martes, 26 de marzo de 2013

Un estudio sobre las "Syzigias y quadraturas lunares"

Factoría Ediciones, en su colección La serpiente emplumada, publicó en 2010 el estudio que Carmen Fernández Galán, de la Universidad Autónoma de Zacatecas, realizó acerca de las "Syzigias y quadraturas lunares" de Fray Manuel Antonio de Rivas.

La importancia del texto de Manuel Antonio de Rivas reside en que "es único en su género en la Nueva España; no existen evidencias donde se dé esta extraña combinación de género epistolar, relato de ficción, sátira y almanaque, y menos aún que se traten vuelos interestelares (...) Syzigias y quadraturas lunares... es un testimonio de polémicas de  su época tanto en el plano del conocimiento como en el político, además de una de las tantas víctimas de la censura ortodoxa; a esto hay que agregar su riqueza desde el punto de vista literario, aspecto en el que también marca un proceso de transición: en el relato es notoria la tensión entre barroco e ilustración (manifiesto en la estructura del relato) y entre hermetismo y mecanicismo (manifiesto en el contenido del mismo), de ahí su rareza y extravagante estilo cifrado (...) Syzigias y quadraturas lunares... es atípico en la Nueva España por el tema y la estrategia y es a la vez representativo del cambio de mentalidadque se experimenta en el siglo XVIII, es una amalgama de literatura y ciencia. Cabría preguntarse ¿en qué medida lo atípico puede ser representativo? Es atípico porque la producción conventual es básicamente sermonaria, y acaso poética, no panfletaria ni libelista, además no aborda temas de vuelos interestelares y el recurso de la imaginación está controlado bajo una audaz retórica. Atípica, además, porque la mayoría de las sátiras del siglo XVIII son esencialmente populares, y no cultas como ésta. Representativo, del cambio de mentalidad en el siglo XVIII que afectó la esfera del conocimiento y la esfera política."

El estudio de Carmen Fernández Galán consta de tres capítulos, al final se incorporan una edición de las Syzigias y quadraturas lunares, el almanaque que acompañaba al texto, el documento -escrito originalmente en maya y que se refería a las prácticas sexuales de algunos franciscanos- por el que se denunció a Rivas ante el Tribunal del Santo Oficio (Rivas negó ser el autor de dicho documento), la bibliografía y las fuentes documentales.


Al inicio la autora nos adelanta: "En un intento por develar los secretos del manuscrito para inscribirlo en una historia de los viajes a la Luna en la literatura, los ensayos aquí reunidos recorren los parajes de la herejía y los avatares de la literatura perseguida; las tradiciones herméticas y los viajes imaginarios; las discusiones científicas y la ficción en la ciencia; las tradiciones discursivas y sus implicaciones en la noción de literatura."

El capítulo "¿Hereje o ilustrado?" está dividido en tres partes.

En la primera la autora escribe sobre la Ilustración (sus antecedentes, sus representantes y la forma en que se difundió), su entrada a la Nueva España y los intentos de censura por parte del Tribunal del Santo Oficio. Las denuncias ante la Inquisición permiten saber que en la América hispana circularon en el siglo XVIII las ideas de Descartes, Newton, Leibniz, Locke, Voltaire, Raynal, Condillac y Malebranche. Por otro lado, la autora señala que "El último catedrático de astrología y matemáticas en la Real y Pontificia Universidad de México en 1637, introdujo las ideas de Copérnico, Tycho Brahe, Kepler, Galileo, Gilbert, Lansberg, Magini, Cardano, Clavio y Neper, entre otros."

En la segunda parte la autora escribe sobre el proceso en contra de fray Manuel Antonio de Rivas. Como mencioné más arriba, lo que abrió el proceso fue un documento que se le imputaba a Rivas y que se refería a las prácticas sexuales de algunos franciscanos. Rivas "negó la autoría del mismo e intentó ofrecer pruebas a su favor y demostrar que, de acuerdo con las fechas y con algunos testigos, él no estuvo en el pueblo de Tehax cuando circularon." Posteriormente se le hicieron otras acusaciones: que no iba al coro, que no se hincaba en la iglesia, que se negaba a recibir los sacramentos, que negaba la existencia del Purgatorio, que decía "cosas delatables sobre la adoración de las imágenes" y que afirmaba "que los religiosos criollos se condenaban por decir misa en pecado mortal", entre otras.

Resulta difícil hacerse de una imagen exacta de Rivas, pues no sabemos hasta qué punto estas acusaciones eran sólo el producto de los conflictos dentro de la orden franciscana de la provincia de Yucatán. Fernández Galán explica: "Lo cierto es que tanto Rivas como sus enemigos se reprochaban lo mismo: ser promotores de discordias y calumniadores. En los documentos se hace constante mención del conflicto en la provincia, manifiesto en la licenciosidad de las costumbres y en las fracciones entre franciscanos (...) De fray Manuel Antonio de Rivas existen versiones encontradas: las que dicen que es muy mal visto y temido por su estilo mordicante y las que afirman que todo es una difamación." El verdadero motivo del proceso parece ser el pleito por el provincialato entre Rivas y Antonio Maldonado.

