LA LITERATURA DE LUIS ZAPATA
Una de mis novelas favoritas es El vampiro de la colonia Roma. Curioseando en la sección de literatura mexicana de la entrañable Biblioteca de México José Vasconcelos encontré el libro Crónica literaria. Un siglo de escritores mexicanos (ediciones cal y arena) de José Joaquín Blanco.
En esta obra Blanco hace crítica literaria. ¿Por qué realizar dicha labor? El autor escribe: “Converso libros, creo mis lecturas. Los libros sin respuesta se quedan en una especie de impunidad solitaria que equivale a la inexistencia, al limbo; la lectura hace existir los libros, y la respuesta crítica les ofrece una corroboración inmediata de su existencia, un frontón ostensible de que no son meros fantasmas tipográficos en delirio.”
En su libro José Joaquín Blanco incluye seis ensayos sobre la literatura de Luis Zapata. Estos ensayos fueron escritos en diferentes épocas (el primero es de 1979 mientras que los dos últimos son de 1992). Joaquín Blanco escribe sobre El vampiro de la colonia Roma, En jirones, La hermana secreta de Angélica María y ¿Por qué mejor no nos vamos? Pero en esta entrada sólo me referiré a lo que escribe sobre El vampiro; específicamente señalaré lo que Blanco anota sobre tres cuestiones: lo que ha logrado Luis Zapata con su literatura, las virtudes de El vampiro de la colonia Roma (mismas por las que, paradójicamente, fue duramente criticado) y los rasgos distintivos y cualidades de Adonis García.
¿Qué escribe Blanco sobre el carácter y la personalidad de Adonis? “El personaje por ahí declara que quien no es feliz, se lo merece por pendejo; y bajando y subiendo por sus recuerdos, sus sueños y sus reflexiones –otra excepción: es el único personaje inteligente, pensante, fuerte y sobre todo capaz de decidir a cada momento su destino, entre todos los guiñapos que ha producido la onda coloquialista-; yendo, regresando, sesgando y finteando, siempre vive con una altísima dignidad y un sentido del humor tan alegre como cabrón. Es un personaje que la literatura vuelve persona; jamás se tipifica, o representa, o clasifica: vive, y con una dureza que es una forma superior de amor por su propio cuerpo, por su vida y los cuerpos y las vidas de los demás, y por los placeres y las realidades que en su variadísima vida ha aprendido a ejercer; a los que ninguna chingadera, ni aun las más gruesas, ha corrompido con el cinismo y el odio. Dudo absolutamente que la narrativa mexicana de las últimas décadas tenga una persona tan compleja y viva como este Adonis, con tanta nobleza dura e irónica y capacidad de estímulos. Y así va contando su vida, como para sí mismo, sin tomarse el trabajo de seducir, agredir, concienciar o sensibilizar al lector. Así es él en su libertad. Tómenlo o déjenlo...”
Blanco escribe sobre algunos de los problemas que Zapata enfrentó:
“Desde su primera edición (junio de 1979), El vampiro de la colonia Roma fue un estallido: al mismo tiempo escándalo social que éxito de crítica y de ventas, lo que ya es mucho decir en un país antilibresco donde generalmente no importa nada que no salga en la televisión. Pero las cuentas de su impacto público distaron de ser alegres: el machismo, la ignorancia, el oscurantismo y la beligerante cursilería se encarnizaron contra Luis Zapata como contra ningún otro novelista mexicano vivo. En la prensa y en la más peligrosa tenebra del chismorreo, en intentos de sabotaje desde el propio concurso que legítimamente ganó; en grandes y pequeños obstáculos desde la tipografía misma hasta las cadenas comerciales y más de una librería que se negaron a exhibir y vender su obra; en injurias insólitas públicas y privadas, que lo mismo sonaron en las superiores jerarquías políticas que entre los personajes prestigiosos o desprestigiados de la academia y de la comunicación, se dio una especie de linchamiento moral y literario capaz de turbar los nervios más templados.”
Adonis García no solamente es un homosexual, es un chichifo, un joven dedicado a la prostitución; ¿fue esa la razón por la que Zapata enfrentó estos problemas? Sí, pero sólo en parte. ¿Qué otra cosa influyó para que la novela fuera tan atacada? He aquí la respuesta de Blanco: la seriedad profesional con que está escrita.
“Creo que fue esto, la seriedad literaria, la razón del escándalo y no la mera anécdota de homosexualidad y prostitución. Las películas, las revistas, los periódicos, las carpas, las conversaciones de cantina y excusado jamás se han apartado de tales asuntos, pero siempre como algo sucio, falso, ridículo; la sociedad mexicana ha tolerado relativamente a personajes serviles y pretendidamente refinados dentro de su corte, pero nunca homosexuales sin caricatura, que no exigen nada más pero nada menos que la cabal condición humana y civil. El escándalo consistió en que el tema homosexual escapara del WC, de la carpa, de la nota roja y de los melodramas de tisú y de organdí, y se instalara abierta y desnudamente en las calles y las plazas como un asunto integralmente humano en la dignidad social y personal de su diferencia. Un libro obsceno más, como los millones de revistas y periódicos amarillistas, no hubiera resfriado a nadie; un libro serio, digno y hermoso pareció un abuso.”
En la interpretación de Blanco, las razones anteriores explican la táctica que se aplicó a la novela de Zapata: negarle respetabilidad. Continúa el crítico: “La ignorancia y la cursilería supusieron que lo vulgar, lo fácil o superficial era hablar de ello (de la sensualidad, el erotismo y el sexo), cuando ocurre precisamente lo contrario: no hay nada más difícil, nada que requiera mayor inteligencia y sostenido rigor intelectual. Lo pésimo, lo trillado, lo oportunista habría sido recurrir al sentimentalismo o a las perversidades de circo. Intentar la desnudez, la naturalidad y la plenitud de la carne, sin pedir disculpas, sin la súplica patética del corazón melodramático o las perversidades de guardarropía, no sólo era un reto moral, sin un arriesgadísimo proyecto literario. Y si, en efecto, las andanzas eróticas del Vampiro no deben espantar ni excitar a ningún lector adulto, es precisamente porque su eficacia se limpió de toda morbosidad y al ventilar los secretos de cama y de la calle, los volvió perfectamente naturales y cotidianos, iluminados además por la transparencia solar de un humor franco.”
Una última pregunta: ¿Qué ha logrado Zapata con su literatura? Blanco dice que sus novelas “sacaron finalmente del clóset a la literatura homosexual y la volvieron literatura plena; ya no los meros desvanes de la nota roja, el WC, el rincón sentimental, el zoológico de cristal o el aparador de modas. El vampiro de la colonia Roma fue el parteaguas –de ahí el escandalizado escarnecimiento con que la sociedad y la academia mexicanos lo recibieron-, el momento en que se acabó con una literatura homosexual de gettho, detenida en la queja o la autocomplacencia enrarecidas, y se ganó la calle y la expresión seria y franca: cuando ya sin medias voces, referencias en clave o discreción atemorizada, los libros y autores homosexuales pudieron ocupar el mismo sitio que los demás, sin ningún prestigio especial, pero sin ninguna prerrogativa de menos. Y a partir de entonces sólo los valores comunes de honestidad, inteligencia y belleza habrán de diferenciar los diversos tipos de expresión.”
Para finalizar esta entrada podemos decir, junto con José Joaquín Blanco, que Luis Zapata, con El vampiro de la colonia Roma, además de haberse atrevido a escribir el libro prohibido, lo escribió bien.
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