba firmado con el mismo nombre que La reina de la colmena, que ya había cambiado actitudes hacia los insectores, obtuvo gran atención y finalmente dio nacimiento a esos portadores de los muertos, que intentaban traer el mismo nivel de sinceridad a los funerales de otros fallecidos, algunos prominentes, algunos oscuros. Hablaban de las muertes de héroes y de gente poderosa, mostrando con toda claridad el precio que ellos y otros pagaban por su éxito; de alcohólicos y abusadores que habían arruinado las vidas de sus familias, intentando mostrar al ser humano detrás de la adicción, pero sin ahorrar nunca la verdad del daño que causaba la debilidad.



Scott Card cuenta lo sucedido cuando Andrew acude por vez primera a una “charla” para un hombre muerto:

El portavoz vestía simplemente y no se daba aires. Fue hacia la parte delantera de la habitación y comenzó a hablar, contando de forma sencilla la vida del hombre. No era una biografía, no había tiempo para tal nivel de detalle. Más bien era como una saga, que relataba los hechos importantes de la vida del hombre, pero juzgando los que eran importantes no por el grado de notoriedad, sino por la profundidad y el aliento de sus efectos en las vidas de los demás.

Las acciones del hombre fallecido habían provocado el sufrimiento de su familia, pero el portavoz logró su objetivo:

Ahora que podían ver el origen de todo en su infancia, brotaron las lágrimas. Evidentemente, se les había dado permiso para expresar sus resentimientos y, al mismo tiempo, perdonar a su padre por el dolor que les había causado. Las cosas tenían sentido para ellos ahora.

Andrew es llevado por su curiosidad a platicar con el portavoz, quien no se imagina que quien lo aborda es el autor de La reina de la colmena y El Hegemon (sobre todo por los efectos de la relatividad, para cuando Andrew cumple veinte años, en la Tierra –donde nació- han transcurrido cuatrocientos).

El acto terminó. Los miembros de la familia abrazaron al portavoz y se abrazaron entre sí; luego el portavoz se fue.

Andrew le siguió. Lo sujetó por el brazo cuando alcanzaba la calle.
-Señor –dijo-, ¿cómo puedo convertirme en portavoz?
El hombre le miró de una forma extraña.
-Simplemente hablo.
-Pero, ¿cómo se prepara?
-La primera muerte en la que hablé fue la muerte de mi abuelo –dijo-. Ni siquiera había leído La
reina de la colmena y El Hegemon. –(Los dos libros eran vendidos invariablemente ahora en un solo volumen)-. Pero cuando lo hice, la gente me dijo que tenía un auténtico don como portavoz de los muertos. Así fue como finalmente leí los libros y tuve la idea de cómo debía hacerse. De modo que, cuando otras personas me pidieron que hablara en funerales, supe hasta qué punto tenía que investigar. Ni siquiera ahora sé lo que hago “bien”.
-Para ser un portavoz de los muertos, usted simplemente...
-Hablo. Y se me pide que hable de nuevo. –El hombre sonrió-. No es un trabajo pagado, si es eso lo que está pensando.
-No, no –dijo Andrew-. Sólo..., sólo deseaba saber cómo se hacía, eso es todo. –No era probable que el hombre, ya cumplidos los cincuenta, creyera que el joven de veinte años que tenía delante fuera el autor de La reina de la colmena y El Hegemon.
-En caso de que se lo esté usted preguntando –dijo el portavoz de los muertos-, no somos ministros. No delimitamos nuestro territorio ni nos irritamos si alguien mete la nariz en él.
-¿Oh?
-Si está pensando usted en convertirse en portavoz de los muertos, todo lo que puedo decirle es: adelante. Pero no haga un trabajo incompleto. Está remodelando el pasado para la gente, y si no se sumerge completa y honestamente en él, hallándolo todo, sólo causará daño y es mejor que ni lo intente.
-No, supongo que no.
-Eso es. Tendrá que pasar por todo un aprendizaje como portavoz de los muertos. Espero que no desee un certificado. –El hombre sonrió-. No siempre es tan apreciado como lo era. A veces hablas porque la persona fallecida pidió un portavoz de los muertos en su testamento. La familia no desea que lo hagas, y se siente aterrorizada por las cosas que dices, y nunca te perdonarán por lo que has hecho. Pero..., lo haces de todos modos, porque el muerto deseaba que se dijera la verdad.
-¿Cómo puede estar seguro de que ha hallado la verdad?
-Nunca lo sabes. Simplemente haces lo mejor que puedes, -Palmeó a Andrew en el hombro-.