En la tercera parte la autora explica que Maldonado fue quien presentó las Syzigias y quadraturas lunares (y una hoja en la que certificaba que Rivas había reconocido ser el autor) para que se les sometiera a calificación.

Aunque -como hemos visto- existen testimonios contradictorios acerca de la personalidad y las convicciones de Rivas, en este capítulo aparecen datos significativos.

Fernández Galán afirma de Rivas: "este franciscano venía de una provincia de España, la de Galicia, que fue un foco de penetración de la Ilustración en este país y, como se hace notar en el proceso en su contra, seguía manteniendo relaciones con personajes de España." En los expedientes de la Inquisición se dice que Rivas contaba con el auxilio de personas poderosas.

El segundo capítulo se titula "Textos mudos" y se divide en cinco partes. La autora trata de responder las siguientes preguntas: ¿Cómo saber en Syzigias y quadraturas lunares... cuáles patrones considerar dotados de significado? ¿Cuántos sentidos posee el texto? ¿Cómo debemos leer/interpretar la historia de Rivas?, ¿qué pretendía con su texto? ¿A qué género pertenece?

La autora nos recuerda que había tres tradiciones científicas: organicista, hermética y mecanicista. Dentro del hermetismo estaba la alquimia. ¿En qué consistía el saber de los alquimistas?, ¿qué pretendían? Es lo que desarrolla en el apartado Tradiciones herméticas. Posteriormente menciona elementos del texto de Rivas que tienen significados herméticos: anagramas o pseudónimos, reinterpretación de mitos clásicos (como los del Faetón y el Génesis), cifras con letras y números, juegos de palabras "o menciones más explícitas como 'el agua fuerte o regia que no disolvía el oro' que refiere una operación de transmutación de los metales." Así, concluye: "No es fácil diferenciar en qué medida Syzigias y quadraturas lunares..., y en especial el almanaque del año de 1775, se refieren a la astronomía, a la alquimia o ambas."

De la ciencia en la Nueva España trata el apartado Vuelos de la imaginación. Escribe la autora: "En la Nueva España existía una amplia tradición científica, había importantes estudios metalúrgicos y de química, de física, de matemáticas, de astronomía, de cartografía..., dicha tradición encontró su mayor impulso en el siglo XVIII debido, por una parte, a la posibilidad de escudriñar los fenómenos celestes que ocurrieron en esa centuria (cometas, eclipses y el paso de Venus por el disco solar) y, por otra, al 'triunfo' de las tesis mecanicistas y a la visión del conocimiento que implicaban. Aunque la astronomía de observación tiene un impulso especial durante el siglo XV con relación al arte de navegar y la reforma del calendario juliano, fue en el siglo XVIII cuando se suscitaron polémicas en torno a la naturaleza de los fenómenos celestes y a sus efectos en la vida del hombre, lo que separó cada vez más la astrología de la astronomía."

Más adelante escribe acerca de la entrada de la Revolución Científica: "Si en Europa hubo resistencia a aceptar el nuevo canon cosmológico, en el Nuevo Mundo, a pesar que desde el siglo XVII ya habían logrado difusión y exposición en la cátedra las ideas de Copérnico, Tycho Brahe, Kepler, Galileo, hacia la segunda mitad del siglo XVIII se suscitó un debate en torno al sistema del mundo; quizá fue hasta entonces porque durante el siglo XVII quienes conocían estas teorías mantenían ocultas sus opiniones heterodoxas, o simplemente no las compartían, como fue el caso de los franciscanos Cristóbal Grande, Pedro de Oronsoro y Juan Pablo Echegoyen quien en todavía 1761 declaró ante el Tribunal de la Inquisición su creencia en la inmovilidad de la Tierra. Entre los jesuitas había dos posturas: los convencidos de las tesis geocentristas como Cristóbal Flores y Juan de Brea, y los que empezaron incorporando en sus planes de estudios a autores científicos modernos, por lo tanto inclinados hacia el heliocentrismo, como Francisco Javier Alegre, Francisco Javier Clavijero y Diego José Abad. Quien discute abiertamente sobre los sistemas del mundo en sus Elementa recentioris philosophiae (1774) es Juan Benito Díaz de Gamarra, criollo ilustrado, conocedor de las obras de Kircher, Gassendí, Boyle, Bacon y Newton, que se adhiere al sistema heliocentrsita de Copérnico aunque lo considera 'como mera hipótesis para explicar los movimientos y fenómenos de los astros'. Las Gazetas de literatura de Alzate dejaron notables testimonios de esta discusión, que continuaría hasta 1812, año en que se publicó el libro Idea astronómica, el sistema copernicano censurado del español Reygaldas con una postura anticopernicana, lo que continuó dicha polémica entre un defensor del autor llamado Zubero y Lucas Alamán, quien argumentaba la validez del heliocentrismo."

