Desde el inicio del periodo colonial y hasta el siglo XVIII coexistieron quienes estaban interesados en promover la ciencia moderna sin que les importara su utilidad y que trataron de institucionalizarla sin lograrlo y aquellos que deseaban, mediante la física, mejorar técnicas de producción para lograr obtener beneficios. El interés en el aspecto económico fue importante para la institucionalización de la física, no fue suficiente el solo interés de difundir el conocimiento.
Debido al lamentable estado en el que se encontraba, al menos desde principios del siglo XVIII, la minería mexicana en cuanto a la extracción de la plata, en 1774, Juan Lucas de Lassaga y Velázquez Cárdenas de León enviaron al rey un documento en el que proponían la creación de un Tribunal de Minería y la fundación de un Colegio o Seminario Metálico en la Ciudad de México. Argumentaron que la minería podía beneficiarse de la geometría práctica, la estática, la maquinaria y la hidráulica.
El documento incluía el siguiente plan de estudios. En cuatro años, los alumnos tomarían cursos de aritmética, geometría, trigonometría, álgebra, hisdrostática, hidráulica, dinámica, ventilación de minas, pirotecnia, química teórica y práctica, mineralogía, metalurgia, uso del azogue y dibujo. Posteriormente, residirían dos años en las minas. El grado se podría obtener después de un examen teórico y práctico.
María de la Paz Ramos Lara explica que “Los profesores debían ser seculares y aprobar un examen de competitividad, de ser aceptados, tenían la obligación de hacer trabajo de investigación relacionado con la minería y presentar sus resultados cada seis meses. La enseñanza sería práctica, enfocada a actividades que favorecieran los inventos tanto de métodos como de instrumentos que produjeran progresos en la industria minera. Si algún invento resultaba de mucha utilidad y era aprobado para su fabricación y uso, se tenía la obligación de financiarlo con fondos de minas, y los autores recibirían un ‘privilegio’ durante su vida de los beneficios que se derivasen de su invención. Para los cursos, los estudiantes debían recibir muestras de minerales en suficiente cantidad para su estudio, etcétera.”
A la muerte de Lassaga y Vázquez Cárdenas de León, Carlos III, nombró a Fausto de Elhuyar nuevo director, quien en 1790 presentó sus planes de estudio al virrey y al Real Tribunal. Los mencionados planes coincidían en lo fundamental con los de Velázquez Cárdenas y Lassaga.
Elhuyar, pensando en la alta calidad en la enseñanza, excluyó a los novohispanos del cuadro de profesores. Este hecho y que, además, tratara de imponer un método de amalgación extranjero, produjo rechazó entre los novohispanos. De cualquier forma el Real Seminario de Minería se inauguró el 2 de enero de 1792, convirtiéndose así en el primer colegio de América en el que se institucionalizaron la física, las matemáticas, la química y la mineralogía.
Elhuyar elaboró una lista con los instrumentos y máquinas que necesitaba el laboratorio de física, éstos los mandaría pedir a Europa (primero en 1790, posteriormente en 1799). La lista incluía termómetros, microscopios, balanzas simples e hidrostáticas, barómetros y máquinas pneumáticas, entre otros instrumentos. Algunos se construyeron en la Nueva España. En 1803 Alejandro de Humboldt asistió a las clases del colegio y accedió a vender sus instrumentos y libros.
Para la biblioteca, Elhuyar también mandó pedir libros de Europa, de igual forma, se suscribió a varias revistas. La biblioteca contó con obras de Newton.
En 1793, Francisco Antonio Bataller impartió por primera vez la cátedra de física, para ello se valió principalmente de los Elémens de physique theorique et experimentale de Sigaud de la Fond y alguna obra de Benito Bails, pero también usó el libro que él mismo redacto a petición de Elhuyar, ya que no había libros de física aplicada a la minería. El curso de física incluyó en el temario mecánica, óptica, electricidad, magnetismo, meteorología, astronomía y propiedades del calórico.
Principios de Física Matemática y Experimental es el título del mencionado libro de Bataller. Éste estaba dividido en cuatro partes: 1) Tratado de las Propiedades de los Cuerpos. 2) Tratado de la Mecánica de los Sólidos. 3) Tratado de Hidrodinámica y 4) Tratado de la Óptica.
