domingo, 3 de noviembre de 2013

Mysterious Skin

…elevarnos como dos ángeles en la noche,
y mágicamente desaparecer…

 
“Querida Avalyn: no me conoces, pero lo harás.”, escribió Brian Lackey (Brady Corbet), un chico de 18 años.

Brian había decidido escribirle a aquella mujer después de haberla visto participar en el programa de TV World of Mistery. Avalyn Friesen, de 32 años, aseguraba haber sido secuestrada por seres extraterrestres.

“Siempre me asusto cuando veo películas sobre OVNIs. Aun E.T. me asusta.”, comenzó a narrar ante las cámaras. A continuación Brian escuchó las palabras que le motivaron a escribirle:  “He oído de gente que ha experimentado tiempo perdido. Partes completas de su vida que no pueden recordar. En una regresión hipnótica descubrí que he sido abducida más de veinte veces. La primera vez fue cuando tenía seis años. Regresaba a casa de un picnic con mis abuelos. Estaba oscuro y nos perdimos en un camino de tierra. El abuelo perdió el control del auto y caímos en una zanja. Había una luz blanca enceguecedora, pero los alienígenas no estaban interesados en mis abuelos. Me hicieron flotar fuera del auto usando alguna especie de rayo gravitacional.”

El chico buscaba respuestas, y al parecer Avalyn podía ayudarle a encontrarlas.

A sus ocho años de edad, Brian no era el mejor jugador del equipo de béisbol. Una tarde, la lluvia interrumpió el juego. Rápidamente la cancha se vació. Pero nadie se hizo cargo de Brian. Pronto, en medio de la lluvia, se quedó solo.

¿Cómo logró llegar a casa?  Misterio. Su hermana lo encontró en el sótano. La nariz de Brian sangraba.
 
 
Su madre sabía que aquello de las Ligas menores era una idea estúpida, sabía que el niño se lastimaría jugando deportes en aquella cancha.

El niño abandonó el béisbol al día siguiente. Comenzaron las pesadillas, los sangrados de nariz y los desmayos, también comenzó a mojar la cama. Una noche Brian, su pequeña hermana y su madre observaron un OVNI encima de la casa.

De aquel verano, Brian sólo podía asegurar una cosa: “Cinco horas desaparecieron de mi vida, se fueron sin dejar rastro.”

Y ahora estaba esa mujer que también había experimentado tiempos perdidos. Pero ella había encontrado una explicación: “Recuerdo estar acostada en una mesa. Era fría, suave y brillosa. Los alienígenas me rodearon. No tenían cabellos, con cabezas enormes y brazos pequeños. Pero lo peor eran sus ojos. Sólo puedo describirlos como enormes diamantes negros líquidos y gelatinosos.”

Días más tarde, Brian recibe la respuesta a su carta. Avalyn invita al chico a visitarla a su casa. Sin pensarlo dos veces, el joven maneja los 50 kilómetros que los separan.

-Hay muchos de nosotros. Todos fuimos llevados y no sabemos qué pasó. -comenta Avalyn.

-¿Así que crees que eso fue lo que me pasó a mí, sólo por lo que te conté sobre el tiempo perdido?

-Seguro que sí.

Brian le habla acerca del cuaderno que lleva: “Mantengo un registro de todos mis sueños. Siento que lentamente me está ayudando a recordar.”

“Es una buena idea. En tu subconsciente es donde todos tus recuerdos se almacenan.”, le responde Avalyn.
 
Brian lee uno de sus sueños: “Hay una luz azul. Está mi uniforme de Ligas menores. Un alienígena alto está parado junto a mí. Hay alguien más, otro chico. También de uniforme, una pantera (mi equipo de béisbol). El alienígena tiene grandes ojos negros. Está tocando mi rostro. Quiero llorar y pedir ayuda. No puedo, no puedo.”

Avalyn le anima a investigar, de hecho le indica la dirección correcta: “Estás en camino de descubrir la verdad. Piensa en ti mismo como un detective siguiendo pistas. Quizás debas concéntrate en el otro chico del sueño. Él podría ayudarte a encontrar las respuestas que buscas.”

Brian encuentra, gracias a una antigua fotografía del equipo de béisbol, el nombre del otro niño: Neil McCormick (Joseph Gordon-Levitt). De inmediato comienza a buscarlo. Desgraciadamente, cuando al fin encuentra la casa, descubre que Neil, quien se prostituye con hombres mayores, se ha marchado a Nueva York. De cualquier forma, Brian conoce a Erick, el mejor amigo de Neil.

Erick le escribe a Neil: “He querido contarte de este tipo raro que conocí hace algunas semanas. No, no estamos cogiendo. Ni siquiera es gay, creo. De hecho, su aspecto es extrañamente asexual. Curiosamente, el día que te fuiste, tu mamá y yo lo encontramos literalmente en el umbral de la puerta de tu casa, buscándote. Él dice que hace diez años ustedes dos jugaron en las Ligas Menores. Él era el peor jugador del equipo, bla, bla, bla, bla... Está lleno de preguntas sobre ti, pero por supuesto no le conté mucho. Por ejemplo, sobre tu trabajo. Sí le dije que eras marica, como yo. Sólo porque pensé ‘a quién le importa’. Pero, ahora ¿estás listo para la mejor parte? El cree que cuando ustedes eran niños, ambos fueron abducidos y examinados por alienígenas del espacio. ¿Cuán brillante es eso? Pero él estaba completamente sobrio cuando me lo contó. Debiste ver sus ojos. Así que ¿cuál es la historia, amigo? ¿Fuiste abducido por un OVNI, o qué? PD: ¿no se te han ido las ladillas aún?”

Brian tendrá que esperar hasta nochebuena para encontrarse con Neil, ya que este último regresará al pueblo en ese fecha…

El día señalado, la madre de Neil pregunta “¿Cuánto ha pasado desde la última vez que se vieron?” “Diez años, cinco meses y siete días”, responde Brian.

Neil lleva a Brian a la antigua casa del entrenador de las Ligas menores.

“¿Estás listo?”, pregunta Neil. Brian asiente con la cabeza.

Nadie responde cuando Neil toca la puerta, así que entran por una ventana.

Neil toma la palabra: “¿Fue aquí, cierto?... Siento como si nos estuviera mirando ahora mismo. No tengo ni idea de que sucedió con él. Ni siquiera si está vivo o qué. O si su fantasma nos está mirando… Yo era su favorito. De todos, me eligió a mí. Esto te parecerá extraño, pero cuando comenzó a suceder me sentí honrado…”
 
 
Brian al fin logra recordar lo sucedido. No hay ovnis. No hay extraterrestres. Las cinco horas que se habían ido sin dejar rastro ahora se le muestran de forma clara y dolorosa: el entrenador abusó sexualmente de ambos chicos. El sufrimiento de Brain y Neil al pensar en todo lo ocurrido contrasta con las canciones navideñas que se escuchan fuera de la casa. Neil sabe que no hay escapatoria. Sabe que decir “todo ha terminado, todo está bien” sería mentir.


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