Onésimo Dutalon, protagonista de las Syzigias y quadraturas lunares, a bordo de su máquina voladora realiza varios experimentos. De ello se ocupa la autora en el apartado El valor de la experimentación.

En De vuelta al mito, la autora intenta leer/interpretar la obra de Rivas desde una perspectiva hermética o alquímica. Al final dice que "Fray Manuel Antonio de Rivas está en la línea de transición entre Barroco e Ilustración, alquimia y ciencia experimental, sueño y razón."

El último capítulo se titula "Una travesura del entendimiento". ¿Cuál es el estatuto literario de Syzigias y quadraturas lunares? "La recuperación de la noción de género es fundamental para trazar los límites de lo literario, y bajo este objetivo se establecerán las relaciones entre los principales géneros y tradiciones textuales en que se inscribe Syzigias y quadraturas lunares...: sátira, viaje imaginario y utopía." A cada uno de estos géneros le dedica un apartado.

En Antes de la ciencia ficción, la autora escribe acerca de los orígenes del género y su posterior diversificación en varias ramas. Al final hace un recuento de historias de viajes a la Luna en la tradición occidental. Luciano de Samosata, Johannes Kepler, Francis Godwin, Cyrano de Bergerac, Edgar Allan Poe y Julio Verne son algunos de los autores mencionados.

Divide todas estas historias en dos grupos: "en las primeras el viaje a la Luna es arquetipo de lo imposible  y es clara la intención satírica, mientras que en las demás (quizá a partir de Kepler y Cyrano de Bergerac) se comienza a vislumbrar como una posibilidad al intentar crear una forma verosímil para llegar al orbe lunar. La cuestión de la verosimilitud en estos relatos muchas veces quedó supeditada a los criterios científicos: el viaje resultaba creíble o no, en la medida que el autor se apegaba a los descubrimientos de la astronomía, la física, las matemáticas..., cuando en relatos alejados de ese paradigma científico, la verosimilitud debería calificarse de acuerdo con la lógica interna de la narración que presenta un universo organizado bajo leyes distintas y formas de conocimiento específicas de una época. Resultaría inútil tratar de confrontar la veracidad de ciertos datos dentro del parametro actual de la ciencia en textos cuya intención no es la exactitud y/o veracidad, sino la invención de un mundo alterno, sin dejar de tener cierta carga de realidad."

Después de revisar los diferentes y complejos elementos que integran las Syzigias y quadraturas lunares, la autora dice: "Fray Manuel Antonio de Rivas fue un ilustrado que se burló de personajes de su época y que expresó una postura frente a formas de conocimiento que coexistían durante el siglo XVIII: se burla del saber hermético y elogia a la ciencia experimental; está entre dos tradiciones pero todo indica que se inclina hacia una. En ese vaivén se sostiene la paradoja de un saber para iniciados y un saber público que debe ocultarse de la ortodoxia."

La autora concluye que las Syzigias y quadraturas lunares son un cuento filosófico con estructura en abismo. "No sólo es una sátira 'social', política o anticlerical, es un viaje en el que se sostiene un diálogo entre saberes, es una carta con uno y múltiples destinatarios que persigue la experiencia de la otredad y la disidencia como alternativa, donde el viaje es la condición para la introspección, o donde la ciencia es literatura." 

viernes, 8 de marzo de 2013

La Filosofía Natural en la Nueva España y las "Sizigias y cuadraturas lunares"