Se trató de un libro original para el que Bataller tuvo que leer y entender a muchos autores. María de la Paz Ramos escribe: “Describe en el libro las ideas principales de autores importantes para explicar las diversas opiniones respecto a una misma teoría. Critica las teorías mostrando en qué fallan sin importarle de quién provenga dicha información. Además de explicar la teoría la justifica o comprueba, generalmente a través de experimentos. Así también resuelve ejercicios tanto conceptuales y matemáticos como prácticos, principalmente relacionados con problemas de minería.”
En el segundo tratado anota las leyes del movimiento sin llamarlas newtonianas. En este mismo tratado utilizó las mencionadas leyes para explicar diversas máquinas simples (funicular, balanza, plano inclinado, etc.), en otras palabras: Bataller usó física newtoniana para explicar el funcionamiento de las máquinas. Especialmente relevante para el seminario fue la hidrodinámica, para esta parte Bataller consultó la edición en latín de los Principia Mathematica de Newton.
En los cursos también se explicaba el funcionamiento de máquinas como la palanca hidráulica, la balanza hidrostática, el globo aerostático y el barómetro, entre otras. Elhuyar tenía la intención de usarlas para desaguar y extraer el mineral de las minas.
La investigación que desarrollaban los profesores estaba dirigida a la creación de técnicas y/o máquinas que pudieran facilitar la explotación de los minerales y resolver el problema del desagüe.
A la muerte de Bataller (1800), continuó con la cátedra Salvador Sein, quien introdujo a la clase de física el cálculo diferencial e integral.
Ya para 1798, Elhuyar –enfrentado a la dificultad de traer profesores de Europa- creó plazas de ayudantes para los estudiantes y así iniciar la formación de personal académico en el mismo colegio. María de la Paz Ramos Lara dice que “Por 300 pesos anuales esos ayudantes tenían que dar asesorías a los alumnos y suplir al profesor cuando se ausentara, cubrir determinadas horas en la biblioteca y enseñar geografía.”
La mecánica celeste newtoniana se empezó a enseñar en la cátedra de física del Seminario de Minería en los últimos años del siglo XVIII. Sin embargo, la enseñanza de la física newtoniana no se hizo a través de los escritos originales de Newton, además de la obra de Bataller, se usaban: las Lecons de Physique experimentale de Jean Antoine Nollet, el Traité de Physique Expérimentale et Mathématique de Biot y una obra ya mencionada con anterioridad: Elémens de physique theorique et experimentale de Sigaud de la Fond.
¿Ayudó al desarrollo de la minería la creación del colegio? María de la Paz Ramos asegura que diversas opiniones convergen en que ese objetivo no llegó a obtenerse y que sólo contribuyó al progreso de la educación en México, las opiniones hablan de un fracaso no sólo técnico sino también financiero. Explica que había quienes argumentaban que los alumnos pocas veces demostraban capacidad al aplicar sus conocimientos teóricos a los problemas prácticos de la minería, esas mismas voces críticas sugerían que la institución fuera trasladada a un centro minero donde los estudiantes pudieran adquirir experiencia práctica.
Sin embargo, sí hubo aportaciones, uno de ellos fue la de disminuir el agotador trabajo de quienes llevaban, al hombro y por escalera pendiente, el mineral y el agua (tenateros).
Pero lo más importante es que, en palabras de María de la Paz Ramos, “Podemos concluir que la física experimental en México en el siglo XVIII se institucionalizó al mismo tiempo que en muchos países de Europa. Lo que se enseñaba de física experimental en el Seminario de Minería no sólo estaba en función del contenido de los libros de Musschenbroek, S’Gravesande y Nollet. Bataller, aparte de consultar los libros de estos autores, también se refiere en sus Tratados a: Newton, Leibniz, Boyle, Lavoisier, Hook, Huygens, Bernoulli, Torricelli, Pascal, Halley, etc. Incluso consultó los textos de autores que continuaban haciendo investigación en mecánica y que no tenían aún amplia difusión en Europa porque todavía eran difíciles de comprender, como Euler, d’Alembert y Lagrange.”
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