Para entender cabalmente las Sizigias es importante investigar, entre otras cosas, la forma en que entraron a la Nueva España, primero, la Filosofía Natural, la astronomía, la física aristotélica y, posteriormente, el modelo heliocéntrico, la física newtoniana y la revolución copernicana.
En 1540 fray Alonso de la Veracruz comenzó a impartir Cursos de Artes en el Colegio de Estudios Mayores del convento de Tripetío, Michoacán. En esos cursos se explicaba el Trivium y el Cuadrivium. El Cuadrivium comprendía la Aritmética, la Geometría, Astronomía y la Música. Fray Alonso enseñaba la física aristotélica, su Physica Speculatio (de 1557) se usaba en la Real Universidad de México. Fray Alonso también usó textos que explicaban el Almagesto de Tolomeo.
En 1578 los jesuitas del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Ciudad de México, pidieron licencia especial al virrey para imprimir libros europeos que necesitaban en sus cursos. Entre esos libros estaba la Cosmographia de Francesco Maurolico, obra de astronomía geocéntrica impresa en París en 1540.
En 1600 llegó a la Nueva España un ejemplar de la obra de Nicolás Copérnico: De Revolutionibus Orbium Coelestium.
La cátedra de Astronomía y Matemáticas en la Real y Pontificia Universidad de México se abrió en 1637 a petición de los estudiantes de la Facultad de Medicina (para poder calcular los días “propicios” para realizar diagnósticos). Durante más de 30 años fue impartida por fray Diego Rodríguez. Se enseñaban los conceptos básicos del geocentrismo.
Para mediados del siglo XVII ya circulaban en la capital de la Neuva España textos de Copernico, Kepler y Galileo.
En 1652 fray Diego Rodríguez señaló en su Discurso acerca de los cometas: “(…) Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio (…) se mueven alrededor del Sol concéntricamente con sus movimientos medios (…)”. Señaló también que la Luna era áspera e irregular y que tenía montes, valles y lagunas.
También es importante revisar la obra astronómica de Carlos Sigüenza y Góngora, ya que se ubica en el momento en que se produce el cambio del geocentrismo al heliocentrismo. Parece que Carlos Sigüenza y Góngora no apoyaba el heliocentrismo (es lo que se desprende al revisar las notas que añadió a los textos que usó tanto para enseñar como para trabajar en su propia obra). Marco Arturo Moreno Corral (quien ha investigado la historia de la astronomía y la física en nuestro país) dice que “Durante el siglo XVII la astronomía geocéntrica se afianzó en nuestra cultura, aunque también se ha encontrado que llegó la principal obra de Copérnico y las de algunos de sus sucesores. Aunque hubo personajes de transición como (Diego) Rodríguez, y Sigüenza y Góngora, que seguramente conocieron el heliocentrismo, éste no fue aceptado. Habría de ser hasta la mitad del siglo XVIII, cuando en algunos colegios mexicanos comenzó la enseñanza pública del paradigma copernicano.”
Documentar todo lo anterior es importante para entender la historia de Fray Manuel Antonio de Rivas, quien estaba bien informado acerca de las controversias entre Newton y Descartes (tan bien informado que el protagonista de su cuento es capaz de tomar partido).
¿Cómo entraron a la Nueva Españala Filosofía Natural, la astronomía y la física aristotélica? ¿Cómo entraron el modelo heliocéntrico, la física newtoniana y la revolución copernicana? ¿Qué noticias, acerca de las controversias en Filosofía Natural, llegaban a la Colonia?, ¿qué discusiones se originaban? ¿Cómo llegaron a la Nueva España las disputas entre cartesianos y newtonianos?
Espero pronto poner manos a la obra.



Algunos textos a consultar: 


de Gortari, Eli. “La ciencia en la historia de México”. Tratados y manualidades Grijalbo. México. 1980.
Escalante Gonzalbo, Pablo. “Nueva Historia Mínima de México Ilustrada”. Colegio de México. México. 2008.
Galindo, Jesús. “Breve historia de la astronomía en México”. Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM. México. 2007.
García Icazbalzeta, Joaquín. “Bibliografía Mexicana del Siglo XVI”. FCE. México. 1981.
Garnier, Juan Mario. “El arte de navegar en la Nueva España”. Novohispanía. México. 2010.
Moreno Corral, Marco Antonio. “El arribo de la ciencia a la Nueva España”. Ciencia y Desarrollo. Vol. XIX. No. 112. Sep/Oct. México. 1993.
Moreno Corral, Marco Antonio. “La astronomía en el México del siglo XVI”. Revista Ciencias. Vol. 54. Abril/junio. México. 1999.
Moreno Corral, Marco Antonio. “La physicaspeculatio, primer libro de física escrito y publicado en el continente americano”. Revista Mexicana de Física. E 50 (1). México. 2004.
Moreno Corral, Marco Arturo. “”Historia de la Astronomía en México”. Colección La ciencia desde México. SEP/FCE. México. 1986.
Moreno, Roberto. “Ensayos de la historia de la ciencia y la tecnología en México”. UNAM. México. 1986.
Saldaña, Juan José. “Introducción a la teoría de la historia de la ciencia”. UNAM. México. 1989.
Saravia, Atanasio. “Obras I. Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya”. UNAM. México. 1992.
Trabulse, Elías. “Arte y Ciencia en la Historia de México”. Fomento Cultural Banamex. México. 1995.
Trabulse, Elías. “El círculo roto. Estudios sobre la ciencia en México”. SEP/FCE. México. 1982.
Trabulse, Elías. “Historia de la Ciencia en México (versión abreviada)”. Conacyt/FCE. México. 1997.
Trabulse, Elías. “La ciencia perdida”. Fondo de Cultura Económica. México. 1985.
Varios autores. “Historia de la ciencia en México. Estudios y Textos. Siglo XVI”. Conacyt/FCE. México. 1985.
Varios autores. “Historia de la ciencia en México. Estudios y Textos. Siglo XVIII”. Conacyt/FCE. México. 1985.
Varios autores. “Legado astronómico”. UNAM. México. 2011.

martes, 5 de marzo de 2013

El cuento de Fray Manuel Antonio de Rivas ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España

En Las patillas de Asimov publiqué dos entradas acerca de las "Sizigias y cuadraturas lunares" de Fray Manuel Antonio de Rivas (ver aquí y aquí). En su libro La literatura perseguida en la crisis de la ColoniaPablo González Casanova comenta la historia escrita por Antonio de Rivas y explica lo que los inquisidores pensaron al respecto. Veamos lo que escribió sobre esto último:

El espíritu moderno de su autor, la fantasía ilustrada del argumento, y en general lo inusitado de la imaginación, todo se confabula para inquietarlos (a los inquisidores). Se hallan frente a un hombre totalmente distinto a ellos y lo van a juzgar. Sus reacciones son muy curiosas. Si el cuento hubiera sido un discurso filosófico que afirmara tales o cuales verdades, no se hubieran detenido en emitir la condena. Pero la imaginación les tiende una trampa y no saben cómo escapar. No reconocen fácilmente el delito, ni pueden reducirlo a los cánones de las herejías. Sin embargo, se esfuerzan por cumplir su cometido y ante ellos se presentan varias posibilidades. O consideran el cuento como un simple ejercicio literario y declaran inocente a su autor, o reparan en los supuestos de la filosofía experimental que contiene y señalan que el autor es un filósofo ilustrado, digno de castigo. De estas posibilidades los inquisidores solamente recogen las dos primeras: nada dicen contra el espíritu moderno, nada sobre las críticas a la filosofía de la escuela, ni sobre los elogios a la física experimental, ni sobre el sentido copernicano de la carta, ni sobre la crítica a la Inquisición que hace el inventor cuando señala la amenaza de la hoguera. Los supuestos filosóficos de las fantasías se ocultan a los inquisidores; las bases reales que sirven para tramar el cuento, el uso de todas las posibilidades que presenta la nueva filosofía a la imaginación, todo eso les pasa desapercibido. Sólo reparan en la fantasía misma, para atacarla o defenderla con sus razonamientos bizantinos. 


Entonces quedan las dos posibilidades señaladas. Unos consideran la fantasía como mito, como creencia, como juicio asertorio. Otros consideran la fantasía como un apólogo, como un juego, como un juicio imaginativo. Los primeros se ponen a descubrir las heterodoxias del mito y de las creencias, y se van perdiendo en razonamientos infinitos, grotescos: el autor de la carta de la Luna, al hablar del materialista –dicen con la mayor seriedad- se separa del sentir universal de la Iglesia y del ofertorio de la Misa de Difuntos que no conocen más infierno que el del centro de la Tierra, y además, al suponer que el influjo de los astros pone a los moradores de Yucatán en necesidad inevitable de ejercer todos los vicios concebibles, acaba con el libre albedrío y se convierte en un hereje. Sentada la acusación, sigue la prueba con nuevos razonamientos. Los inquisidores observan que en la Sagrada Escritura se habla del infierno en singular y no en plural (Mortus est Dives et sepultus est in inferno); pero encuentran dos graves excepciones; en el Credo de la Fe y en el Símbolo de San Atanasio se dice: descendit ad infernos. Es necesario interpretar bien el texto; de otro modo el acusado resultaría inocente. Los inquisidores demuestran que se usa el plural porque su incluye al limbo y al purgatorio. Ya está dada la prueba y el autor condenado. Sin embargo es necesario ser cuidadoso y buscar otros textos; acumular pruebas. Pronto encuentran que en el apéndice sobre el artículo primero de la cuestión sesenta y nueve del suplemento del Angélico Doctor, Serafino Aporreta hace mención de aquellos enemigos de los dogmas católicos, que dan diversas mansiones a las almas separadas en tanto llega el día del juicio. Ahí está la cuestión. Entre esos enemigos se encuentran quienes han interpretado mal aquel pasaje de San Agustín que dice: aer caliginosus est quasi carcer daemonibus osque ad tempus judicis. Por una interpretación equivocada de las palabras del Santo, piensan estos enemigos que las almas de los condenados, semejantes a los demonios, serán encarceladas en el aire caliginoso ad tempus. Es el mismo error que comete el acusado, y ese error, afortunadamente, ha sido refutado y desvanecido por Santo Tomás, cuando explica que los demonios están encarcelados en el aire caliginoso del otro orbe, no porque allí habiten de asiento, como en lugar propio de pena, sino porque la Divina Providencia permite que salgan del infierno algunos demonios transeúntes, para ejercitar a los hombres en el sufrimiento y en la paciencia. Con este claro y erudito razonamiento nada queda sino declarar convicto de error al autor de la carta de la Luna. Pasan, pues, al segundo cargo, y declaran que en buena lógica escolástica es imposible afirmar que los cuerpos celestes –el Sol, la Luna, las estrellas y los demás astros de la esfera- hagan impresión alguna sobre el carácter de los habitantes de la Tierra, les produzcan vértigos o desvanecimientos de cabeza, los pongan en necesidad de darse a vicios torpes o de ejercer actos pecaminosos, pues ¿cómo imaginar que siendo el alma incorpórea por naturaleza, se pueda torcer a influjos del cuerpo?¿Cómo decir que siendo nobles las potencias del entendimiento y de la voluntad, activas y no pasivas, libres y no esclavas, vayan a estar expuestas a la necesidad y a la coacción? Decididamente el autor de la carta de la Luna es hereje; niega el libre albedrío y en sus afirmaciones contraría la esencia del alma humana. Han sido probados los cargos y el autor condenado. 


Viene la defensa. Es una defensa muy sabia, y también muy erudita. Tres hechos trata de probar: que la obra fantástica no está reñida con la fe y que los cargos sobre el infierno y el libre albedrío son infundados. El defensor obra con la misma probidad que los censores, y con espíritu todavía más minucioso. Pero en su argumentación se detiene con regocijo especial en la prueba de la fantasía, un acto que ha sido respaldado por todas las autoridades, incluyendo la Divina.
Es tan recomendable, tan antiguo y tan canonizado el uso de los apólogos –escribe- que se puede calificar como el primero, el que se encuentra no menos que en los libros canonizados por el Espíritu Divino, en el capítulo nueve del Libro de los Jueces, donde refiriéndose sucesos del año dos mil setecientos sesenta y nueve de la creación del mundo, y mil doscientos y treinta y cinco antes de la Encarnación del Divino Verbo, se introducen unos árboles inanimados, que tratan de la elección y acción de su rey, como hacían entonces varias naciones y gentes.


El defensor pasa a formular dos listas sobre los apólogos y sus autores, una tomada de los gentiles y otra de los cristianos. Con ellas espera anonadar a los enemigos de la fantasía. Entre Los gentiles cita como autores de apólogos a Fedro, Avieno, Meiato, Esopo, Orfeo, Pitágoras, Menandro, Apuleyom Hesiodo (a quien señala Quintiliano como creador del género); cita a Platón, Demóstenes, Macrobio, Horacio, Aulo Gelio y Cicesón. Añade que Aristóteles dio tanto valimiento a los apólogos que los puso en el número y clase de las Retóricas Demostraciones, y que Antonio sostuvo que los apólogos deleitan con vehemencia y persuaden con más valentía y eficacia; “deleitan porque con cierta graciosa y festiva imitación de las costumbres arrebatan el embeleso de los inocentes, y persuaden, porque dando a la verdad cierto bulto, la ponen como perceptible por los sentidos.” Todos esos autores y otros, cristianos y gentiles, siempre celebraron estas fantasías de griegos y romanos, que trataban de corregir los vicios y costumbres relajadas de los hombres, con esa especie de escritos agudos, eruditos, persuasivos, festivos y elegantes. En la Biblia y en la obra de los Padres de la Iglesia no faltan tampoco los apólogos, con lo que el género queda plenamente consagrado y es hasta digno de encomio. En el Libro IV del los Reyes, capítulo cuarto, versículo nono, se halla el apólogo del cardo y el cerdo; en el undécimo de Isaías, versículo sexto, se hallan los del lobo y el cordero, el tigre y el cabrito, el león y la oveja, el becerro y el oso; en el decimonono de Ezequiel, desde el versículo segundo hasta el noveno, el de la leona y sus hijuelos; en el capítulo veintitrés del mismo profeta, el de las rameras Oola y Oliva, y en el capítulo decimoséptimo, versículos tres y siete, el de las dos águilas de  extraordinaria magnitud; en el capítulo catorce, versículo doce de Isaías, el de Lucero o Lucifer; en el capítulo quinto de Zacarías, el del cántaro en que tenía la impiedad su silla. Por todas partes se encuentran apólogos y en todos los libros santos: en el Eclesiastés, en los Proverbios, en el Libro de Salomón, en los Evangelios de San Mateo, San Lucas, San Marcos y San Juan. Pero además, los santos padres de las dos iglesias, griega y latina, conocieron bien la utilidad de los apólogos e hicieron frecuente uso de ellos. Sinesio escribió en el Sermón Primero de la Providencia que los niños y los rudos deben ser instruidos por fábulas y apólogos. San Sirino escribió un prólogo a los apólogos morales, muchas veces citado por Dionisio Cartesiano; y San Agustín se empeñó en probar, en el Libro contra la mentira, que los apólogos que por cosas fingidas significan las verdaderas, no son mentiras. San Clemente Alejandrino se valió de los apólogos de Orfeo, Lino, Homero, Platón y Pitágoras, para corregir a sus compatriotas con las mismas armas que tenías; San Gregorio Nacianceno, en su Epístola Primera a Seleucio, concibió el elegante apólogo de las golondrinas y los cisnes y el del concilio entre ánsares y grullas, en que describe diferentes géneros de vida, y en el Tratado contra los adornos mujeriles, el de Pandora y Prometeo; San Ireneo se valió del apólogo del lapidario que redujo a imágenes de perro y zorra la efigie de cierto monarca, y también del apólogo del morrión del Orco o del Infierno, que hacía invisibles a los que lo llevaban sobre sus hombros; San Jerónimo, en el capítulo octavo de Ezequiel, repitió difusamente el apólogo de Adonis y lo explicó moralmente. En fin, usaron apólogos, San Basilio en el Examerón, San Epifanio en su Fisiólogo, Teodoceto en el Libro de la Providencia, San Ambrosio en el libro tercero de los Oficios, San Isidoro de Sevilla en el primero de las Etimologías, y Tertuliano en infinitas páginas de sus obras. 


Con esta copiosa lista de autoridades clásicas y cristianas, humanas y divinas, el defensor está seguro de haber probado el derecho a ejercitarse en la fantasía. ¿Quién después de esa lista imponente se atrevería a enjuiciar a los fantaseadores y a los imaginativos? Sin embargo, hay dos cargos más contra el acusado y es necesario también destruirlos. Con las pruebas acumuladas podría decir que esos dos cargos son infundados, puesto que se basan en hechos imaginarios y fantásticos, y no son juicios de realidad alguna; pero dejando a un lado este razonamiento, pasa a considerarlos como si fueran las más graves sentencias. Por lo que se refiere al infierno asegura que nada se sabe de su ubicación, porque “lo único que se nos dice y creemos es que el infierno está en un lugar oscuro y profundo a donde el modo de ir es descendiendo o cayendo”. Si el autor lo coloca en el Sol nada importa porque quien adopte el sistema copernicano sacará como consecuencia que quien va al empíreo asciende, sube o va a lo más alto, y quien va al Sol desde la Tierra va a lo profundo, desciende o baja. Con que, ¿dónde está la herejía? Al defensor, ya ni siquiera se le ocurre que el sistema copernicano sea una herejía.
Por lo que se refiere al influjo de los astros y del clima sobre los habitantes del mundo, recuerda aquellas palabras del Calímaco que San Pablo tenía por verdaderas: Cretenses semper mendaces, male bestie, ventres pigri; cita las razones que da Platón en Las Leyes sobre el espíritu de las naciones, y después afirma que sin la gracia de Jesucristo la dificultad o impotencia para lo bueno es en unos mayor y se manifiesta más que en otros, porque el clima, el temperamento, el aire que se respira, el agua que se bebe, los manjares que se comen, las gentes con quienes se trata y los objetos que se perciben, tienen cierto poder en nuestros sólidos y en nuestros humores y los ponen en un tono más desproporcionado para los vicios.
De este modo –añade- se ha notado que en cada nación o reino sobresalen ciertos vicios más que en otros, como en España la soberbia, en Francia la fraudulencia, en Italia la lujuria, en Holanda el desaliño y la libertad desenfrenada, en Inglaterra la turbulencia, en Suecia la superstición, en Alemania la prodigalidad, en Hungría la inconsistencia, en Polonia la ostentación, en Moscovia la mezquindad, y en las regiones y ciudades marítimas las costumbres más relajadas.



En esa forma cree haber probado que las expresiones consignadas no tienen cosa alguna contra la doctrina sana, ni merecen censura teológica; y que en la suposición de que se tratara de un apólogo, como lo demostraba ampliamente el texto, el autor bien podía haberse valido de la hipótesis del movimiento de la Tierra, y haberse burlado de la idea de Swiden de que el infierno se halla en el Sol. El fiscal queda más o menos convencido del argumento de la defensa, y ya ha ordenado que se suspenda el proceso, cuando llega a sus manos una carta del padre Rivas, fechada en el convento de San Francisco de Mérida, en la que se queja de las vejaciones a que lo han sometido sus hermanos, a pesar de estar amenazado de muerte y de tener a la sazón una edad septuagenaria: “Pido –dice- se me restituya mi fama a su antiguo esplendor y se termine el proceso...”
Han pasado muchos años, y en todos ellos se ha desarrollado una tragedia en el interior del convento, donde vivía un hombre moderno que poseía una nueva fantasía. Mientras tanto sus jueces se han entregado a una investigación minuciosa de sus pecados imaginativos, han hecho infinitos razonamientos en torno a su obra fantástica, y han acabado abandonando el proceso, por falta de pruebas sobre la culpabilidad del cuentista. De los demás delitos, se han ido desentendiendo y no les han preocupado ni las costumbres, ni las ideas del acusado. Ha sido su fantasía la que los ha atraído y los ha hipnotizado. En ella y sólo en ella han querido encontrar el delito. Únicamente después de mil esfuerzos y de mil tentativas por encontrarlo, se han dado por vencidos. ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿A qué se debe este prejuicio contra la fantasía? ¿Este interés primordial en lo fantástico?
Puede decirse que los inquisidores de la acusación y de la defensa, no han comprendido un ápice ni al autor ni la prueba del delito. En esta tragedia hay de por medio una infinita incomprensión para el hombre moderno, cuando se le acusa y cuando se le defiende. Los inquisidores se han fijado en la fantasía sin mirar sus supuestos. En todo caso lo que debían haber defendido o condenado eran esos supuestos, verdaderamente modernos, y seguramente heréticos para su ideología de inquisidores. Sobre esos supuestos que sí implicaban juicios de realidad y juicios anticristianos, el acusado había desarrollado toda una historia fantástica. Sobre esos supuestos que concebían el ser con una filosofía moderna el acusado había elaborado un no ser fantástico. Pero los inquisidores no sabían que al imaginar había la posibilidad de cambiar de supuestos. Estaban acostumbrados a manejar siempre las formas constituidas, y bajo esas formas lo juzgaban todo, incluso la imaginación. Así, habían reparado en la fantasía, porque la fantasía era una forma elaborada por los supuestos de la filosofía moderna; pero no habían reparado en estos supuestos para nada, ni durante la acusación, cuando habían confundido la fantasía profana con el mito, con la religión, con una fe heterodoxa; ni durante la defensa, cuando habían justificado el cuento porque los cuentos y apólogos habían merecido incluso la atención divina. La acusación había cometido un error lamentable: había cambiado los juicios imaginativos en juicios de realidad; la defensa había cometido otro error no menos lamentable; había defendido la fantasía y los apólogos, independientemente de sus supuestos ortodoxos o heterodoxos, cristianos y heréticos. Todo esto era producto de una incomprensión. Al hombre moderno se le juzgaba por los productos imaginativos de su filosofía, o se le defendía ignorando la existencia de esa filosofía.


Otros textos en este blog: Un estudio sobre las Syzigias y cuadraturas lunares, Syzigias y cuadraturas lunares y La Filosofía Natural en la Nueva España y las Syzigias y cuadraturas lunares. Sobre la física y la astronomía en la Nueva España: El Mercurio Volante, De la institucionalización de la Física en la Nueva España (sobre el texto que Juan Lucas de Lassaga y Velázquez Cárdenas de León enviaron a Carlos III), Periodismo científico en el siglo XVIII e Institucionalización de la Física en la Nueva España (sobre la investigación de María De la Paz Ramos Lara).

viernes, 1 de marzo de 2013

Grafología y morfopsicología en la investigación ovni

Dañel Muñiz 


¿Qué es ufología?, fue lo que hace tiempo me preguntó un amigo después de que yo usara el término. La pregunta -a estas alturas del partido- podría parecer ociosa. Pero le propongo al lector que se detenga a reflexionar al respecto. 

¿Qué se supone que hacen los ufólogos?, ¿en qué consiste su actividad?, ¿cuál es su meta? Hay ufólogos que hablan de "ufología de vanguardia", "ufología de avanzada", "ufología crítica", "ufología ingenua", "ufología seria", etc. Otros hablan del "fenómeno ovni-extraterrestre". Así que ya podemos imaginar la gran cantidad de respuestas distintas a nuestra pregunta del inicio.

Y a los ufólogos que nos digan que investigan, podemos preguntarles "¿qué se supone que investigas?"

Veamos algunas respuestas que he escuchado. La ufología consiste en:  coleccionar reportes de ovnis, investigar la presencia de extraterrestres en nuestro planeta, investigar ovnis, investigar reportes de ovnis, investigar ovnis con la finalidad de demostrar que hay extraterrestres en la Tierra o seres de otra dimensión o viajeros del tiempo, investigar reportes de ovnis para encontrar explicaciones prosaicas, promover la creencia en extraterrestres que visitan nuestro planeta...

Así, hay muchas ufologías y, por tanto, muchas formas de investigar lo que sea que investiguen. Lo importante es hacer ufología lo más seriamente posible, ya que la meta es convertir la investigación ovni en una ciencia. La ufología mexicana ha dado un paso en este sentido... 

Gerardo Alan Nieto Cid es "perito grafólogo certificado y analista del rostro". Aparece constantemente en programas de televisión, de ahí que algunos le llamen "el perito de las estrellas". Estudió "psicología del rostro" y "morfopsicología". Da conferencias, cursos y "grafoterapia".


La ufóloga Ana Luisa Cid se ayuda de la grafología para evaluar a los testigos de los reportes ufológicos. Le pide a los sujetos que dibujen y escriban (a mano) su experiencia, posteriormente su hijo Alan ("perito grafólogo certificado y analista del rostro") analiza los documentos. 


Así, además de los análisis a las fotografías y videos, se puede evaluar la personalidad, honestidad, credibilidad, salud mental y estado emocional de los testigos. 

La grafología en la investigación ovni: un paso más para convertir la ufología en una ciencia. ¡¡A callar escépticos y debunkers!!